Para comprender a los migrantes, debemos vernos a nosotros mismos. Además hay que integrarlos y no se lo debe considerar “como una piedra en el zapato”. También es necesaria una nueva economía enraizada en las personas cuya Palabra clave es solidaridad. 

 

Antes de celebrar la Audiencia general el pasado miercoles, el papa Francisco recibió  a los representantes del Fondo Mundial de Solidaridad a quienes les habló espontáneamente, tras entregarles el discurso que había preparado para esta ocasión. Al agradecer este encuentro, el Papa les dijo que le gusta que la gente esté en las fronteras, en las periferias. “Simplemente porque Jesús fue a las periferias” para mostrar el Evangelio.

“Las periferias, sean del cuerpo, sean del alma; porque hay personas que está un poco acomodada pero tienen el alma destruida, desgarrada: ir con ellos también; hay tanta gente que necesita cercanía”

El Pontífice prosiguió explicando que “la cercanía es el estilo de Dios”, tal como se desprende de algunas expresiones religiosas independientemente que provengan de congregaciones religiosas o de cristianos que se separan para mantener la fe. Aquí dijo que se trata de una “reedición del fariseísmo más antiguo”. “Porque ellos quieren tener un alma limpia, pero con esta actitud, quizá tengan el alma limpia, pero su corazón está sucio de egoísmo”.

 

Con los descartados de la sociedad

Además, el Pontífice los animó a “ir a las periferias, a encontrar a la gente que no cuenta, a los descartados de la sociedad”, en esta “cultura del descarte” que estamos viviendo, porque es precisamente allí donde hay que ir como lo hizo Jesús.

En cuanto a los migrantes a los que hay que “acoger, acompañar, promover e integrar”, el Santo Padre reafirmó que este camino de integración en la sociedad. “No es una obra de beneficencia, con los migrantes, dejarlos allí. No. Es tomarlos e integrarlos, con la educación, con la inserción laboral, con todas estas cosas”.

 

Integrar a los migrantes

Por otra parte, el Obispo de Roma recordó la tragedia acaecida en el aeropuerto de Zaventem protagonizada por un grupo de jóvenes belgas hijos de inmigrantes, no integrados, metidos en guetos (se trata del atentado en el aeropuerto de Bruselas que dejó once muertos reivindicado por el autodenominado Estado Islámico, ndr.). Y manifestó que “un migrante no integrado está a medio camino”. “Es peligroso para él, pobrecito, porque siempre será un mendicante. También es peligroso para todos”. Integrarse, dijo Francisco, no hay que considerar a los migrantes “como una piedra en el zapato”, que es molesto.

 

Ver las propias raíces

Para comprender a los migrantes, el Papa dijo que debemos vernos a nosotros mismos. De ahí necesidad de mirar siempre las raíces. En cuanto a la situación en Europa, el Santo Padre invitó a mirar su realidad, es decir, que fue hecha por los migrantes; “y hoy, para un desarrollo serio”, dijo, “necesita a los migrantes”. Habló asimismo del “invierno demográfico, en el que no hay niños, en el que el futuro es cada vez más estrecho”, de ahí la necesidad de “¡que venga esa buena gente, pero hay que integrarla! Intégralos. Y por esta razón les agradeció lo que hacen en su organización con ellos. “No es una limosna no, es la fraternidad”.

 

Un nuevo tipo de economía

Aludiendo a su título les dijo que también buscan un nuevo tipo de economía. Y añadió textualmente:

“La economía debe convertirse. Se la debe convertir ahora. Debemos pasar de la economía liberal a la economía compartida por las personas, a la economía comunitaria. Y sobre esto se trabaja bastante con los jóvenes economistas, incluidas las mujeres”

 

Una economía cristiana

Al respecto el Papa ofreció el ejemplo de Estados Unidos, donde algunas mujeres dieron un paso adelante al pensar en la economía.

“No podemos vivir con un modelo de economía que proviene de los liberales y de la Ilustración. Tampoco podemos vivir con un modelo de economía que proviene del comunismo. Se necesita, por decirlo así una economía cristiana”

 

Una economía más enraizada en el pueblo

Hacia el final de sus palabras el Santo Padre los invitó a  buscar “nuevas expresiones de la economía de este tiempo”, tras haber mencionado a la economista y profesora italiana Mariana Mazzucato, que es hija de migrantes en Estados Unidos. Mientras en cuanto a Inglaterra destacó la presencia de otra mujer, junto a una serie de hombres que piensan en “una economía más enraizada en el pueblo”.

Por último, el Papa Francisco los animó con estas palabras: “Adelante, ensúciense las manos. Asuman riesgos. Y miren las tantas periferias: el sudeste asiático, parte de África, parte de América Latina. Muchas periferias, muchas, que hieren el corazón. Gracias por su trabajo. Y recen por mí, por favor. Pero recen a favor, no en contra. Gracias”.

“Su nombre, Fondo Mundial de Solidaridad, se centra en una palabra clave: solidaridad. Es uno de los valores centrales de la doctrina social de la Iglesia. Pero para que se concrete, debe ir acompañada de la cercanía y la compasión hacia el otro, la persona marginada, hacia el rostro del pobre y del migrante”.

