El transhumanismo es ciencia o ciencia ficción?

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Parte de la élite global sueña con convertirse en ‘Homo Deus’”
Albert Cortina, urbanista, autor de ‘Humanismo avanzado para una sociedad biotecnológica’ Barcelonés. Casado, tengo dos hijos que vivirán la revolución de la inteligencia artificial. Licenciado en Derecho y Arquitectura. Debemos capacitarnos social y éticamente para la sociedad biotecnológica. Apuesto por el humanismo avanzado. Creo que la transcendencia nos configura como seres humanos

El transhumanismo es ciencia o ciencia ficción?

Es el nuevo paradigma tecnológico que persigue aplicar las biotecnologías para crear un nuevo ser humano posthumano.

¿En qué se traduce?

En superar la condición humana biológica. Los transhumanistas profetizan que el posthumano será al humano lo que el humano ha sido para todos los demás seres vivos de la Tierra.

Es mucho pretender.

Esta ideología nace en el ámbito anglosajón, optimista y neoliberal cuyo epicentro es la Universidad de la Singularidad en Silicon Valley. Sus objetivos son la superlongevidad, la superinteligencia y el superbienestar.

¿Jugar a ser dioses?

Sí, una parte de la élite global sueña con convertirse en Homo Deus, para ello es necesario procesar cantidades inmensas de datos mucho más allá de la capacidad del cerebro humano hibridándonos con la inteligencia artificial.

¿Pero qué hay de realidad?

Es un objetivo. La superlongevidad, por ejemplo, una de las apuestas de Life Company fundada por Google (2013), plantea retos sociales inmensos. Tendremos que controlar que no todo acabe al servicio de la economía. Debemos tomar muchas decisiones éticas.

¿Cuál cree que son las más esenciales?

El diseño biotecnológico de los niños que han de nacer. Podremos decidir si eliminamos la depresión, el dolor, potenciamos la creatividad, la belleza e incluso las experiencias místicas.

La respuesta parece obvia.

Soy partidario del humanismo avanzado y prefiero hablar del mejoramiento de toda la humanidad que de castas tecnológicas.

¿Dejaremos de parir?

Ya se ha logrado hacer crecer embriones humanos dentro de una placa de Petri durante dos semanas. El experimento se interrumpió por una determinación ética de la comunidad científica. Un desarrollo fetal totalmente artificial cambiaría nuestra condición de mamíferos.

La tecnología es imparable.

Y ambivalente. En China están estudiando cuáles son los factores que definen a los superdotados para, como con las semillas transgénicas, crear mentes superdotadas. Se trata de un rendimiento productivista muy lejos de una visión integral del ser humano.

¿Biología sintética?

Sí, y algunos van en busca de la conciencia artificial. Ya hay robots que toman decisiones como el coche no tripulado, y en algún momento los robots humanoides tomarán decisiones éticas de calado y el tema irá evolucionando.

Me suena a ciencia ficción.

Se está desarrollando la comunicación entre robots, y no podemos garantizar que en un momento dado esos robots autónomos e inteligentes no cambien el código. ¿Lo harán por simple eficiencia, porque tomarán conciencia de que lo pueden hacer, porque se saben distintos…?

El miedo a los robots es un clásico.

Lo decía Stephen Hawking, y Nick Bostrom, filósofo de Ofxord que en sus inicios defendió el transhumanismo, pero en sus últimos trabajos sobre la emergencia de la superinteligencia repensó el tema. Ambos han valorado los riesgos existenciales; y el tema también está en la ONU.

La capacidad de crear y de transformarnos a nosotros mismos es humana.

Pero nos puede llevar a la deshumanización. En el proyecto Avatar 2045, impulsado por el magnate ruso Dmitry Itsko, plantean la conciencia como algoritmos que pueden encarnarse en soportes holográficos o de silicio.

¿Que el cuerpo muera pero que la mente siga viviendo en otro soporte?

Sí, es como una nueva visión de la reencarnación, de hecho el Dalai Lama ha dado su soporte a este proyecto.

¿Dónde poner el límite?

No hay una respuesta clara. La cosmovisión de las diferentes sociedades humanas (agnóstica, cristiana, islámica, budista…) tienen que llegar a un consenso sobre los límites morales y éticos respecto a aspectos que nos van a interpelar.

¿Cuál es su ángulo?

Hay que tener en cuenta la dimensión espiritual de la persona, porque hasta ahora la visión científica ha sido muy racional y emotiva.

¿Emotiva?

Crean robots que imitan los afectos, pero está claro que el ansia de trascendencia no podrán imitarla. Tendremos que poner sobre la mesa cuál es nuestra visión espiritual y no sólo material del ser humano. Cuando hibridemos seres humanos y máquinas tendremos que establecer qué es un ser humano y qué no lo es.

No sé si lo sabremos; Sócrates sigue siendo más sabio que nosotros.

Cierto, las humanidades no están a la altura de las preguntas, pero vamos a tener que planteárnoslas, porque si no lo resolverán el poder económico, militar y políticas no democráticas.

Tiene razón.

Los transhumanistas consideran que la eficiencia debe ser nuestro norte, pero los humanos no somos más humanos por ser más eficientes. Hay que conectar el cerebro con el corazón, es decir, con la interioridad.

¿Nos prendaremos de un robot?

Abyss Creations, del empresario Matt McMullen, vende muñecos tremendamente realistas de mujeres y hombres con total disposición a satisfacer sexualmente a cualquier humano. La robotización de la intimidad ya ha comenzado.

Fuente:http:/www.lavanguardia.com/lacontra/20180430/443142060728/parte-de-la-elite-global-suena-con-convertirse-en-homo-deus.html?utm_campaign=botones_sociales&utm_source=twitter&utm_medium=social