La dignidad de la persona revelada por la Ley Natural: fuente de paz social y garante de la defensa del vulnerable

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La dignidad de la persona revelada por la Ley Natural: fuente de paz social y garante de la defensa del vulnerable

 

María José Plaza Bravo

(Presidenta de las Hermandades del Trabajo)

 

La dignidad de la persona

Nos encontramos ante un concepto que, a priori, genera consensos en lo relativo a su defensa, respeto y protección. No sucede lo mismo si nos fijamos en su fundamentación, es decir, en el discurso que explica de donde nace o surge lo que justifica su defensa, respeto y protección.

Nosotros testimoniamos que la dignidad de todo hombre y de toda mujer nace de su condición de ser imagen de Dios[1]. Es decir, somos criaturas que debemos el don de la vida a Dios y que todo hombre y toda mujer se encuentran vinculado entre sí por esta paternidad, que nos convierte en hermanos y custodios de sus vidas[2]. Y aún, esta verdad de nuestra Fe nos lleva a afirmar más; nuestra condición de hijas e hijos de Dios significa que nuestra condición humana se sustenta sobre dos maravillosos regalos: somos libres y somos capaces de conocer la verdad porque en nuestra alma reposa el orden que Dios quiere dar a su Creación.

La dignidad de cada hombre y cada mujer, con independencia del estadio de su vida y de las características físicas o psíquicas que la acompañan es fuente de derechos y de obligaciones. Este criterio ético es el que ilumina nuestra capacidad de descifrar que conductas son aceptables y que caminos son inadmisibles. El relativismo es fuente de arbitrariedad y, sólo hay que echar un vistazo a la historia de la humanidad parar tener claro que, si los límites se van desdibujando, finalmente se imponen el criterio de los fuertes frente a los poderosos.

Recapitulando: Dios es el autor de la vida, cada hombre y cada mujer forma parte de la familia humana, tenemos libre albedrío y somos seres éticos: con capacidad de saber lo que está bien y lo que está mal. En nuestra dignidad reposa la fundamentación de nuestros derechos y deberes.

Todo esto forma parte de las creencias que nos han sido reveladas por la Fe y la Razón. Fe que celebramos porque constituye una buena noticia y Razón que concebimos más allá de la razón práctica o de los argumentos empíricos. Nosotros no tenemos una cosmovisión ni materialista ni utilitarista de la vida, de la realidad y de la persona. Muy al contrario, nosotros tenemos una visión trascendente de la vida, de la realidad y de la persona y, libremente, tomamos el testigo de los creyentes que nos han precedido y han proclamado la Buena Nueva que Cristo, Dios hecho hombre, vino al mundo a revelar. El verdadero sentido de la vida que rubricó con su Pasión, Muerte y Resurrección. Estamos en Pascua y nuestro testimonio no podría ser de otra manera.

Este es el discurso que proponemos, no el discurso que imponemos, y que deseamos tenga cabida, con el respeto debido; en la sociedad plural de la que, somos completamente conscientes, formamos parte. Conscientes, reiteramos, de formar de un cuerpo social y conscientes de estar arraigados, de manera más concreta, en un Estado aconfesional.

         En este contexto, el espíritu de este artículo no es iniciar una controversia ni servir de “contra-argumentación”, no es un artículo que busca la polémica (y, mucho menos, un desiderátumde mejores tiempos pasados), se trata, sencillamente, de una modesta exposición desde nuestra libertad de pensamiento y libertad de expresión para poner de manifiesto que “cabe la remota posibilidad” de que, en primer lugar, considerar las mayorías (entendida como suma de personas convencidas de algo) como fuente de legitimidad para el orden social no es suficiente para garantizar el bien común y, en segundo lugar, considerar que para elevar alguna conducta o sentir a la categoría de “valor” merecedor de protección legal hay que tener presente la esencia última e íntima de todo hombre y de toda mujer.

         No hay (casi) nada nuevo bajo el sol. Lo que inspira este artículo sería algo así como la cosmovisión idealista versus la cosmovisión realista; lo inmanente versuslo trascendente; el materialismo versusla espiritualidad; que todo es relativo versusque hay verdades universales y absolutas, el empirismo como único medio para conocer la verdad y lo que existe versusla razón y la fe como instrumentos para el conocimiento de la verdad y de realidad… quede constancia de que somos conscientes de estar sintetizando demasiado, sólo queremos dejar claro el punto de partida desde el que iniciamos nuestra disertación, siempre como propuesta.

 

La cultura de la vida

Lo anteriormente expresado, justifica nuestro ofrecimiento. Trabajamos por “la cultura de la vida” frente a “la cultura de la muerte”. Cultura de la vida tal y como fue definida por San Juan Pablo II (1920-2005) en la Encíclica Evangelium Vitae(1995)

    1. “En síntesis, podemos decir que el cambio cultural deseado aquí exige a todos el valor de asumir un nuevo estilo de vida que se manifieste en poner como fundamento de las decisiones concretas—a nivel personal, familiar, social e internacional— la justa escala de valores: la primacía del ser sobre el tener, de la persona sobre las cosas. Este nuevo estilo de vida implica también pasar de la indiferencia al interés por el otro y del rechazo a su acogida: los demás no son contrincantes de quienes hay que defenderse, sino hermanos y hermanas con quienes se ha de ser solidarios; hay que amarlos por sí mismos; nos enriquecen con su misma presencia”.[3]

Si, de manera efectiva, este es el criterio que se utiliza para tomar decisiones personales, políticas, sociales, económicas; parece un hecho que el estilo de sociedad (y el estilo de relaciones internacionales que se generarían) serían muy dispares de situaciones que, mayoritariamente, hoy se aceptan como verdaderas en la referente a la vida humana y, más concretamente, en el inicio, en el desarrollo y en el final de la vida humana.

