Luchamos contra la injusticia social en un sentido ofensivo.

¿Dónde buscaremos las armas para esta lucha? Sólo en el Evangelio. Fundamentalmente en las ocho Bienaventuranzas.

Cuando Cristo habló, lo primero que habló fueron las Bienaventuranzas. Todas están en futuro menos la primera y la última.

La primera. Bienaventurados los pobres… Teniendo lo indispensable, la señal de los santos, tener espíritu de pobreza, en verlo todo para Dios, en vez del egoísta, que todo lo ve para él.

Así tenemos ya el cielo en la tierra, pues Cristo dijo es.

Bienaventurados los que lloran, porque serán…

Pacíficos, mansos, misericordiosos.

Todas en futuro menos la última: Bienaventurados los que sufren persecuciones por defender la justicia porque de ellos es el Reino de los Cielos.

San Agustín dice que son siete y que la octava las resume a todas.

Esta es a la que nosotros nos debemos adherir porque el enemigo se resume en uno solo en la injusticia social.

Y aunque no somos nada, con Jesucristo al frente vamos a lanzarnos a la lucha, a defender la doctrina de la Iglesia.

Y nuestra aspiración no está tanto en el éxito, sino, como dice la Bienaventuranza, en sufrir persecuciones por defender la justicia es el Reino de los Cielos. No está el Reino de los Cielos en los que triunfan, sino en los que sufren persecuciones.

Nosotros quisiéramos ver el triunfo de nuestras doctrinas, y os digo que los que luchamos contra la injusticia social no veremos más que fracasos, pues el fruto será de otros, ya que si nosotros los viésemos, se revolverán todos los enemigos a través de nuestros ojos turbios, y es formidable que sea así, no como quisiéramos nosotros, sino como quiera Dios.

 

Guillermo Rovirosa – Séptima conferencia del cursillo de segundo grado 1951