Una de las enseñanzas más fecundas e importantes del Papa Francisco es en el campo de la moral, la ética con el pensamiento social inspirado en la fe y al servicio de la misión evangelizadora de la iglesia. Ahí tenemos su reciente y relevante discurso a los profesores y alumnos de la Academia Alfonsiana-Instituto Superior de Teología Moral (Roma). Y, en esta línea, ha elaborado una muy significativa carta para la Pontificia Academia para la Vida, “Humana communitas”(La comunidad humana). En estos mensajes, unidos al resto de su magisterio, Francisco nos muestra todo un humanismo ético, social e integral cimentando en la experiencia de la fe. Tal como se nos manifiesta desde el Dios revelado en Jesús, el Cristo.
Movida por la Gracia de Dios, la fe e iglesia con su vital compromiso solidario por la justicia con los pobres, que es constitutivo de su misión, ha de realizar la conversión pastoral hacia las periferias, defendiendo la vida y dignidad de las personas, de los pueblos y de los pobres. Desde el seguimiento de Jesús en el Espíritu, es la iglesia pobre con los pobres como sujetos de su promoción liberadora e integral. El verdadero humanismo ético y social impulsa el protagonismo de las personas, de los pueblos y los pobres en la gestión de las realidades humanas, sociales e históricas; como autores del desarrollo humano e integral y de la transformación del mundo, en la búsqueda de la civilización del amor. El tiempo es superior al espacio, en oposición a todo poder, elitismo, selectos y “liderismos” que impiden los procesos de los pueblos y los pobres para que sean los gestores de su existencia, de la vida social y pública.
Este humanismo moral y social es universal, no conoce fronteras ni barreras. El todo es mayor que la parte y, frente a la privatización burguesa de la moral, la ética inspirada en la fe abarca e incluye el compromiso transformador de todo el mundo, de lo local y lo global. Todo se complementa y está relacionado con todo, la diversidad en la unidad, frente a todo monopolio e integrismo de cualquier tipo. En contra del individualismo burgués, la persona es un ser sociable, comunitario y solidario que se realiza en la entrega al servicio del bien común más universal en la humanidad y el mundo. Frente a todo totalitarismo o colectivismo, la persona y la comunidad con la vida social no se enfrentan, sino que deben servirse mutuamente en el bien común y respeto de la dignidad de cada ser humano.
En la moral hay unos valores y principios, ideales principales, como es la misericordia ante el sufrimiento e injusticia que padece el otro, el pobre u oprimido, y la caridad que está unida indisolublemente a la justicia. La caridad tiene una inherente dimensión social y pública. Es la caridad política o amor civil, que es inseparable de la promoción de la justicia social (global) con los pobres y del bien común, para ir alentando esa civilización del amor. La fe y moral llevan la forma de la interdisciplinariedad, en especial con el empleo de las ciencias sociales o humanas, para ir buscando esas mediaciones sociopolíticas y económicas que hagan efectiva la caridad, la paz y la justicia. Y es que la fe y la razón no se oponen, se complementan y fecundan mutuamente con el dialogo fe-cultura.
Siguiendo la tradición de la iglesia, por ejemplo a Santo Tomás de Aquino, Francisco nos transmite el valor del ser humano que es amado por sí mismo, por su ser persona e intrínseca trascendencia y dignidad, no por interés ni lucro. Este humanismo con la moral y su doctrina social (DSI) se fundamenta en: Dios Padre Creador que nos hecho, nos ama y constituye como hijos; en su Hijo eterno, Jesucristo, Dios encarnado en la humanidad y el mundo e historia, que nos trae el Reino de Dios y su justicia con su salvación liberadora, nos convierte en sus hermanos; y en El Espíritu Santo, Señor y Dador de vida, que nos vivifica en esta comunión de Amor del Dios Trinitario.