    1. “En efecto, si muchos y graves aspectos de la actual problemática social pueden explicar en cierto modo el clima de extendida incertidumbre moral y atenuar a veces en las personas la responsabilidad objetiva, no es menos cierto que estamos frente a una realidad más amplia, que se puede considerar como una verdadera y auténtica estructura de pecado, caracterizada por la difusión de una cultura contraria a la solidaridad, que en muchos casos se configura como verdadera «cultura de muerte». Esta estructura está activamente promovida por fuertes corrientes culturales, económicas y políticas, portadoras de una concepción de la sociedad basada en la eficiencia.Mirando las cosas desde este punto de vista, se puede hablar, en cierto sentido, de unaguerra de los poderosos contra los débiles. La vida que exigiría más acogida, amor y cuidado es tenida por inútil, o considerada como un peso insoportable y, por tanto, despreciada de muchos modos. Quien, con su enfermedad, con su minusvalidez o, más simplemente, con su misma presencia pone en discusión el bienestar y el estilo de vida de los más aventajados, tiende a ser visto como un enemigo del que hay que defenderse o a quien eliminar.Se desencadena así una especie de « conjura contra la vida », que afecta no sólo a las personas concretas en sus relaciones individuales, familiares o de grupo, sino que va más allá llegando a perjudicar y alterar, a nivel mundial, las relaciones entre los pueblos y los Estados”.

En nuestros días, la Doctrina Social de la Iglesia, en su defensa de la vida digna universal, inviolable e irrenunciable, ha ido enriqueciendo esta postura con las expresiones acuñadas por el magisterio del Papa Francisco en las que habla de la “cultura del descarte” y “la globalización de la indiferencia” proponiendo en su lugar la cultura del encuentro, de la acogida y la solidaridad[4].

No resulta fácil hacerse escuchar en el medio social, nos han etiquetado como agoreros y aguafiestas cuando no de querer imponer nuestra visión de la vida y, siempre, de anticuados. Pudiera ser que, todo lo contrario, nos consideramos portavoces de buenas noticias atemporales y válidas para toda la familia humana. Y, desde luego, nosotros, que también somos vulnerables, nos situamos del lado de los más débiles, para recordarles a los poderos que “cada uno de nosotros cuenta” y “que no vale todo”.

Estamos absolutamente convencidos de que tenemos que hacer presentes la vigencia de determinados valores (universales -para todos- y absolutos -no admiten parcelaciones ni negociación-) y criterios (tales como que la persona es lo primero) frenaremos una corriente que desea hacernos olvidar que la vida del otro me atañe y me compromete por encima de su eficiencia, funcionalidad o utilidad. Nosotros abogamos por el respeto, la gratuidad y el servicio. Afirmamos que “somos” importantes precisamente por que “somos” y no por lo que tenemos, hacemos, producimos. Nos rebelamos ante quienes nos silencian como agoreros, por que tal y como nos recuerda Chesterton:

“La muralla exterior del cristianismo es una fachada de abnegaciones éticas y de sacerdotes profesionales; pero salvando esa muralla inhumana, encontraréis las danzas de los niños y el vino de los hombres; en la filosofía moderna todo sucede al revés: la fachada exterior es encantadora y atractiva, pero dentro, la desesperación se retuerce, como en un nido de áspides”.[5]

 

Cuando hablamos de Ley natural ¿a qué no referimos?

         El pensamiento de la época histórica actual ha alumbrado un sentir y un estilo de concebir la realidad en la cual no resulta sencillo hablar del orden natural, lo que separa el bien del mal es lo que cada voluntad estima que está bien o está mal; siendo la suma de apreciaciones y, consecuentemente, el lado que obtiene mayoría lo que eleva a la categoría de bueno o malo. Los límites socialmente aceptados siguen existiendo, pero traspasarlos goza de cierta facilidad porque no termina de aceptarse que se reduzca la capacidad de maniobra (en el pensar, sentir y hacer) del ciudadano. Como relatábamos anteriormente, la disidencia de determinadas materias socialmente aceptadas (esos debates superados) no resulta fácil, se las acusa de imponer criterios, de volver al pasado, de castrar la libertad, de no ser progreso…

         No estamos hablando de religión, de ninguna religión; tampoco asimilamos ley natural a una especie de ordenamiento jurídico a imponer en todos los países y sus ciudadanos; estamos hablando de categorías filosóficas; partimos de la premisa de que toda persona por el hecho de ser persona es un ser moral que busca el progreso personal y social y la debida defensa y protección de sus derechos: la vida, la libertad y la justicia. [6]

            “(…) la ley natural es la orientación fundamental hacia el bien inscrita en lo más profundo de nuestro ser, en virtud de la cual tenemos la capacidad de distinguir el bien del mal, y de orientar la propia vida, con libertad y responsabilidad propia, de modo congruente con el bien humano (…) ley moral natural significa que la instancia moral nace inmediata y espontáneamente del interior del hombre, y encuentra en él una estructura que la alimenta y sostiene, sin la cual las exigencias éticas serían opresivas e incluso completamente ininteligibles”.[7]

