Edith Stein afirmó: Como mayor es la atracción que nos conduce a Dios, mayor es el deber de salir de nosotros mismos, en dirección al mundo, para llevar allí la vida divina”. Y cuando salimos al mundo, topamos, entre otros, con las estructuras de pecado.

 

EL PROBLEMA DE LAS ESTRUCTURAS DE PECADO

Tasio Mascola. Trabajador social

 

El Magisterio nos habla de ellas desde hace más de medio siglo: “Los mecanismos perversos y las estructuras de pecado solo pueden ser vencidas mediante el ejercicio de la solidaridad humana” (SRS. 1987). El Papa Francisco, en la profética tarea de promover la santidad dentro de la Iglesia afirma: “La Iglesia lucha contra la mafia, concibiéndola como una estructura y un fenómeno de pecado social”.

Son estructuras conformadas por instituciones, pero sobre todo son las relaciones que establecen. Por ejemplo, las relaciones entre:

    • La banca “armada”, gobiernos, partidos políticos y electores.
    • La vivienda, los alimentos y fondos buitre.
    • El paro, el trabajo informal, la esclavitud infantil y la concertación de las grandes centrales sindicales.
    • La ONU, grandes corporaciones y los gobiernos que imponen por ley políticas contra la vida (aborto, ideología de género)[1].

La insistencia del magisterio no es por el desconocimiento que pueda tener el Pueblo de Dios. Las realidades eclesiales las tienen presentes, en muchos casos de manera profética. Y lo demuestra el ejercicio de la caridad asistencial y política.

¿Cuál es el problema de las estructuras de pecado? El problema es la concertación con el pecado, causa del sufrimiento y del mal. Son relaciones contrarias a la naturaleza del bien y, quienes las sostienen, en cierta medida, somos nosotros.

¿De que hablamos si no, cuando hablamos de crisis espiritual y de valores en la sociedad occidental?

En 1967, A. Solzhenitsyn escribió: “No tengo ninguna esperanza en occidente. Su excesiva comodidad y prosperidad han debilitado su voluntad y su razón. Occidente sufre de carencia de recursos morales y espirituales para resistirse a su propia decadencia”. Rovirosa lo planteaba, en otros términos: “conciencia blandengue”. Son palabras muy gruesas, pero necesarias si queremos combatir cristianamente las estructuras de pecado (caridad política).

La misión de los laicos necesita poder identificar las estructuras de pecado, reconocer como actúan y cómo determinan nuestras formas de vida. Es nuestro deber desenmascararlas. Es el caso de la AGENDA 2030, la agenda política y social que promueve la ONU, para blanquear y legitimar las estructuras de pecado[2].

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[1] “El Dios fiel mantiene su alianza”, CEE 2023

[2] “Agenda 2030 objetivos y amenazas” Higinio Marín. https://youtu.be/9Z2h8qRu6s8

  Desenmascarando AG 2030 por D. Justo Lacunza https://solidaridad.net/audio-desenmascarando-la-agenda-2030/