La Radical Orthodoxy es catalogada como una nueva teología política, porque hace un replanteamiento de los ámbitos esenciales de la actividad humana desde un marco teológico: «la estética, la política, la sexualidad, el cuerpo, la persona humana, el arte, el espacio. Se trata de volver a situar todas esas cosas desde un punto de vista cristiano, es decir, trinitario, cristológico, eclesial y eucarístico»
TEOLOGIA POLITICA
La Radical Orthodoxy: identidad y planteamientos teológicos
P. Osmin Serrano Grillet
La Radical Orthodoxy (en adelante RO) surgió en los años noventa del siglo XX. Sus fundadores prefieren hablar de una «sensibilidad» o de un «espíritu» y no tanto de una escuela, ya que se trataría de la convergencia de distintos impulsos filosóficos y teológicos. Entre los fundadores ocupa un lugar preeminente John Milbank que, con la publicación de su obra Teología y teoría social. Más allá de la razón secular, establece las afirmaciones transversales de esta propuesta teológica. A él se le une como cofundadores Graham Ward y Catherine Pickstock, publicando en una obra titulada Radical Orthodoxy: A New Theology, los diversos puntos de un proyecto común. Todos ellos, vinculados a la Universidad de Cambridge y al resurgimiento de la teología anglosajona; siendo llamados «platónicos de Cambridge». En la actualidad tiene gran influencia, especialmente en España, William Cavanaugh y Daniel M. Bell Jr.
1. Identidad
Para comprender adecuadamente esta propuesta es necesario conocer el ambiente teológico en el que ha nacido[1]. La teología del siglo XX en el mundo anglosajón se desarrolló en torno a dos ejes fundamentales: la necesaria confrontación entre la forma de ver el mundo desde la fe cristiana y la visión moderna, junto con la salvaguarda de la originalidad cristiana frente a cualquier otra cosmovisión.
Dos figuras emblemáticas constituyen los ejes temáticos: por una parte, Friedrich Schleiermachaer, con lo que se denomina «Teología liberal»; la cual, suele ser definido como un proyecto «correlacionista», que tiene como objetivo una correlación entre la revelación cristiana junto con las estructuras de una cultura o sistemas político–económicos determinados, convirtiéndose en fuente normativa para el proyecto de la teología. En este eje teológico figuran autores como Paul Tillich, Karl Rahner, David Tracy, entre otros. En el polo opuesto, se encuentra la propuesta teológica representada por Karl Barth, con una corriente que se puede denominar «revelacionista», ella rechaza toda pretensión de crear cualquier ruptura entre la fe cristiana y el ámbito público, bajo el subterfugio de un punto de contacto neutral o secular. Ante ello, hace un planteamiento donde la revelación cristiana llene de contenido el ámbito secular subvirtiendo las bases de la cultura contemporánea. Autores como Hans Urs von Balthasar, Hasn W. Frei o George Lindbeck suelen ser asociados a esta perspectiva.
La RO puede ser ubicada como la puesta en marcha de la tendencia revelacionista. De hecho, sus teóricos tienen entre sus principales objetivos, plasmados en un manifiesto titulado Radical Orthodoxy: Veinticuatro tesis, la recuperación del discurso teológico como una voz autorizada para explicar la visión del mundo frente a la razón secular. Esta, fruto de haber pactado con una visión correlacionista ha confluido en lo que ellos llaman la primacía de la «hipermodernidad», que tiene como punta de lanza lo secular:
«Desde hace varios siglos, el secularismo ha estado definiendo y construyendo el mundo. Es un mundo en el que lo teológico está desacreditado o se ha convertido en una actividad de ocio inofensiva de compromiso privado […] hoy en día, la lógica del secularismo está implosionando. Hablando con una voz amplificada y simulada digitalmente, proclama —inquieta o cada vez más desvergonzadamente—su propia falta de valores y de sentido. En sus ciberespacios y parques temáticos promueve un materialismo desalmado, agresivo, indiferente y nihilista»[2].
Ante esta realidad realizan su identidad de ortodoxia, radicalidad y teología, que comentamos a continuación.