         Lo contrario tendría como resultado final, admitir que es imposible la convivencia, el diálogo y entendimiento entre los miembros de la familia humana, si no existiera ley natural jamás se habría podido aprobar la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Con independencia del nombre que reciba, la negación de la ley natural tendría como consecuencia que se admitiesen como válidas y se tolerase cualquier ideología y estilo de vida -por muy peregrina o indigna que resultase- y estilo de vida puesto que quedaría fulminado cualquier límite de la libertad (de pensamiento) y a la voluntad (de ejecución). A últimas, las conductas tipificadas como delictivas, no serían las que atentan contra la dignidad de la persona ni contra la integridad de la sociedad sino aquellas escogidas por quienes asumiesen de manera absolutista (siempre coercitivamente) el poder legislativo, ejecutivo y judicial.

         Cuestión distinta es que cada persona, partido político, movimiento asociativo o cuerpo social juegue su papel en la vida pública para que se priorice o se defienda aquello que considera que constituye verdadero progreso. Lo que intentamos plasmar es que no vale cualquier fin y, naturalmente, no vale cualquier medio. Los límites que nos marca la ley natural, lejos de anular nuestra libertad y nuestra realización se convierten en garantía de nuestra libertad y realización, sobre todo, de la de aquellos que gozan de una situación más vulnerable y no tienen al alcance ni el poder económico ni el político.

         Es nuestro deseo compartir y fundamentar que la Ley Natural existe y que está escrita en el corazón y en la mente de todo hombre y de toda mujer, e, igualmente, que todo hombre y toda mujer están capacitados para llegar al conocimiento (y elección) de la verdad, del bien, la bondad y la belleza. Lograr el conocimiento de la verdad, así como el uso responsable de la libertad, poniendo en práctica los valores universales (tanto en el ámbito privado como en el orden social) es garantía de felicidad personal y, por ende, de paz social demostrándose que el verdadero indicador del progreso es la defensa, el cuidado y la protección de los más débiles de la familia humana.

         No olvidemos que cualquiera de nosotros, en un momento dado, podemos formar parte del sector más débil y vulnerable de la familia humana ya sea que se manifieste en situaciones de inestabilidad emocional, sufrimiento moral, problemas de salud, precariedad material… que se pueden manifestar en pérdidas de seres queridos, enfermedades y problemas de salud, inestabilidad laboral, abusos, agresiones… la vida da golpes duros y, suponemos, que preferiremos encontrar un medio que nos comprenda, nos consuele y nos ayude activamente para volver a ponernos en pie. Quizás no seamos, lo suficientemente conscientes de lo amargo que resulta mirarnos al espejo y sentir que no somos merecedores de que nos quieran, que nuestra compañía es una carga… con otras palabras, que nuestra vida no es digna y nuestra existencia es graciable.

 

¿Qué sucede cuando la ley natural no se respeta y deja de inspirar a la ley positiva? Ya sucedió… conozcamos al “León de Münster”

         Vamos a aproximarnos a la figura del Beato Cardenal Clemens August von Galen,Obispo de la diócesis de Münster en Alemania. (1878-1946), beatificado el 9 de octubre de 2005 por Bendicto XVI y conocido bajo el apelativo del “León de Münster”.

         En un tiempo tan “relativos” (por relativistas) en el que la voluntad, la autodeterminación y la autorrealización gozan de la categoría de intocables o bien únicamente admiten los límites del consenso, traemos a nuestra memoria (a modo de homenaje que nace de una profunda admiración) el ejemplar testimonio de Van Galen. Quizás nos sirva de gran ayuda conocer su vida ya que, en el transcurso de su existencia, en el que vivió las dos Guerras Mundiales, jamás tuvo miedo de hablar del mensaje de Jesús de Nazaret, muy al contrario en su vida y en sus predicaciones dio público testimonio de la importancia de la justicia y la fraternidad como base del orden social y garantía de la paz, fundamentándolo en la Ley de Dios.

         Clemens August Graf von Galen fue nombrado obispo de Münster, diócesis situada al Norte de Alemania, en 1933. Eligió como lema: Nec laudibus, nec timore[8], y, con estas palabras, ya se nos va esclareciendo el motivo por el cual se le conoce como “el león de Münster”, así se presenta ante sus feligreses:

            “Ni la alabanza, ni el temor de los hombres me impedirán transmitir la Verdad revelada, distinguir entre la justicia y la injusticia, entre las buenas acciones y las malas, así como opinar y advertir cada vez que resulte necesario”.[9]

         Ya desde su ordenación sacerdotal, el 28 de mayo de 1904, no vaciló en la defensa de los más vulnerables; siendo sacerdote fundó una entidad de ayuda, muchas veces sostenida con sus bienes particulares; decía von Galen:

Sería realmente inútil que aún me quedaran bienes después de mi muerte”.[10]

         Pero, una vez nombrado obispo, concretamente el 18 de julio de 1933, apenas unos meses después del nombramiento del Hitler como canciller; sus predicaciones, sus decisiones y sus actos; le llevaron a estar en el punto de mira de la Gestapo, convirtiéndose en una auténtica preocupación para las autoridades políticas.

