JUAN PABLO II ……. IMPULSOR DE LA DSI

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papasHISTORIA DE LA DSI

En líneas generales se puede afirmar que Juan Pablo II  dinamizó la DSI y le confirió una importancia mayor de la que antes tenía. Y ciertamente ha acentuado aspectos que en el talante del Vaticano II y de Pablo VI quedaban más en sombra, aunque muchas de sus afirmaciones re­cogen formulaciones de sus predecesores.

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S Juan Pablo II se ocupó de dar un nuevo enfoque a la DSI en tres documentos. El primero —la segunda Instrucción sobre la Teología de la Liberación— aunque no está firmado por él tiene to­do el peso de su autoridad. Los otros dos son encíclicas sociales suyas (Sollicitudo Rei Socialis  y  Centesimus Annus).
1.-  La Segunda Instrucción sobre la Teología de la Liberación (71-96)
Algunos representantes de la Teología de la Liberación habían cuestiona­do la validez de la DSI. En esta Instrucción se procede a una dinamización de ella, replanteando su status.
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Desde esta perspectiva hace varias afirma­ciones:
⦁  Reformula el origen de la DSI: el Evangelio. Y subraya su dinamismo: está orientada a la acción. Todo ello lo había expresado ya Pablo VI: OA 42 y 48-51.
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⦁  Ya antes, en MM 218, Juan XXIII había afirmado: «El principio capital, sin du­da alguna, de esta Doctrina [Social de la Iglesia] afirma que «el hombre es ne­cesariamente fundamento, causa y fin de todas las instituciones sociales». GS 63 estampó este principio al comenzar a tratar de la vida económico-social. PP 42 insistió en que, con la DSI, la Iglesia quiere propiciar un humanismo nuevo. Juan Pablo II ha repetido desde el comienzo de su pontificado (RH 14, LE 1, CA 53) que el hombre es el primer camino que la Iglesia debe recorrer en el cumplimiento de su misión.
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⦁  Con todo, en esta Instrucción, por primera vez en un documento oficial de la DSI, se realiza una síntesis de sus contenidos: los reduce a dos afirmaciones principales:
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1. Tiene un principio básico: el Mandamiento del Amor, que lleva al reconocimiento de la dignidad de todo hombre, sujeto activo y res­ponsable de la vida social.
2.  Se apoya en otros dos principios básicos: el de solidaridad y el de subsidiariamente.
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Es claro el sentido de esta síntesis:
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⦁  Insiste en la raíz evangélica —de índole religiosa y moral— de la DSI: mandamiento del amor cristiano.
⦁  Subraya la necesidad de concretar este amor: dignidad de todo hombre, consi­derado como el sujeto activo y responsable de la vida social.
⦁  Presenta el ideal del quehacer cristiano en la vida pública: la solidaridad le abre a los problemas de los otros y condena el individualismo. Y la subsidiariedad le hace ser sujeto activo del cambio social, al reducir las competencias del Estado y condenar la abstención y el desinterés ante los asuntos públicos.
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 Las Instrucción ratifica, concreta y jerarquiza el contenido de la DSI, a la que define como un conjunto de:
⦁ principios de reflexión,
⦁ criterios de juicio,
⦁ orientaciones para la acción.
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Esta trilogía la había expresado ya Pablo VI en OA 4. No es difícil ver en ella un eco del método «Ver, Juzgar, Actuar», recomendado en MM 236: la DSI ayuda a reflexionar sobre lo que se ve, aporta criterios para juzgar y pro­porciona orientaciones para actuar.
A la luz de esto último es claro que la DSI se orienta a la acción: a promover cambios estructurales con el fin de lograr condiciones de vida dignas para toda persona humana.
A lo largo de la Instrucción queda igualmente claro que:
⦁  En las enseñanzas de la DSI hay principios inmutables, que se han ido repitien­do a lo largo de su historia y no han cambiado, y aplicaciones contingentes y cambiantes, respuesta a los distintos problemas que se han ido planteando.
⦁  Se reconocen los limites de la DSI: ésta se encuadra dentro de la misión de la Igle­sia, debe ser concretada por las iglesias locales, debe ser aplicada en conciencia por cada individuo y debe recibir ayuda de las ciencias sociales, la teología, etc.
2 .- Nuevas precisiones de «Sollicitudo rei socialis» sobre la DSI (n. 1-3 y 41)
En la segunda encíclica social de Juan Pablo II se hacen varias afirma­ciones, que prolongan lo que se decía en la segunda Instrucción sobre la TL:
⦁  La entidad de la DSI: Cuando SRS habla de la DSI utiliza expresiones densas y sólidas. La define como:
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—  medio destacado de intervención del Magisterio de la Iglesia,
—  concreción de la Revelación bajo la guía del Espíritu Santo,
—  parte de la misión evangelizadora de la Iglesia,
—  Teología Moral.
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• Tiene un doble fundamento: el Evangelio y la experiencia de la Iglesia, exper­ta en humanidad.