2. Raíces Teológicas
Esta sensibilidad teológica posee un nombre muy sugerente y representativo de sus diversos planteamientos. Por ello, describimos qué entienden Milbank y compañía por ortodoxia, radical y teología.
2.1. ¿Qué ortodoxia?
Los teóricos de la RO conciben su ortodoxia tomando elementos de la teología ortodoxa y la teología neo-ortodoxa. Ambas se refieren a los desarrollos teológicos que rechazan la subyugación religiosa a los criterios de fundamentación de la realidad impuestos por la razón secular de la modernidad: ya sea porque se les considera en las antípodas de la ortodoxia cristiana o porque se contraponen a la pretensión omniabarcante de los planteamientos modernos en detrimento de la fe cristiana.
No se trata de una vuelta anacrónica a formas de vida y de fe cristiana, propias de otras épocas, sino una actualización de lo mejor de la tradición cristiana; con lo cual, «la ortodoxia que se reivindica aquí remite a su matriz patrística y el “cristianismo más rico, más total, más coherente, que fue erosionado en los últimos siglos de la Edad Media”»[3]. Todo este patrimonio, está llamado a encarnarse en la actualidad mediante diversas realidades, creando formas de vida alternativas a la salvación postmoderna; según W. Cavanaugh, dichas formas de vida alternativas serían formas de vida eclesiales, en las que la Iglesia se manifiesta como comunidad que configura el tiempo y el espacio radicalmente opuesto al totalitarismo moderno.
2.2. ¿Qué radicalidad?
Milbank, C. Pickstock y G. Ward explican que su propuesta teológica se llama radical en el sentido anglosajón, como crítica incisiva de la realidad:
«Partiendo de una crítica cerrada del liberalismo, del positivismo y del marxismo, demuestra que las ciencias sociales, lejos de ser neutras, son sólo teologías disfrazadas y pervertidas, antiteologías heréticas. La acusa de haber producido un mundo moderno basado en una ontología de la violencia. Frente a ellas, sólo la teología, con la riqueza de sus recursos, puede oponer y suscitar una vida social de amistad y de paz sobrenatural»[4].
La RO se considera radical porque no concibe mediaciones para comprender tanto la tradición cristiana, como la realidad misma. Por el contrario, busca nutrirse de esa ortodoxia para una comprensión de la realidad, a la vez que para la producción de planteamientos reestructuradores de la sociedad. Esto no significa un desprecio de los avances científicos logrados por la modernidad, sino un rechazo de sus planteamientos como clave hermenéutica de la realidad y como configuración social. Por ello, proponen la titánica tarea de un replanteamiento de las ramas del saber, ahondando en sus avances que no sean metarrelatos de la violencia, confluyendo en una reorientación cristiana.
2.3. ¿Qué teología?
La característica teológica desde donde la RO desarrolla sus planteamientos es el ecumenismo, porque sus teóricos pertenecen a diversas realidades cristianas: la Iglesia Católica, comunidades surgidas de la Reforma, los anglicanos y el orbe cristiano anglosajón.
Sus autores dicen hacer una lectura actualizada de San Agustín y sus planteamiento sobre la gracia y la Ciudad de Dios; también, de Santo Tomás de Aquino sobre la síntesis metafísica de la analogía del ser y la participación; reivindican igualmente su filiación a la «nouvelle théologie» de Louis Bouyer, con sus aportaciones al ámbito litúrgico; Hans Urs von Balthasar por su teología de la cultura y la estética teológica; Gaston Fessard y Jean Daniélou por sus estudios de la antigüedad cristiana y de teología política; sobre todo, Henri de Lubac constituye un pensador de referencia para la RO por su intento de finalizar el dualismo naturaleza-gracia-, fe-razón, natural- sobrenatural.
