La formación del laicado adulto tiene que dar respuesta a la evangelización del mundo en el que vivimos a través del conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia.

 

¿Cuál es la realidad actual a la que estamos llamados a evangelizar?

Ante esta pregunta San Juan Pablo II nos dirá en el Numero 12  de la encíclica Evangelium Vitae que:

 “Estamos frente a una realidad más amplia, que se puede considerar como una verdadera y auténtica estructura de pecado, caracterizada por la difusión de una cultura contraria a la solidaridad, que en muchos casos se configura como verdadera cultura de muerte.

Esta estructura está activamente promovida por fuertes corrientes culturales, económicas y políticas, portadoras de una concepción de la sociedad basada en la eficiencia.

Mirando las cosas desde este punto de vista, se puede hablar, en cierto sentido, de una guerra de los poderosos contra los débiles”.

 

VER: ¿Cuáles son algunas de estas realidades de la guerra de los poderosos contra los débiles?

La propia OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) alertó que 1.800 millones de trabajadores, el 60% de la población activa mundial, trabaja sin contrato laboral ni prestaciones sociales, en la llamada economía informal.

trabajo digno

 Los pobres son en muchos casos el resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano, bien porque se limitan sus posibilidades (desocupación, subocupación), bien porque se devalúan «los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia» (Caritas in Veritate 63)

vivienda digna

“…pues es mayoría la que se debate indecorosamente en una situación miserable y calamitosa… el tiempo fue insensiblemente entregando a los obreros, aislados e indefensos, a la inhumanidad de los empresarios y a la desenfrenada codicia de los competidores (Rerum Novarum 1). (Escrita por el Papa León XIII en el año 1891)

educación digna

El mediterráneo se ha convertido en el cementerio de Europa.

Según el informe del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) actualmente existen 200 millones de personas forzadas a abandonar sus lugares. Aunque no hace referencia a un punto concreto del planeta, la ‘ciudad refugio’, suma de todos los campos de refugiados del mundo, es más grande que Tokio (36 millones de personas), que Shanghái (14) o que Nueva York (ocho).

migrantes

“La deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control….La tierra de los pobres del Sur es rica y poco contaminada, pero el acceso a la propiedad de los bienes y recursos para satisfacer sus necesidades vitales les está vedado por un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso” (Laudato Sí 52).

 

El BM, FMI y AID condicionan toda ayuda económica al cumplimiento de metas demográficas.

Los préstamos se realizan bajo cláusulas que suponen llevar a cabo el cupo de esterilizaciones para que no se les retire la ayuda. Los organismos dependientes de ONU coaccionan a los gobiernos de los países empobrecidos para que realicen programas destinados a “salud reproductiva”, es decir, abortos y esterilizaciones

“…Por tanto, hay que destacar que un mundo dividido en bloques, presididos a su vez por ideologías rígidas, donde en lugar de la interdependencia y la solidaridad, dominan diferentes formas de imperialismo, no es más que un mundo sometido a estructuras de pecado (Sollicitudo Rei Socialis 35).

 

Aumenta la  desigualdad entre los sectores de población más enriquecidos y los más empobrecidos.

Hoy la riqueza está mucho más concentrada en menos manos. El 10% más enriquecido acapara el 85% de la riqueza mundial. Y de ellos, el 1% concentra el 50% de toda la riqueza. En el 2.019, las 85 personas más ricas del planeta sumaban tanto dinero como 3.570 millones de empobrecidos.

desigualdad creciente

 

…Una de las mayores injusticias del mundo contemporáneo consiste precisamente en esto: en que son relativamente pocos los que poseen mucho, y muchos los que no poseen casi nada. Es la injusticia de la mala distribución de los bienes y servicios destinados originariamente a todos…” (Sollicitudo Rei Socialis 28).

 

La economía financiera: representa 250 billones de euros, seis veces la riqueza real mundial.