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• Es perennemente válida, porque es a la vez permanente (los principios) y cam­biante: está abierta a los problemas y situaciones nuevos. Repite los límites ya expresados.
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⦁  Se diferencia de otras respuestas a los mismos problemas: los sistemas económi­cos y políticos (diferentes formas de capitalismo y colectivismo). La DSI no es una «tercera vía» entre ambos, ni una ideología más. Ninguna realización hu­mana lleva a plenitud el ideal del Evangelio. Por eso la DSI no se identifica con ninguno de los sistemas existentes —se sitúa a otro nivel— y es crítica con todos.
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⦁  La DSI no es una asignatura opcional para un cristiano, ya que forma par­te de la misión evangelizadora de la Iglesia y de la Teología Moral. Por eso de­be estudiarse y llevarse a la práctica.
3.- Visión de la DSI al conmemorar los primeros cien años de su existencia (Centesimus Annus, 2-5, 15, 43, 54-59 y 61)
Al cumplirse los cien años de la publicación de RN —y, por tanto, de la DSI— Juan Pablo II volvió a tratar el tema de su entidad y valor. En CA ha afirmado que:
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⦁  Estas enseñanzas tienen un valor permanente (CA, 3).
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⦁  Son una doctrina, un corpus, que analiza la realidad social y da orientaciones sobre las situaciones humanas (CA, 5).
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⦁  Forman parte esencial del mensaje cristiano y, por tanto, de la misión evangeli­zadora de la Iglesia: la «nueva evangelización» debe incluir el anuncio de la DSI (CA, 5).
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⦁  Su validez le viene fundamentalmente de que se inspira en el Evangelio. Fuera de él no hay solución para la cuestión social, que encuentra en él su propio es­pacio de verdad y el debido planteamiento moral (CA 5).
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⦁  De hecho ha influido en las reformas sociales que han tenido lugar, sobre todo a finales del XIX y principios del XX (CA, 15).
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⦁  Es fundamento de unidad y de paz frente a los conflictos e idónea para respon­der a los grandes desafíos actuales (CA, 15).
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CA reconoce gustosamente que la DSI no es un modelo que la Iglesia propone a la sociedad. Los modelos eficaces nacen de las situaciones histó­ricas concretas, gracias al esfuerzo de responsables que atienden a todos los aspectos de la situación: políticos, sociales, económicos y culturales. Pero pa­ra este objetivo, la Iglesia ofrece la DSI que es una orientación ideal e in­dispensable (CA, 43). Añade a ésta cuatro afirmaciones más:
⦁  La DSI arranca de la fe y de una concepción del hombre abierta a Dios. Por eso es Teología Moral, que vale incluso para una perspectiva atea o permisiva (CA, 54-55).
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⦁  Y se hará sobre todo creíble por el testimonio de las obras, es decir, por la pro­moción de la justicia (CA, 57-58).
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⦁  La DSI tiene una dimensión interdisciplinar, práctica y experimental (CA, 59).
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⦁  Siempre ha estado al servicio de la dignidad del hombre (CA, 61).
 El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (2004)
Tras estas actualizaciones de la DSI realizadas por Juan Pablo II y teniendo en cuenta la abundancia de su magisterio social, que se suma al de los Papas anteriores y el Concilio Vaticano II, pareció conveniente publicar un Compen­dio de Doctrina Social de la Iglesia . Lo habían solicitado así varios Sínodos de obispos.
El Papa encomendó la tarea al Pontificio Consejo Justicia y Paz.
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Lo que ahora nos interesa es destacar dos cosas:
⦁  El Compendio subraya el carácter de Teología que tiene la DSI, ya puesto de relie­ve en la 2.a Instrucción sobre la Teología de la Liberación, en SRS y en CA. Ade­más de esta visión teológica, es esencial para la DSI la centralidad del ser huma­no, como han venido repitiendo explícitamente sus documentos siempre, especialmente tras MM.
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⦁  Siguiendo la línea que comenzó MM y continuaron los documentos siguientes, se realiza una síntesis de la DSI. Como parte importante de ella se señala cuáles son los principios en que se basa, enumerados ya en documentos anteriores. Su for­mulación y orden expresan las preferencias actuales de la DSI:
⦁  El Bien Común, muy ligado a los Derechos Humanos
⦁  El Destino Universal de los Bienes
⦁  El principio de subsidiariedad
⦁  La participación
⦁  El principio de solidaridad
Los cuatro valores que señaló Juan XXIII en PT como base para las relacio­nes humanas:
1.  La verdad
2.  La libertad
3.  La justicia
4.  El amor.
Aquí están las novedades principales de este Compendio, que, por lo demás, resume la enseñanza de la DSI, recogiendo sus textos básicos, con especial aten­ción a los más recientes.