Sobre estas bases desarrollan sus planteamientos, no circunscribiéndose a lo meramente teórico sino dando el paso a la transformación de la realidad social implantada por lo que ellos llaman la razón secular que es sobre lo que invierten todos sus esfuerzos:
«La razón secular no solo trasplanta los temas fundamentales cristianos, como la “providencia” y la “elección divina”, en la creencia en el progreso constante de la humanidad, sino que también relega la religión a los márgenes de la sociedad. Esta marginación ha tenido consecuencias de gran alcance: despojó a la religión de su función social general, a saber, la de mantener unidos a los diferentes estratos social; la religión solo puede cultivarse en la privacidad de la conciencia de los creyentes, perdiendo, así, su relevancia y su influencia en lo público. El resultado fue la consolidación de un dominio secular en el que se dieron plenos poderes a la planificación racional, a la competitividad y a los antagonismos despiadados»[5).
3. Principales planteamientos
3.1. Crítica a la modernidad
Haciendo una diagnóstico de la situación actual, plantean que el nihilismo materialista y la realidad fragmentada en la que nos encontramos es el resultado de la culminación de la modernidad; la cual, muestra su rostro en su omnipresencia en la existencia humana. Así, teniendo como base la razón ilustrada que expulsa de toda cosmovisión a Dios y la religión, plantea la creación de un ámbito universal y neutral para la resolución de todos los conflictos humanos. Así, plantea «la construcción de un ámbito pretendidamente universal y neutral, la secularidad, que solucionaría los enfrentamientos que visiones antagónicas del mundo basadas en diversos planteamientos religiosos habían ocasionado desde la antigüedad»[6].
En la RO se prefiere hablar de «hipermodernidad» para explicar cómo las ciencias seculares han estructurado la realidad de las cosas. Ellas, ofrecen una interpretación del mundo desde un antagonismo originario de voluntades de poder enfrentadas violentamente, como forma natural de la realidad. Ante ello, la Modernidad ha generado instituciones disciplinarias, la principal el Estado, como institución que homogeniza a los miembros de la sociedad. A esto, la RO lo llama el mito de la violencia, para desmentir dicho conflicto originario de voluntades. Dicha omnipotencia estatal concurre es una religión del Estado, como suplantación de Dios, es decir, en un estadocentrismo.
Ante esta realidad se ofrece una vía diferente, una nueva visión del mundo que la tradición cristiana puede ofrecer, basada en la ontología de la paz y la armonía originales de la creación; una cuestión inasumible por la razón ilustrada por estar basada en la violencia.
3.2. La Post – secularidad
La creación del espacio secular planteado por la Modernidad, junto con la razón universal y neutral supuso poner la religión en cuarentena, circunscribiéndola al ámbito privado. De tal forma, que en el espacio público secular solo podría estar presente aquello que fuera purificado por la razón ilustrada o la razón secular. Dicha preeminencia de la secularidad significa en primer lugar, un vacío de las esferas de la política, la economía, la cultural y lo social de cualquier referencia a Dios. En segundo lugar, un descenso de la práctica religiosa al ámbito privado sin manifestación pública. En tercer lugar, pasar de una sociedad que entiende y promueve las creencias a resituarlas como una más entre tantas opiniones
Esta separación entre secularidad y religión generó otra separación, la de la razón y la fe: una razón enemistada con la fe y una fe ajena a todo ámbito secular. La RO propone la no aceptación de la supuesta universalidad y neutralidad de la razón secular. Plantea una interpretación de la realidad en sus diversas dimensiones a partir de una razón iluminada por la fe, para llegar hasta las últimas consecuencias en el conocimiento de la realidad: «lo importante para la RO es que es posible superar la dualidad natural-sobrenatural, secularidad-religión, etc. en una mirada que integre los dos polos de estos binomios aparentemente irreconciliables»(7]. Lo que resulta imposible es mantener la separación y al mismo tiempo salvaguardar ambas partes, porque siempre una acabará disolviéndose en la otra.