El capitalismo financiero mueve al dia 1,5 millones de dólares por los mercados de cambio. El 90% de este dinero son transacciones que se realizan en menos de una semana y no son fruto de intercambio de mercancías, servicios ni inversiones productivas, son mera especulación cambiaria.

paraísos fiscales

“…la justicia afecta a todas las fases de la actividad económica, porque en todo momento tiene que ver con el hombre y con sus derechos. La obtención de recursos, la financiación, la producción, el consumo y todas las fases del proceso económico tienen ineludiblemente implicaciones morales. Así, toda decisión económica tiene consecuencias de carácter moral.” (Caritas in Veritate37)

multinacionales

“..Últimas consecuencias del espíritu individualista en economía, venerables hermanos y amados hijos, son esas que vosotros mismos no sólo estáis viendo, sino también padeciendo: la libre concurrencia se ha destruido a sí misma; la dictadura económica se ha adueñado del mercado libre; por consiguiente, al deseo de lucro ha sucedido la desenfrenada ambición de poderío; la economía toda se ha hecho horrendamente dura, cruel, atroz…. del otro, el no menos funesto y execrable “internacionalismo” o “imperialismo” internacional del dinero, para el cual, donde el bien, allí la patria”. (Quadragessimo Anno 109)

Por ello… “Mientras los pobres del mundo siguen llamando a la puerta de la opulencia, el mundo rico corre el riesgo de no escuchar ya estos golpes a su puerta, debido a una conciencia incapaz de reconocer lo humano. Dios revela el hombre al hombre; la razón y la fe colaboran a la hora de mostrarle el bien, con tal que lo quiera ver; la ley natural, en la que brilla la Razón creadora. Indica la grandeza del hombre, pero también su miseria, cuando desconoce el reclamo de la verdad moral”.(Caritas in Veritate 75)”

cultura del descarte

 

Para los cristianos nos es clave el ir crecimiento en visión de fe de la realidad que nos permitan ver la realidad desde la fe y ver si se cumple el Plan de Dios o al revés, ver si es fruto de la apropiación, donde el corazón del hombre y la mujer se cierran al amor de Dios generando a nivel personal, ambiental e institucional cadenas de opresión.

 

JUZGAR: ¿Desde donde se ilumina esta realidad?

El cristiano sabe que puede encontrar en la doctrina social de la Iglesia los principios de reflexión, los criterios de juicio y las directrices de acción como base para promover un humanismo integral y solidario.

La doctrina social de la Iglesia «no pertenece al ámbito de la Ideología, sino al de la teología y especialmente de la teología moral».

No es un sistema ideológico o pragmático, que tiende a definir y componer las relaciones económicas, políticas y sociales

Es categoría propia, la cuidadosa formulación del resultado de una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vida del hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial. 

Su objetivo principal es interpretar esas realidades, examinando su conformidad o diferencia con lo que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y, a la vez, trascendente, para orientar en consecuencia la conducta cristiana

En esta perspectiva, la doctrina social realiza una tarea de anuncio y de denuncia

“Ante todo, una tarea de ANUNCIO de lo que lo Iglesia posee como propio: « una visión global del hombre y de la humanidad », no sólo en el nivel teórico, sino práctico. La doctrina social, en efecto, no ofrece solamente significados, valores y criterios de juicio, sino también las normas y las directrices de acción que de ellos derivan”. (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia118 – 119)

Con esta doctrina, la Iglesia no persigue fines de estructuración y organización de la sociedad, sino de exigencia, dirección y formación de las conciencias.

“Y una tarea de DENUNCIA, en presencia del pecado: “es el pecado de injusticia y de violencia que de diversos modos afecta la sociedad y en ella toma cuerpo. Esta denuncia se hace juicio y defensa de los derechos ignorados y violados, especialmente de los derechos de los pobres, de los pequeños, de los débiles.” (Compendio de Doctrina Social de la Iglesia 120 – 121)

Esta denuncia es tanto más necesaria cuanto más se extiendan las injusticias y las violencias, que abarcan categorías enteras de personas y amplias áreas geográficas del mundo, y dan lugar a cuestiones sociales, es decir, a abusos y desequilibrios que agitan las sociedades.

concienciarse

Gran parte de la enseñanza social de la Iglesia, es requerida y determinada por las grandes cuestiones sociales, para las que quiere ser una respuesta de justicia social.

En la enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia hay principios inmutables, que se han ido repitiendo a los largo de su historia y no han cambiado, y aplicaciones contingentes y cambiantes, que son respuesta a los distintos problemas que se han planteado

Estas enseñanzas tienen un valor permanente.

Son una doctrina, un corpus, que analiza la realidad social y da orientaciones sobre las situaciones humanas.

Forma parte esencial del mensaje cristiano y por tanto, de la misión evangelizadora de la Iglesia: la “nueva evangelización” debe incluir el anuncio de la Doctrina Social de la Iglesia.

