Economía y persona humana

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“La persona debe ser el propósito de la actividad económica y, por lo tanto, el centro de todas las instituciones sociales de la comunidad nacional e internacional”, lo dijo el Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU, Mons. Ivan Jurkovic en la 67 sesión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.

La pandemia, con sus consecuencias económicas y sociales, ofrece en realidad “una oportunidad única para superar un modelo económico basado en el egoísmo” y para “aspirar a desarrollar un nuevo paradigma económico basado en la primacía de la persona humana en cada situación de la vida social”. Esta es la reflexión del Arzobispo Ivan Jurkovič, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra, quien habló el 1 de octubre en la 67ª sesión de la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo).

El discurso del prelado comenzó con el Informe de la Secretaría de Comercio y Desarrollo 2020, centrado en las consecuencias de la pandemia, y reiteró que “la persona debe ser el propósito de la actividad económica y, por lo tanto, el centro de todas las instituciones sociales de la comunidad nacional e internacional“. De hecho, el Informe muestra que el mundo estaba en recesión incluso antes del estallido de la emergencia sanitaria, recesión demostrada por “un aumento de la deuda pública y la incapacidad de la comunidad internacional para acordar una moratoria y una devaluación mundial”. De ahí el llamamiento de Monseñor Jurkovič para que no se olvide a los países menos adelantados, ya que entre las repercusiones más graves de la pandemia se encuentra “la preocupante disminución de la financiación para el desarrollo, con niveles de asistencia más bajos, una tendencia alarmante a la privatización y el peligro de un retorno a las políticas de austeridad”.

Otro punto crucial, señala el Observador Permanente, se refiere al trabajo: el bloqueo, de hecho, ha tenido graves repercusiones en el empleo y, por lo tanto, es necesario “el compromiso convergente de todos los dirigentes políticos y económicos” para que se reanude por el bien de las familias y la sociedad. Las actividades económicas, de hecho, añade el prelado, deben estar “al servicio del pueblo” y “toda estrategia de desarrollo y crecimiento debe tener como objetivo la promoción de todo ser humano y la primacía del trabajo humano“. Otra observación hecha por el representante del Vaticano se refiere al multilateralismo: ya en condiciones críticas antes de la pandemia, fue gravemente deficiente en la respuesta al Covid-19, destacando “las graves desigualdades que caracterizan nuestro sistema socioeconómico, desigualdades que ya no pueden ser ignoradas”. La familia humana, de hecho, “está obligada a sentirse y vivir verdaderamente como una familia interconectada e interdependiente”, subraya Monseñor Jurkovič.

En este contexto, por lo tanto, la Santa Sede reitera su llamamiento “a trabajar por el bien común como criterio de acción moral y como objetivo inspirador de todos los países para cooperar a fin de garantizar la existencia y la seguridad pacífica de todos, en un espíritu de igual dignidad y solidaridad efectiva, y dentro de un sistema jurídico basado en la justicia y la búsqueda de compromisos justos“. “Debemos esforzarnos por salir de la pandemia mejor que antes – insta el prelado – construyendo un nuevo modelo de desarrollo y abordando la injusticia y la degradación social”. Este momento de gran necesidad, concluye, “puede ser una buena oportunidad para reforzar la solidaridad y la cercanía entre los Estados y la amistad entre los pueblos”, superando “el egoísmo de los intereses especiales” que llevaría a “perjudicar la coexistencia pacífica y el desarrollo de las generaciones futuras.