El pensamiento de la muerte (S. Tomás Moro)

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reflexionar ante la muerte

“Piensa en la muerte” (The Last Things) es una reflexión que dejó incompleta Tomás Moro. El santo inglés, que prefirió el martirio antes que secundar a Enrique VIII en su ruptura con el Papa, sostenía que pensar en la muerte es la mejor medicina para mantenernos libres de pecado.

Sin embargo, el pecado de la soberbia, sobre todo la de tipo espiritual, requiere al hombre emplearse un poco más a fondo en el examen de conciencia…

 

Éste es un breve fragmento de aquellas reflexiones del patrono de los políticos:

“El pensamiento de la muerte nos ayudará a preservar nuestras almas de todo tipo de pecado, empezando por el pecado que es la misma cabeza y raíz de todos los pecados, a saber, la soberbia.

La soberbia espiritual es mucho más pestilente porque lleva consigo una ceguera casi incurable.

El lujurioso sabe que su conducta es inmoral y siente remordimiento.

Al perezoso no le gusta su flojedad.

Pero este tipo de soberbia, la del que en su propia opinión se toma a sí mismo por santo, es la más lejana de toda cura. Porque, ¿cómo se puede enmendar su falta si piensa que todo lo que él hace está bien, y nada de lo que otros hacen, y cubre su propósito con el pretexto de algún propósito santo? Y así, mientras admira orgulloso sus vicios, se encuentra muy lejos de enmendarlos.

Como dice san Pablo, los pecados de la carne son fáciles de percibir. Mientras que aquellos que, a causa de su soberbia, se creen buenos aunque son malos, están lejos de toda oportunidad de enmienda, salvo la llamada de nuestro Señor que siempre está a la puerta del corazón del hombre y llama a golpes. A Dios le suplico que lo escuchemos y lo dejemos entrar.

Precisamente uno de sus mejores y más agraciados golpeteos consiste en llevarnos a pensar en la muerte, cuyo recuerdo nos deja ver en qué lugar nos pone contra este maldito pecado de la soberbia.

Y seguro que contra esta rama más empinada de la soberbia, la de aquellos que se las dan de santos despreciando a los demás, y se regodean por dentro de todos sus vicios espirituales, congratulándose a sí mismos bajo capa y sombra de algún tipo de virtud, es mucho más difícil el remedio del pensamiento de la muerte, pues se creen a sí mismos ya preparados para irse derechos al cielo.

Las otras formas de soberbia, las que surgen de la belleza, la fuerza, la inteligencia o la astucia, me parece que el pensamiento de la muerte fácilmente puede corregirlas, ya que son cosas que en poco tiempo pierden todo su brillo por la muerte.

De igual manera puede ser curada la soberbia de esos estúpidos y soberbios hipócritas que son aún más estúpidos que los que siguen, sin más, los caminos del mundo y el placer de sus cuerpos. Porque estos últimos, aunque se van al diablo, al menos consiguen algo a cambio. Pero esos locos hipócritas están tan locos que, aunque se hunden en el infierno tanto como los otros, sin embargo, como recompensa por todo lo que sufrieron en este mundo, se quedan contentos con la vana alabanza de la gente. Y estén seguros que dentro de nada la muerte cerrará sus oídos y las nubes cubrirán todas las bocas que ahora los alaban.

Si pensaran bien todo esto, me parece que cambiarían sus deseos de recibir elogios de pobres criaturas mortales, y desearían merecer gratitud y recomendación solamente de Dios cuya alabanza nunca puede morir. “

 

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