HISTORIA de la Doctrina Social de la Iglesia
La Doctrina Social de la Iglesia nace como respuesta a la cuestión social moderna.
La revolución industrial al introducir nuevas formas de producción —basadas inicialmente en la máquina de vapor—, produce como consecuencia una serie de cambios sociales, que ciertamente mejoran la condición de vida de la sociedad, pero que también inciden negativamente en los trabajadores.
Por eso, respecto a la cuestión social, hay un antes y un después, divididos por la revolución industrial. A ese después —la era de la industrialización— responde la Doctrina Social de la Iglesia.
León XIII tuvo que superar la visión negativa del régimen político liberal que habían difundido sus predecesores Gregorio XVI y Pío IX. Tuvo que matizar y distinguir unas condenas globales. León XIII consideró que, antes de iluminar la cuestión social, era preciso tener un cuerpo doctrinal sólido en materia política. Al hacerlo, la Iglesia adoptó una postura más matizada ante el liberalismo:
• Aceptó algunos de sus postulados: la organización democrática, la distribución del poder, la constitución, los partidos políticos, el sufragio universal, la participación política.
• No transigió totalmente con otras dos pretensiones liberales —la separación Iglesia-Estado y la libertad de cultos— pero se acercó a sus posturas defendiendo la independencia y colaboración entre Iglesia y Estado y la tolerancia religiosa en algunas circunstancias.
• Finalmente, mantuvo una distancia clara en su concepción de la libertad. Es un «don excelentísimo de Dios», pero no es un valor absoluto: debe someterse a Dios. Por eso, en la práctica, la bondad o maldad de las decisiones políticas no depende de la opinión de la mayoría o de la legalidad vigente, sino de la voluntad de Dios.
Aclarada ya la postura de la Iglesia ante lo político, León XIII podía intentar una meta paralela en lo referente a las cuestiones sociales y económicas. También en ellas la respuesta de Pío IX había sido condenatoria de las ideas nuevas. Antes incluso de que apareciese el Manifiesto Comunista de Marx y Engels (1848), el Papa había tomado ya postura ante el socialismo y el comunismo, englobándolos con otros errores de su tiempo: el indiferentismo, las sociedades bíblicas y las campañas contra el celibato sacerdotal. Los considera como amenazas al orden social y censura además su carácter irracional y su pretensión de derruir desde sus cimientos la sociedad. Así en Qui pluribus (9-11-1846), en Quibus quantisque (20-4-1849) y en Nostis et nobiscum (8-12-1849). También sobre el capitalismo había pensado pronunciar condenas: varias de sus tesis económicas se fustigaban en los borradores del Syllabus, aunque después la versión definitiva se orientó en otras direcciones.
Con estos datos nos resulta fácil entender por qué Rerum Novarum (RN) no apareció hasta 1891. León XIII pensó que tenía que poner las bases del pensamiento político católico antes de abordar la tarea de empezar a crear un pensamiento social.
En 1891 llegamos ya a una etapa distinta en la historia centenaria de la DSI. Nos es ya conocida la tarea que tenía ante sí el Papa Pecci cuando dio comienzo con RN a lo que con el tiempo hemos llamado DSI. Conocemos ya el contexto ideológico en que se gesta la primera encíclica social. Con todo, las enseñanzas de Pío IX no eran más que una parte del pensamiento de la Iglesia. No era ciertamente nueva en la Iglesia de finales del siglo XIX la reflexión sobre la cuestión obrera. Por eso, no es exacto, aunque habitualmente se repita, que la DSI comienza con RN. Ésta es la primera vez que un Papa dedica todo un documento a la cuestión social. Pero ya sabemos que el tema había sido tratado en otros muchos documentos anteriores. Por otra parte, León XIII recoge mucho del pensamiento social de la Iglesia anterior a él.
Entre estos primeros pensadores sociales hay que citar al menos a Mons. Ketteler (1811-77), obispo de Maguncia; al austríaco Vogetsang (1818-90); a Mons. Gibbons, cardenal de Baltimore (1834-1921) y a los seglares franceses La Tour du Pin (1834-1924), Albert de Mutt (1841-1914) —fomentadores de los Círculos Obreros Católicos— y Lean Harmel (1829-1915), perteneciente a la Escuela de Angers, dirigida por Mons. Freppel. En torno a otro eclesiástico, el suizo Mons. Memtittod (1824-92), se creó en Roma, hacia 1880, un Comité para el Estudio de las cuestiones sociales. En 1885 se denominaba Unión de Friburgo. En España destacan J. Bahnes, J. Donoso Cortés, J. Vázquez de Mella y Concepción Arenal. Cuando salió a la luz pública, RN encontraba muchos precedentes teóricos y prácticos.
En cualquier historia es tentador quedarse en los conflictos o limitarse a los grandes documentos. La verdadera historia —la vida— es más amplia. También ocurre así en la de la Doctrina Social de la Iglesia. Antes de despedimos de su primer período histórico hay que dejar constancia de la acción social de millares de católicos, que no dejó sus huellas en documentos o en conflictos. Valga esto para el resto de las épocas de esta historia de la Doctrina Social de la Iglesia. Si no, quedaría notablemente incompleta.