3.3. Una metafísica de la participación
Los autores de la RO consideran que el nihilismo materialista postmoderno es la consecuencia lógica del abandono de la metafísica implantada por la modernidad. Dichos autores, recuerdan que los Padres de la Iglesia y posteriormente la síntesis tomista habían desarrollado el fundamento de todo cuanto existe desde la analogía del ser. Con lo cual, toda la creación tiene contenido y sentido, puesto que participa del ser de Dios. La ruptura con esta metafísica se da fundamentalmente con G. Ockham y el nominalismo, que rompe la vinculación entre lo particular y lo universal, iniciando la supremacía de la univocidad del ser que explica la realidad desde la inmanencia. Según la RO dicho materialismo y su inmanencia acabó implosionando por no encontrar su fundamento sobre sí misma: «Sólo es posible una verdadera valoración de la inmanencia si la contemplamos participando en la trascendencia divina, de lo contrario, la realidad inmanente se diluye en sí misma»[8].
Ante esta realidad la RO proponen una metafísica de la participación. La cual, es descrita por James Smith como una metafísica «en la que “nada existe autónomamente o en sí mismo, sino que sólo existe en la medida en que participa en el don de la existencia ofrecida por Dios (un modelo claramente agustiniano)”»[9]. Por ello, la insistencia de autores como Cavanaugh en el modelo participativo de la relación entre lo natural y lo sobrenatural propuesto por Henri de Lubac. Para estos teólogos, la clave hermenéutica de esta metafísica de la participación se encuentra en la encarnación del Hijo de Dios: en Él la trascendencia se nos ha entregado encarnada, uniendo irrevocablemente lo natural y lo sobrenatural. Por ello, uno de los grandes retos que propone la RO es el desarrollo de una nueva metafísica de la participación como respuesta al nihilismo materialista.
3.4. Sacramentalidad, liturgia y estética
Con la revalorización de la materia que participa de Dios, plantean una recuperación de la teología sacramental y la liturgia, ocupando un lugar central en sus reflexiones. Pues, «si el mundo material participa en Dios, entonces todas aquellas realidades que nos acercan material y sensitivamente al Creador cobran una importancia fundamental»[10]. Sus afirmaciones huyen de todo panteísmo, reafirmándose no en la presencia de Dios en todo, sino en que toda la realidad remite a su causa primera por ser participación de la misma.
Estos planteamientos son la base para un redescubrimiento de las mediaciones de la corporalidad, el lenguaje litúrgico y el arte con fuerte influencia en la teología de la estética teológica de H. Von Balthasar. En este sentido, «quien dice cultura dice culto. Si toda cultura no tiene sentido más que como participación en Dios, la sociedad humana debe rendir culto a su Creador y Redentor. Un orden verdaderamente cristiano es un orden litúrgico»[11]. Por ello, para Catherine Pickstock la liturgia no es un pasatiempo dominical, sino la actividad humana por excelencia, en el centro de la vida personal y en el corazón de la ciudad como capacidad transformadora del misterio de Dios en el mundo, siendo la culminación misma de la vida colectiva.
3.5. Crítica y transformación social
Los pensadores de la RO no se limitan a planteamientos conceptuales sino que construyen un puente, desde la encarnación y la metafísica de la participación, llevando su crítica a la forma en que los planteamientos de la modernidad han estructurado la vida social. Con ello, se puede afirmar que:
«El problema fundamental de nuestro tiempo es, según la RO, que el Estado, el mercado y las grandes instituciones modernas se han atribuido la función de dotar de sentido a los ciudadanos de nuestras sociedades, expandiendo la mitología pagana en que, últimamente, se fundamenta la razón moderna»[12].
Ante esta realidad, plantean un proyecto de deconstrucción y reconstrucción cultural que ha de realizarse en dos direcciones complementarias: por una parte, con el resguardo de todo el patrimonio de la tradición cristiana por la Iglesia y comunidades cristianas, siendo que sus miembros están llamados a situarse en el mundo desde ello y transformarlo. Por otra parte, se deben promover diversas iniciativas que sean contraculturales a la cultura del mercado, del estado como salvador, del consumismo, de la libertad planteada como fin en sí mismo, del reduccionismo subjetivista de la realidad, etc.; aquí cobran protagonismo las comunidades intermedias, como referentes sobre los que construir nuevas sociedades desde los presupuestos que plantean la RO.