         Antes de su nombramiento como Obispo, es consciente de la mentalidad neopagana y, por ello, absolutamente anticristiana del Partido Nacionalsocialista, mentalidad que califica públicamente como “engañifa del diablo”[11]y que, muy tristemente, se va plasmando en métodos violentos que atentan contra el Ley Natural que protege a toda persona (y contra la Ley de Dios). Frente a ello, el Beato Cardenal Van Galen afirma públicamente:

            No podemos renunciar a confesar que existe algo más elevado que la raza, el pueblo y la nación: el Todopoderoso y Eterno Creador y Señor de los pueblos y de las naciones, al que todos los pueblos deben adhesión, adoración y servicio, y que es el fin último de todas las cosas”.[12]

         En 1937 viaja al Vaticano, junto con otros cuatro obispos alemanes y asesoran de primera mano al papa Pío XI sobre lo que está aconteciendo en Alemania. El Concordato firmado entre la Santa Sede y el gobierno alemán el 20 de julio de 1933, en el cual se garantizaba la libertad religiosa se había convertido en papel mojado.

         “Todo el que haya conservado en su ánimo un residuo de amor a la verdad, y en su corazón una sombra del sentido de justicia habrá de admitir que, en los años tan difíciles y llenos de tan graves acontecimientos que siguieron al Concordato, cada una de nuestras palabras y de nuestras acciones tuvo por norma la fidelidad a los acuerdos estipulados. Pero deberá también reconocer con extrañeza y con profunda reprobación, cómo por la otra parte se ha erigido en norma ordinaria el desfigurar arbitrariamente los pactos, eludirlos, desvirtuarlos y, finalmente, violarlos más o menos abiertamente (…) Todavía hoy, cuando la lucha abierta contra las escuelas confesionales, tuteladas por el Concordato, y la supresión de la libertad del voto para aquellos que tienen derecho a la educación católica, manifiestan, en un campo particularmente vital para la Iglesia, la trágica gravedad de la situación y la angustia, sin ejemplo, de las conciencias cristianas, la solicitud paternal por el bien de las almas nos aconseja no dejar de considerar las posibilidades, por escasas que sean, que aún puedan subsistir, de una vuelta a la fidelidad de los pactos y una inteligencia que nuestra conciencia pueda admitir. Secundando los ruegos de los reverendísimos miembros del episcopado, en adelante no nos cansaremos de ser el defensor —ante los dirigentes de vuestro pueblo— del derecho conculcado, y ello, sin preocuparnos del éxito o del fracaso inmediato, obedeciendo sólo a nuestra conciencia y a nuestro ministerio pastoral, y no cesaremos de oponernos a una mentalidad que intenta, con abierta u oculta violencia, sofocar el derecho garantizado por solemnes documentos”.[13]

         El Santo Padre Pío XI, rápidamente, publica la encíclica “Con ardiente preocupación”[14]en la que se condena la ideología nacionalsocialista. Por la temática de este artículo, queremos, centrarnos en el epígrafe octavo de la Encíclica denominado “Reconocimiento del derecho natural”:

         “Fíjase aquí nuestro pensamiento en lo que se suele llamar derecho natural, impreso por el dedo mismo del Creador en las tablas del corazón humano (cf. Rom 2,14-15), y que la sana razón humana no obscurecida por pecados y pasiones es capaz de descubrir. A la luz de las normas de este derecho natural puede ser valorado todo derecho positivo, cualquiera que sea el legislador, en su contenido ético y, consiguientemente, en la legitimidad del mandato y en la obligación que implica de cumplirlo. Las leyes humanas, que están en oposición insoluble con el derecho natural, adolecen de un vicio original, que no puede subsanarse ni con las opresiones ni con el aparato de la fuerza externa. Según este criterio, se ha de juzgar el principio: «Derecho es lo que es útil a la nación». Cierto que a este principio se le puede dar un sentido justo si se entiende que lo moralmente ilícito no puede ser jamás verdaderamente ventajoso al pueblo.

            Hasta el antiguo paganismo reconoció que, para ser justa, esta frase debía ser cambiada y decir: «Nada hay que sea ventajoso si no es al mismo tiempo moralmente bueno; y no por ser ventajoso es moralmente bueno, sino que por ser moralmente bueno es también ventajoso [Cicerón, De officiis III, 30). Este principio, desvinculado de la ley ética, equivaldría, por lo que respecta a la vida internacional, a un eterno estado de guerra entre las naciones; además, en la vida nacional, pasa por alto, al confundir el interés y el derecho, el hecho fundamental de que el hombre como persona tiene derechos recibidos de Dios, que han de ser defendidos contra cualquier atentado de la comunidad que pretendiese negarlos, abolirlos o impedir su ejercicio.

            Despreciando esta verdad se pierde de vista que, en último término, el verdadero bien común se determina y se conoce mediante la naturaleza del hombre con su armónico equilibrio entre derecho personal y vínculo social, como también por el fin de la sociedad, determinado por la misma naturaleza humana. El Creador quiere la sociedad como medio para el pleno desenvolvimiento de las facultades individuales y sociales, del cual medio tiene que valerse el hombre, ora dando, ora recibiendo, para el bien propio y el de los demás. Hasta aquellos valores más universales y más altos que solamente pueden ser realizados por la sociedad, no por el individuo, tienen, por voluntad del Creador, como fin último el hombre, así como su desarrollo y perfección natural y sobrenatural. El que se aparte de este orden conmueve los pilares en que se asienta la sociedad y pone en peligro la tranquilidad, la seguridad y la existencia de la misma”.[15]

         Fue tal el interés de llegar a todos los rincones de Alemania que, de manera excepcional, fue escrita por primera vez en la lengua vernácula de sus destinatarios. Así, este documento a iniciativa de von Galen, casi clandestinamente, es difundida por toda Alemania, consiguiendo aunar la resistencia a lo que, lamentablemente, le estaba ocurriendo de todos los cristianos (protestantes y católicos) y, muy posiblemente, a casi todos los contrarios al sistema, con independencia de su religión.

