El Papa Francisco asegura que «hay imperialismos en conflicto» y que cuando «se sienten amenazados y en declive, reaccionan pensando que la solución es» un conflicto bélico
Según el Papa Francisco, «es un error pensar que es solo una guerra entre Rusia y Ucrania. No, esto es una guerra mundial». Lo dijo hace dos semanas en una conversación con jesuitas que trabajan en Rusia, Bielorrusia y Kirguistán que se ha publicado este miércoles con el permiso de Francisco. El pontífice revela además que un oficial del ejército ucraniano le solicitó que mediase para intercambiar 300 prisioneros de guerra, y que piensa que no es el momento adecuado para realizar una visita papal a Kiev.
«Creo que es un error pensar que esta guerra es como una película de vaqueros en la que hay buenos y malos», comentó el Papa el pasado el pasado 15 de septiembre en la nunciatura de Kazajistán a un grupo de 19 jesuitas. Especificó que está claro que «la víctima es Ucrania», pero pidió «razonar sobre por qué no se evitó esta guerra».
Francisco está convencido de que «hay factores internacionales que contribuyeron a provocar la guerra». Como ha hecho otras veces, recordó que «un jefe de Estado, en diciembre del año pasado, vino a decirme que estaba muy preocupado porque la OTAN había ido a ladrar a las puertas de Rusia sin entender que los rusos son imperiales y temen la inseguridad fronteriza».
Detrás de la guerra el Papa ve sin duda «imperialismos en conflicto». «Cuando los imperialismos se sienten amenazados y en declive, reaccionan pensando que la solución es hacer la guerra para rescatarse, y también para vender y probar armas». Según Francisco, «algunos dicen que la guerra civil española se hizo para preparar la II Guerra Mundial. No sé si fue realmente así, pero podría ser. Sin embargo, no dudo de que ya estamos viviendo la Tercera Guerra Mundial. En un siglo hemos visto tres: una entre 1914 y 1918, otra entre 1939 y 1945, y ahora estamos viviendo otra».
El Papa les explicó que a lo largo de estos meses se ha reunido con «enviados ucranianos». Entre ellos, cita a «un jefe militar encargado del intercambio de prisioneros, que vino con el consejero religioso del presidente Zelenski». Dice que le llevaron «una lista con el nombre de más de 300 prisioneros. Me pidieron que hiciera algo para hacer un intercambio. Llamé inmediatamente al embajador ruso para ver si se podía hacer algo, si se podía acelerar un intercambio de prisioneros». En la conversación, no aclaró el resultado de esas gestiones.
El Papa lamentó que sea «el pueblo, la gente, la verdadera víctima, que paga en su propia piel las locuras de la guerra». Explicó que por eso «me referí a la chica que hicieron saltar por los aires», en referencia a sus palabras sobre Daria Duguina, que falleció por un atentado con coche bomba, y que provocaron una protesta diplomática de Ucrania, pues el Papa las consideró un episodio de la guerra. «Cuando lo dije, la gente olvidó todo lo que había dicho (sobre Ucrania) hasta ese momento y sólo prestaron atención a eso. Pero comprendo su reacción, porque están sufriendo mucho».
Repitió que en febrero dijo al embajador de Moscú ante el Vaticano que le «gustaría hablar con Vladimir Putin siempre que me dejara una pequeña ventana para el diálogo», y que a lo largo de estos meses ha enviado tres altos cargos de la Santa Sede a Ucrania como gesto de «ayuda y apoyo, un modo de expresar una presencia». «Yo también tenía planes de ir a Ucrania. Pero me parece que la voluntad de Dios no es que vaya en este preciso momento; sin embargo, ya veremos más adelante».
Al Papa le preocupa la crueldad que está tomando el conflicto. Por eso, en la misma respuesta sobre la guerra en Ucrania, lamentó que «los gobiernos dictatoriales son crueles, siempre hay crueldad en la dictadura». Recordó que «en Argentina agarraban a la gente, la metían en un avión y la tiraban al mar. ¡Cuántos políticos he conocido que han estado en la cárcel y han sido torturados! En estas situaciones se pierden derechos, pero también se pierde la sensibilidad humana». Aseguró que, en aquel entonces, fue también doloroso escuchar «muchas veces a buenos católicos que decían: ‘¡Se lo merecen estos comunistas! Se lo han buscado’. Es terrible cuando la idea política supera los valores religiosos».