En definitiva, la transformación social implicaría la creación de nuevos modelos económicos, políticos y sociales que se construyan sobre unos presupuestos antropológicos del hombre como imagen de Dios. Con lo cual, el espacio secular no sería creador de sentido e identidad, sino a lo sumo punto de encuentro que permita a las diferentes comunidades un conocimiento enriquecedor y generador de identidad social. Por estas propuestas, la RO es catalogada como una nueva teología política, porque hace un replanteamiento de los ámbitos esenciales de la actividad humana desde un marco teológico: «la estética, la política, la sexualidad, el cuerpo, la persona humana, el arte, el espacio. Se trata de volver a situar todas esas cosas desde un punto de vista cristiano, es decir, trinitario, cristológico, eclesial y eucarístico»[13].
4. Conclusiones
Resulta plausible la pretensión de recuperar la identidad de la teología enraizada en el fundamento de la ortodoxia. Con ello, ocurre una rememoración a la Edad Media, especialmente el período escolástico, donde la teología era la madre de todas las ciencias desde la cual los demás saberes encontraban su fundamento. Sin embargo, el replanteamiento de las ciencias desde la teología corre un grave peligro: el caer en aquello que se quiere eliminar, tratando de dominar con la razón teológica a la razón secular so pena de caer en un deísmo exacerbado.
La RO no ha estado exenta de críticas. Sus detractores ante la publicación del manifiesto «Radical Orthodoxy»: Veinticuatro tesis, publicaron con un lenguaje satírico otro manifiesto titulado: «Radical Orthodoxy» Veinte tesis más; en el cual, entre diversas críticas afirman en la tesis segunda: «la “RO” se afirma a sí misma como fuente de todo conocimiento actual o posible»[14); incluso, se hace una dura crítica en la tesis sexta: «la “RO” persigue la sabiduría sin ascetismo y la teología sin la Biblia»[15].
Uno de los planteamientos más llamativos de J. Milbank es su «panenteísmo»; entendido como la reconstrucción del devenir de Dios en el mundo finito. Partiendo de la encarnación y la redención, se puede llevar hasta las últimas consecuencias el potencial divino en lo creado; por ello, al teólogo inglés le gusta hablar de «la autorrealización de Dios en el ámbito finito». Un despliegue de sus planteamientos teológicos en el orden de la creación, de la redención y de la escatología.
La RO constituye una propuesta teológica que está en estado germinal del desarrollo de sus planteamientos. Por ello, se puede esperar que sean unos desarrollos que darán mucho de qué hablar en el mundo académico.
NOTAS:
[1] Cf. Roberto Casas Andrés. “¿Qué ortodoxia? ¿qué radicalidad?: una teología arriesgada para un tiempo incierto”. En La modernidad cuestionada. La corriente «Ortodoxia Radical» y su propuesta de una nueva «teología política», dirigido por Carmen Bernabé, Manuel Reus y Joxe Arregi, 53-56. Bilbao: Deusto Publicaciones, 2010, 51-79.
[2] John Milbank – Catherine Pickstock – Graham Ward. Radical Orthodoxy. A new theology. London: Routledge, 1999,1.
[3]Denis Sureau. Una nueva teología política (en torno a la “Radical Orthodoxy). Granada: Editorial Nuevo Inicio, 2010,154.
[4] Ibid., 155.
[5] Georges de Schrijver. “Estudio crítico del movimiento «Ortodoxia Radical»”. Revista Concilium 355 (2014) 110.
[6] Casas Andrés. “¿Qué ortodoxia? ¿qué radicalidad?”, 64.
[7 Ibid., 65.
[8] Ibid., 66.
[9] James K. A. Smith. Introducing Radical Orthodoxy. Mapping a Post–secular Theology. Grand Rapids: Bader Academic, 2004, 75.
[10] Casas Andrés. “¿Qué ortodoxia? ¿qué radicalidad?”, 66.
[11] Sureau, 152.
[12] Ibid., 69.
[13] Ibid., 148.
[14 Ibid., 145.
[15] Ibid.