         El liderazgo que van Galen ejerció tuvo sus consecuencias, comenzaron las represalias por parte de los nacionalsocialistas, entre ellas, el arresto de sacerdotes y feligreses de su diócesis. Uno de sus hermanos, fue llevado a un campo de concentración.

         Queremos destacar, las tres homilías que fueron muestra de su bravura, porque hay que ser muy valiente para decir esto en la Alemania de 1941, apenas un mes después que hubiera comenzado la “Operación Barbarroja”, es decir, la invasión de Rusia; una de las megalomanías nazis de alguien que se encontraba en el punto álgido de supuesta omnipotencia. En este contexto, el Beato Obispo von Galen, el León de Münster pronuncia sus tres conocidos sermones el domingo 13 y 20 de julio y el domingo 3 de agosto. Homilías que fueron repartidas clandestinamente por toda Alemania.

         El 13 de julio de 1941, inicia su homilía describiendo la ocupación violenta y expropiación por parte de la Gestapo de dos casas de la Compañía de Jesús y la casa de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción.

            “Pero ayer, al finalizar esta semana, ayer, el 12 de julio, la Policía Secreta – la Gestapo – ha ocupado con violencia las dos casas de la Compañía de Jesús, de la Orden de los Jesuitas en nuestra ciudad, la Casa Sentmaring en la calle Weseler y la Casa Ignatius en la calle König, expulsando a sus moradores de su hogar y obligando a los padres y hermanos a abandonar inmediatamente, la misma tarde, no sólo sus casas, no sólo nuestra ciudad, sino también la provincia de Westfalia y la del Rin. Y la misma fatalidad ha caído ayer sobre las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción en Wilkinghege, en la calle de Steinfurt. También su casa ha sido violentamente ocupada, siendo expulsadas de Westfalia las hermanas que deben abandonar Münster hoy antes de las 18 horas. Tanto las casas religiosas como todas las propiedades han sido expropiadas a favor de la dirección estatal regional de Westfalia del norte (…) se expulsa a hombres y mujeres inocentes, meritorios, respetados por innumerables personas, se los expulsa de sus modestas propiedades ¡se los convierte a ellos, nuestros conciudadanos de Münster, en fugitivos sin patria! ¿Por qué? Me han dicho: «¡Por razones de seguridad policial!».Otras no han dado ¡Ningún habitante de estos conventos es culpable de falta alguna, ni ha sido acusado ante el tribunal o condenado por él! Y si alguno fuera culpable, que lo lleven ante el tribunal! Pero, ¿acaso está permitido castigar así a los inocentes?[16]

         Después, pasa a denunciar el arresto arbitrario o expulsión o exilio inmerecido a inocentes los que se les niega un juicio por parte de las autoridades

            “Ya en varias ocasiones y en breve tiempo, hemos tenido que ver cómo la Gestapo ha puesto en prisión a ciudadanos alemanes prestigiosos e impecables, sin que haya mediado ni un juicio ni una defensa, les ha robado su libertad, los ha expulsado de su tierra y los ha internado en lugares desconocidos. En las últimas semanas, fueron sacados por la Gestapo violentamente de sus hogares y llevados lejos de Münster a un exilio desconocido que les fue impuesto perpetuamente, dos de mis más cercanos colaboradores del capítulo de la catedral. Habiendo yo protestado ante el ministro de gobierno, en todo este tiempo no he obtenido ninguna respuesta. Pero a través de llamadas telefónicas a la Gestapo pude enterarme de que ninguno de los dos capitulares es sospechoso de delito. Sin embargo, han sido castigados con el exilio siendo completamente inocentes, sin que hubiera acusación de por medio y sin posibilidad de defensa. ¡Mis cristianos! Escúchenlo bien. Oficialmente se nos ha afirmado que los señores capitulares Vorwerk y Echelmeyer no han sido acusados por ningún delito. ¡No han hecho nada que merezca castigo! Y, a pesar de todo, ¡han sido castigados con el exilio!”[17]

         La inseguridad y la injusticia le urge a elevar públicamente su protesta y dar testimonio, a riesgo de poner en peligro su integridad, añadiendo que este escenario pone en gravísimo peligro la moral (por ánimo) de los ciudadanos