La Trinidad es la entraña y modelo de la iglesia, del ser humano y de la sociedad-mundo que ha de reflejar las relaciones trinitarias de comunión, entrega y amor en todas las realidades políticas, económicas e históricas. El Dios trinitario es el fundamento y paradigma más profundo de la sagrada e inviolable vida y dignidad del ser humano con su antropología y desarrollo integral: en su carácter fraterno, personal, corporal, comunitario, social, político, económico, ecológico, cultural, espiritual y trascendente. Todo daño y agresión al ser humano se comete contra la imagen y semejanza e hijo de Dios, contra el hermano y presencia (sacramento) real de Jesucristo, que está en toda persona, sobre todo presente en el pobre, crucificado y excluido de la historia.
La existencia moral con la defensa de la vida, dignidad y derechos de la persona tiene, en la inspiración de la fe, toda esta fundamentación teológica y antropológica que muestra una bioética global y ecología integral en la realidad concreta, social e histórica. La realidad está antes que la idea. De ahí el cuidado y la protección de la vida en todas sus fases, desde el inicio con la fecundación-concepción, dimensiones y aspectos frente a la cultura de la muerte impuesta por los poderosos y enriquecidos sobre los débiles, víctimas y pobres de la tierra.
En la realidad actual e histórica domina la ideología e idolatría individualista, relativista, hedonista, consumista y tecnocrática que sacrifica la vida humana a estos ídolos de la egolatría, de la riqueza-ser rico, del capital, beneficio, competitividad, poder y buena vida (del hedonismo-placer). Un individualismo, relativismo y tecnocracia donde la vida digna de la humanidad, de los pueblos y los pobres es negada e inmolada a estos falsos dioses del mercado, de las finanzas-banca y del economicismo del capital. La unidad fraterna es superior al conflicto. Y el capital no puede estar antes que el trabajo, la persona trabajadora con sus derechos como es un salario justo tiene la prioridad sobre la ganancia y los medios de producción. Ni tampoco la propiedad está por encima del destino universal de los bienes, la justa distribución de los recursos que hace real el intrínseco carácter personal y social de la propiedad.
La productividad y el crecimiento económico con el consumo no deben esquilmar al planeta tierra, la vida y sostenibilidad ecológica debe orientar al desarrollo humano e integral. Todo está relacionado con todo. No existen las crisis e injusticias por separado, como son la social por un lado y la ecológica por otro. La espiritualidad y moral con la justicia socio-ambiental dan respuesta a estas crisis e injusticias, al clamor de la tierra y al grito de los pobres que, en este sentido, son los que más sufren todo este expolio y destrucción ecológica de los bienes.
La ecología integral comprende el cuidado y la justicia personal, la justicia social (global) con los pobres de la tierra y la ambiental con el hábitat natural, en la comunión con Dios, con los otros y con el cosmos. Una ecología humana con la paz en contra del mal e injusticia de las guerras y de las armas que son un negocio, con la ética femenina que promueve la dignidad y el protagonismo de la mujer en todos los ámbitos. Y el amor fiel del hombre con la mujer que se abre la vida y conforma la familia con los hijos, la solidaridad y el compromiso por la justicia con los pobres. Es la familia militante, pobre y solidaria, en contra de la familia burguesa e individualista. En la fe e iglesia, todo este compromiso moral y social lo llevan de forma más directa al mundo los laicos. La vocación más específica del laicado es la caridad política, en la gestión y transformación más inmediata de las realidades sociales e históricas del mundo, para que se vayan ajustando al Reino de Dios y su justicia, paz y vida que culmina en los cielos nuevos y en la tierra, en la vida plena y eterna.
Por Dr. Agustín Ortega Cabrera, misionero laico español-canario, es Trabajador Social y Doctor en Ciencias Sociales (Dpto. de Psicología y Sociología). Asimismo ha realizado los Estudios de Filosofía y Teología, Doctor en Humanidades y Teología. Profesor e investigador en diversas universidades e instituciones universitarias y educativas latinoamericanas. Autor de distintas publicaciones, libros y artículos.