 

Crear una economía más inclusiva

Además, el Santo Padre destaca en su discurso que la composición de su grupo con el que en esta ocasión representan al Fondo Mundial de Solidaridad es “significativa”, puesto que “pertenecen a ámbitos muy diferentes”.

“Trabajan juntos para crear una economía más inclusiva, para crear integración y trabajo para los migrantes en un espíritu de escucha y de encuentro. ¡Un camino valiente!”

 

Integración y trabajo para los migrantes

En la conclusión de su discurso entregado el Pontífice les agradece los dones que le entregaron de parte de los migrantes que participan en sus programas en Colombia y Etiopía. Y los anima a seguir avanzando “en este compromiso de apoyo a los migrantes y a las personas más frágiles, poniendo en común sus talentos”.

 


periferias

Texto integro

Discurso improvisado a los ejecutivos del Fondo de Solidaridad Mundial

 

Está este discurso preparado: no es necesario que lo vuelva a decir. Lo llevas en el bolsillo, luego lo ves.

Les agradezco esta reunión, porque me gusta cuando la gente está en las fronteras, en los suburbios. Simplemente porque Jesús fue a las periferias: fue allí para mostrar el Evangelio. Las periferias, tanto del cuerpo como del alma; porque hay gente que es un poco rica pero tiene el alma destrozada, desgarrada: id también con ellos; mucha gente que necesita cercanía.

Porque la cercanía es el estilo de Dios, Él mismo lo dice: “¿Qué pueblo tiene la divinidad tan cerca como yo de vosotros?”, en Deuteronomio (cap. 4). Por eso, esas expresiones religiosas -ya sean de congregaciones religiosas, ya sean cristianos que se separan para guardar la fe- es una reedición del fariseísmo más antiguo. Porque quieren tener el alma limpia, pero con esta actitud tal vez tengan el alma limpia, pero su corazón está sucio de egoísmo. En cambio, ir a los suburbios, ir a buscar a la gente que no cuenta, a los descartados de la sociedad – porque estamos viviendo la cultura del desecho, y la gente es desechada – ir allí es justo lo que hizo Jesús.

Luego, con los migrantes: nombraste los cuatro pasos: acoger, acompañar, promover e integrar. Con los migrantes, emprender este camino de integración en la sociedad. No es una obra de caridad, con los migrantes, dejarlos ahí. No. Es llevarlos e integrarlos, con educación, con inserción laboral, con todas estas cosas. Me viene a la mente la tragedia de Zaventem – esto lo digo a menudo – el aeropuerto belga: esa tragedia la protagonizaron jóvenes belgas, pero hijos de inmigrantes, no integrados, guetizados. Porque un migrante desintegrado es medio camino, medio camino y peligroso. Es peligroso para él, pobrecito, porque siempre será un mendigo. También es peligroso para todos. Para integrarse, para no tener a los migrantes como una piedra en los zapatos, que es molesto.

Pero para entender a los migrantes, tenemos que vernos a nosotros mismos: la mayoría de nosotros somos hijos o nietos de migrantes. ¡Muchos! Soy hijo de migrantes. Una vez, uno de los Estados Unidos me dijo: “¡Pero no, no somos migrantes, ya estamos arraigados aquí!” – “No perdáis la memoria: sois un pueblo de inmigrantes, inmigrantes irlandeses e inmigrantes italianos. Los irlandeses os han traído el whisky y los italianos os han traído la mafia”. Mira siempre las raíces. Entonces, mira a Europa: Europa estaba formada por inmigrantes; y hoy, para un desarrollo serio, Europa necesita inmigrantes. Hay un invierno demográfico, donde no hay niños, donde el futuro es cada vez más estrecho: ¡que venga esa buena gente, pero hay que integrarla! Intégralo. Y por eso te agradezco mucho lo que haces con ellos. No es limosna, no, es fraternidad.

Luego, su título: también en busca de un nuevo tipo de economía. Hay que convertir la economía, hay que convertirla ya. Necesitamos pasar de la economía liberal a la economía compartida por la gente, a la economía comunitaria. Y se está trabajando lo suficiente en esto con economistas jóvenes, incluidas mujeres. Por ejemplo, en América está Mazzucato que acaba de dar un paso adelante en el pensamiento económico, y otras mujeres con mucho talento. No podemos vivir con un patrón económico que viene de los liberales y la Ilustración. Tampoco podemos vivir con un patrón económico que viene del comunismo. Necesitamos… una economía cristiana, digámoslo de esta manera. Busquen las nuevas expresiones de la economía de esta época: mencioné a Mazzucato que es hija de migrantes en Estados Unidos, pero hay otras. En Inglaterra hay otra mujer, y también hay hombres que están pensando en una economía más arraigada en la gente.

Estas son las cosas que se me ocurren decirles para salir de la formalidad de este discurso. Adelante, ensúciate las manos. Toma riesgos. Y mire los muchos suburbios: el sudeste asiático, parte de África, parte de América Latina. Muchos arrabales, muchos, que hieren el corazón. ¡Y gracias por tu trabajo! Y oren por mí, por favor. ¡Pero oren por, no en contra! Gracias.

Ahora les doy la bendición: Dios los bendiga a todos, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.