            “Al poderío físico superior de la Gestapo no hay ciudadano que pueda oponerse, ante él todos están indefensos ¡Estamos completamente desamparados y faltos de protección! Ya son muchos los compatriotas que durante el último tiempo han experimentado esto personalmente, por ejemplo nuestro querido profesor de religión Friedrichs, quien está prisionero sin que haya habido ni proceso ni juicio, o los dos capitulares que están en el exilio, y así lo experimentan ahora nuestros religiosos, quienes ayer y hoy han sido expulsados abruptamente de sus propiedades, de la ciudad y del país. Ninguno de nosotros puede estar seguro, y aunque piense que es el más fiel, el más responsable de los ciudadanos, aunque piense que es completamente inocente de culpa, no puede estar seguro de que un día sea arrancado de su casa, privado de su libertad, encerrado en los calabozos y campos de concentración de la Gestapo. Lo tengo muy claro: esto me puede pasar hoy o cualquier día a mí también. Y porque entonces no podré hablar públicamente, por eso quiero hacerlo hoy, quiero advertir públicamente acerca del progreso de medidas que de acuerdo a mi absoluta convicción atraen el castigo de Dios sobre los hombres y llevan a nuestro pueblo y a nuestra patria a la desgracia y a la perdición”.[18]

         Frente a esto, dice von Galen:

         “Estoy conciente de que yo, como obispo, anunciador y defensor del derecho y de las buenas costumbres queridas por Dios, derecho y costumbres que le otorgan a cada uno derechos y libertades, ante los cuales todas las posturas humanas deben detenerse ante Dios, yo, estoy llamado igual que el ministro Dr. Frank a representar con valentía la autoridad del derecho y a declarar como injusticia abominable la condena de inocentes que no han tenido derecho a defenderse. (…) me impelen a recordarles hoy públicamente esa vieja verdad jamás superada: La justicia es el único fundamento seguro de todo Estado. El derecho a la vida, a la inviolabilidad, a la libertad, son elementos irrenunciables de todo orden social moral”. [19]

         El 20 de julio, en la segunda prédica, donde continúa describiendo las arbitrariedades a las que se somete al pueblo, comparte los pasos que está dando en su denuncia ante las autoridades (gubernamentales y militares); además, describe una detallada política de destrucción que busca arrancar toda noción de la Fe cristiana de la vida del Estado, Van Galen deja meridanamente claro su alejamiento y rechazo.

            “Les advertí con urgencia al presidente de gobierno, a los ministros, a los jefes militares, que los ataques violentos a gente alemana inocente, que la brutalidad frente a mujeres alemanas carentes de armas, una burla a toda hidalguía que sólo puede provenir del odio abisal contra la religión cristiana, y contra la Iglesia Católica, al final tienen el efecto de sabotaje y de detonaciones contra la propia comunidad nacional. ¿Comunidad nacional con hombres que expulsan de su propia patria a nuestros religiosos, nuestros hermanos y hermanas, sin causas legales, sin procesos, sin posibilidades de defensa ni de juicio de los tribunales, como si fueran animales salvajes? ¡No! ¡Ya no me es posible pensar ni sentir que haya comunidad con los que hacen tales cosas y son responsables de ellas! No los voy a odiar, deseo de todo corazón que se conviertan”.[20]

         El obispo de Münster clama a sus fieles:

             “(…) y es así como queremos orar, según el mandato del Señor, por todos los que nos persiguen y calumnian. Pero, mientras ellos no cambien, mientras continúen robándoles a los inocentes y expulsándolos del país y encarcelándolos, mientras sea así, rechazo toda comunión con ellos. ¡No! (…) Sólo nos queda un medio de combate: ¡resistir con fuerza, con testarudez, con dureza! ¡Háganse duros! ¡Sean firmes! ¡Permanezcan sólidos, como el yunque bajo los golpes del martillo! Puede ser que la obediencia a Dios, la fidelidad a la propia conciencia, a ustedes o a mí nos cuesten la vida, la libertad, la pertenencia a la patria. Pero:«Preferible morir antes que pecar!»”.[21]

         Por último, el sermón del 3 de agosto en el cual habló contra el programa de eutanasia, puesto que tenía pruebas fehacientes de que se estaban haciendo listados denominados ciudadanos improductivos. Denuncia las desapariciones y, con vehemencia, pide a su feligresía que se unan a su denuncia para que no se consienta que la vida de los vulnerables sea una vida sin valor.

            “Desde hace algunas semanas escuchamos noticias de que por orden de Berlín los pacientes de las clínicas de enfermos mentales y otros hospicios que ya están hace mucho tiempo enfermos y son seguramente incurables, son arrestados arbitrariamente. Con regularidad reciben luego los parientes, después de poco tiempo, el aviso de que el enfermo ha fallecido, de que su cadáver ha sido cremado y de que es posible pasar a recoger las cenizas. Es una sospecha generalizada y casi segura que estas innumerables muertes inesperadas de enfermos mentales no ocurren espontáneamente, sino que son producidas intencionalmente siguiendo una enseñanza que asegura que está permitido eliminar vidas así llamadas inútiles, es decir, matar personas inocentes si se piensa que su vida no vale nada para el pueblo y el país. Una enseñanza espantosa, que pretende justificar el crimen de inocentes, que permite libremente la matanza de inválidos incapaces de trabajar, de tullidos, de enfermos incurables, de ancianos![22]

         Descritos los hechos, Van Galen, argumenta la ilegitimidad de estas prácticas:

            “Aquí no se trata de máquinas, no se trata de un caballo, o de una vaca, (…) No, aquí se trata de seres humanos, de nuestros prójimos, ¡nuestros hermanos y hermanas! Pobres personas, personas enfermas, sí, improductivas, si se quiere. Pero ¿han perdido por eso su derecho a la vida? Tenemos tú y yo derecho a vivir sólo mientras seamos “productivos”, sólo mientras seamos considerados como tales? Pobres de nosotros si se llega a aceptar como principio fundamental que está permitido matar a las personas “improductivas” ¡pobres de nosotros, cuando seamos viejos y débiles! Si está permitido matar a las personas “improductivas”, entonces, pobres inválidos, que habiendo entregado sus fuerzas, sus huesos sanos a los procesos de la producción, quedaron ahí mismo inválidos!

         Cuando se comienza a aceptar que los hombres tienen derecho a matar vidas “improductivas” -y cuando esto sucede con pobres e indefensos enfermos mentales– entonces se despenaliza básicamente el crimen frente a todos los que puedan parecer improductivos, es decir, los enfermos incurables, los inválidos imposibilitados de trabajar, los inválidos a causa de las guerras o de accidentes laborales, y todos nosotros cuando seamos ancianos y débiles y por lo mismo incapaces de producir. Entonces sólo se necesita una orden secreta diciendo que lo que se decide respecto de los enfermos mentales hay que extenderlo a todos los otros improductivos, ya sean ellos enfermos del pulmón incurables, ancianos débiles, inválidos por causas de su trabajo, soldados gravemente heridos en la guerra. Entonces ninguno de nosotros, nadie, puede estar seguro de poder seguir viviendo. Cualquier comisión está facultada para ponernos en la lista de los improductivos, juzgándonos indignos de vivir, porque nuestra vida ya no vale nada. Y ninguna policía podrá protegernos y ningún tribunal se encargará del crimen buscando y castigando a los asesinos.

         Finalizando ya con el legado de Beato Van Galen, únicamente, señalar que, en 1946 fue nombrado cardenal por parte de Pío XII. Gesto que muchos interpretaron como un reconocimiento a su valor y fidelidad. De regreso a su diócesis, ante la Eucaristía celebrada en su destruida catedral, comparte su dolor por no haber podido derramar su sangre por sus fieles, trasladándoles su agradecimiento porque se supo salvado por ellos, la unidad que se generó ente él y “sus ovejas”, para él, era la única explicación sensata que se revelaba como causa posible para que no hubiese sido apresado.

 

La legislación en torno al final de la vida humana: ¿De donde nace la supuesta legitimidad de la ley de la eutanasia?

         Volviendo a nuestros días, aquí tenemos un texto provocador para tratar de entender cuáles son las ideas (“las filosofías”) que se manifiestan en las actuales propuestas en torno al final de la vida humana:

            “Pues la premisa falsa sobre la que se asienta la política moderna no es otra sino la imposibilidad de conocer la realidad de las cosas; y de esta premisa falsa (…) nace en el político moderno el afán de construir un mundo artificial a su propia medida y según su santa voluntad (luego su éxito dependerá de que consiga hacer creer a las masas cretinizadas que su santa voluntad es también la voluntad general, o siquiera mayoritaria).

            Esta supuesta imposibilidad para conocer la realidad de las cosas acaba haciendo imposible toda forma de política entendida al modo aristotélico; y, en su lugar, propicia una política fundada en filosofías idealistas, que postula que cada hombre puede ‘crear’ su verdad, dado que no hay una verdad objetiva y universalmente válida sobre las cosas (empezando por la propia naturaleza humana). Se trata, pues, de una política puramente voluntarista que prescinde de la realidad y se dedica tan sólo al hallazgo de la utilidad, movida por el egoísmo o el sectarismo; o, dicho de otra manera, una política cuya praxis ya no se fundamenta en una theoria resultante del estudio de la realidad de las cosas, sino en una poiesis que es pura (y fantasiosa) voluntad de poder”.[23]

         ¿Y si la voluntad, en vez de la ley natural, ha comenzado a ser fuente de derechos y libertades? En caso de encontrarnos en este escenario… ¿qué va a ocurrir si la voluntad acepta realizar sus deseos sin contemplar límite alguno?

 

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Notas:

[1]Pontificio Consejo «JUSTICIA Y PAZ». Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia105 “La Iglesia ve en el hombre, en cada hombre, la imagen viva de Dios mismo; imagen que encuentra, y está llamada a descubrir cada vez más profundamente, su plena razón de ser en el misterio de Cristo, Imagen perfecta de Dios, Revelador de Dios al hombre y del hombre a sí mismo. A este hombre, que ha recibido de Dios mismo una incomparable e inalienable dignidad, es a quien la Iglesia se dirige y le presta el servicio más alto y singular recordándole constantemente su altísima vocación, para que sea cada vez más consciente y digno de ella. Cristo, Hijo de Dios, «con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre»; por ello, la Iglesia reconoce como su tarea principal hacer que esta unión pueda actuarse y renovarse continuamente. En Cristo Señor, la Iglesia señala y desea recorrer ella misma el camino del hombre, e invita a reconocer en todos, cercanos o lejanos, conocidos o desconocidos, y sobre todo en el pobre y en el que sufre, un hermano «por quien murió Cristo» (1Co 8,11; Rm 14,15)”.

http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/justpeace/documents/rc_pc_justpeace_doc_20060526_compendio-dott-soc_sp.html#Criatura%20a%20imagen%20de%20Dios(Consultado 27 de abril de 2019).

[2]Ídem. 112 El hombre y la mujer están en relación con los demás ante todo como custodios de sus vidas: « a todos y a cada uno reclamaré el alma humana » (Gn 9,5), confirma Dios a Noé después del diluvio. Desde esta perspectiva, la relación con Dios exige que se considere la vida del hombre sagrada e inviolable. El quinto mandamiento: « No matarás » (Ex 20,13;Dt 5,17) tiene valor porque sólo Dios es Señor de la vida y de la muerte. El respeto debido a la inviolabilidad y a la integridad de la vida física tiene su culmen en el mandamiento positivo: « Amarás a tu prójimo como a ti mismo » (Lv 19,18), con el cual Jesucristo obliga a hacerse cargo del prójimo (cf. Mt 22,37-40; Mc 12,29-31; Lc 10,27-28)”.

[3]Carta Encíclica Evangelium vitae del Sumo Pontífice Juan Pablo II a los Obispos, a los sacerdotes y diáconos, a los religiosos y religiosas, a los fieles laicos y a todas las personas de buena voluntad sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana. 25 de marzo de 1995. http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_25031995_evangelium-vitae.html(Consultado 27 de abril de 2019).

[4]Viaje Apostólico de Su Santidad del Papa Francisco a Chile y Perú (Del 15 al 22 de enero de 2018). Encuentro con la población, saludo del Santo Padre en el Instituto Jorge Basadre Grohmann (Puerto Maldonado) el viernes, 19 de enero de 2018

“En varias ocasiones me he referido a la cultura del descarte. Una cultura que no se conforma solamente con excluir, como estábamos acostumbrados a ver, sino que avanzó silenciando, ignorando y desechando todo lo que no le sirve a sus intereses; pareciera que el consumismo alienante de algunos no logra dimensionar el sufrimiento asfixiante de otros. Es una cultura anónima, sin lazos y sin rostros, la cultura del descarte. Es una cultura sin madre que lo único que quiere es consumir. Y la tierra es tratada dentro de esta lógica. Los bosques, ríos y quebradas son usados, utilizados hasta el último recurso y luego dejados baldíos e inservibles. Las personas son tratadas también con esta lógica: son usadas hasta el cansancio y después dejadas como «inservibles». Esta es la cultura del descarte, se descarta a los chicos, se descarta a los ancianos. Allí, saliendo, cuando hice el recorrido hay una abuela de 97 años, ¿vamos a descartar a la abuela? ¿qué les parece? No, porque la abuela es la sabiduría de un pueblo. ¡Un aplauso a la abuela de 97 años!

https://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2018/january/documents/papa-francesco_20180119_peru-puertomaldonado-popolazione.html(Consultado 27 de abril de 2019).

[5]Chesterton, el escritor británico a las puertas de la canonización. Juan Manuel de Prada https://www.abc.es/cultura/cultural/20131014/abci-cultural-m109-libros-chesterton-201310141106.html(Consultado 27 de abril de 2019).

[6]Otro tema es que los creyentes, los creyentes enamorados de la filosofía de Santo Tomás de Aquino para ser más exactos; veamos que la ley natural es un reflejo de la sabiduría de Dios.

[7]Ley natural, derecho natural y política.Escrito por Ángel Rodríguez Luño. Publicado:5 Agosto 2011. https://www.almudi.org/articulos/517-Ley-natural-derecho-natural-y-politica#Z02.Consultado el 25 de mayo de 2019.

[8]Ni por alabanzas ni por amenazas me desviaré de los caminos de Dios.

[9]Dom Antoine Marie osb. 2 de octubre de 2007. http://www.clairval.com/lettres/es/2007/10/02/4031007.htm(Consultada el 25 de mayo de 2019).

[10]Ídem.

[11]Ídem.

[12]Ídem.

[13]Carta Encíclica MIT BRENNENDER SORGE del Sumo Pontífice Pío XI sobre la situación de la Iglesia Católica en el Reich Alemán. (14 de marzo de 1937) https://w2.vatican.va/content/pius-xi/es/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_14031937_mit-brennender-sorge.html(Consultada el 28 de mayo de 2019).

[14]Ídem.

[15]Ídem.

[16]Prédica en la iglesia Lamberti de Münster. Obispo Clemens August van Galen, 13 de julio 1941. Fuente: Vicaría General de Münster. Traducción Sr. Úrsula O.S.U. Santiago de Chile. http://www.luebeckermaertyrer.de/es/geschichte/predigten-von-galens/predigt-1.html(Consultado 1 de junio de 2019).

[17]Ídem.

[18]Ídem.

[19]Ídem.

[20]Prédica en la Iglesia Liebfrauen de Münster. Obispo Clemens August van Galen, 20 de julio 1941. Fuente: Vicaría General de Münster. Traducción: Sr. Ursula O.S.U., Santiago, Chile. http://www.luebeckermaertyrer.de/es/geschichte/predigten-von-galens/predigt-2.htmlConsultada el 28 de mayo de 2019.

[21]Ídem

[22] Prédica en la Iglesia Lamberti de Münster. Obispo Clemens August van Galen, 3 de agosto 1941. Fuente: Vicaría General de Münster. Traducción: Sr. Ursula O.S.U., Santiago, Chile. http://www.luebeckermaertyrer.de/es/geschichte/predigten-von-galens/predigt-3.htmlConsultado 1 de junio de 2019.

[23]Voluntarismo.Juan Manuel de Prada. XL Semanal. Nº1493.  5 de junio de 2016. Pág. 10.