Su validez le viene fundamentalmente de que se inspira en el Evangelio. Fuera de él no hay solución para la cuestión social, que encuentra en él su propio espacio de verdad y el debido planteamiento moral.

De hecho ha influido en las reformas sociales que han tenido lugar, sobre todo a finales del s. XIX y principios del s.XX.

Es fundamento de unidad y de paz frente a los conflictos e idóneos para responder a los grandes desafíos actuales.

La Doctrina Social de la Iglesia NO es un modelo que la Iglesia propone a la sociedad….La Iglesia ofrece la Doctrina Social de la Iglesia que es una orientación ideal e indispensable.

La Doctrina Social de la Iglesia arranca de la fe y de una concepción del hombre abierta a Dios. Por eso es Teología Moral.

Se hará creíble por el testimonio de las obras, es decir, por la promoción de la justicia.

La Doctrina Social de la Iglesia tiene una dimensión interdisciplinar, practica y experimental.

Siempre ha estado y estará  al servicio de la dignidad del hombre.

migrantes papa

“La locución doctrina social se remonta a Pío XI  y designa el « corpus » doctrinal relativo a temas de relevancia social que, a partir de la encíclica « Rerum novarum »  de León XIII, se ha desarrollado en la Iglesia a través del Magisterio de los Romanos Pontífices y de los Obispos en comunión con ellos. La solicitud social no ha tenido ciertamente inicio con ese documento, porque la Iglesia no se ha desinteresado jamás de la sociedad; sin embargo, la encíclica « Rerum novarum » da inicio a un nuevo camino: injertándose en una tradición plurisecular, marca un nuevo inicio y un desarrollo sustancial de la enseñanza en campo social”. (Compendio de Doctrina Social de la Iglesia 140 – 142)

La doctrina social de la Iglesia no ha sido pensada desde el principio como un sistema orgánico, sino que se ha formado en el curso del tiempo, a través de las numerosas intervenciones del Magisterio sobre temas sociales.

 

ACTUAR: La formación del laicado adulto para dar respuesta a la evangelización del mundo en el que vivimos a través del conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia.

El Papa Francisco en el viaje EE.UU hacia la siguiente pregunta. «¿Y tú?». Es significativo que estas palabras del Papa fueran dirigidas a un laico.

 

Sabemos que el futuro de la Iglesia, en una sociedad que cambia rápidamente, reclama ya desde ahora una participación de los laicos mucho más activa

“Los laicos son simplemente la inmensa mayoría del Pueblo de Dios. A su servicio está la minoría de los ministros ordenados. Ha crecido la conciencia de la identidad y la misión del laico en la Iglesia. Se cuenta con un numeroso laicado, aunque no suficiente, con arraigado sentido de comunidad y una gran fidelidad en el compromiso de la caridad, la catequesis, la celebración de la fe.

Pero la toma de conciencia de esta responsabilidad laical que nace del Bautismo y de la Confirmación no se manifiesta de la misma manera en todas partes. En algunos casos porque no se formaron para asumir responsabilidades importantes, en otros por no encontrar espacio en sus Iglesias particulares para poder expresarse y actuar; a raíz de un excesivo clericalismo que los mantiene al margen de las decisiones.

Si bien se percibe una mayor participación de muchos en los ministerios laicales, este compromiso no se refleja en la penetración de los valores cristianos en el mundo social, político y económico. Se limita muchas veces a las tareas intraeclesiales sin un compromiso real por la aplicación del Evangelio a la transformación de la sociedad.

La formación de laicos y la evangelización de los grupos profesionales e intelectual constituyen un desafío pastoral importante.” (Evangelii gaudium 102)

 

El actuar requiere en este llamamiento a los laicos a través del ejercicio de la caridad política.

Una caridad politica que en la exhortación apostólica Chistifideles Laici acentúa “…los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la «política»; es decir, de la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común…”.

Como repetidamente han afirmado los Padres sinodales, todos y cada uno, tienen el derecho y el deber de participar en la política, si bien con diversidad y complementariedad de formas, niveles, tareas y responsabilidades…

 

Una política para la persona y para la sociedad encuentra su criterio básico en la consecución del bien común.

“…Amar a alguien es querer su bien y trabajar eficazmente por él. Junto al bien individual, hay un bien relacionado con el vivir social de las personas: el bien común. Es el bien de ese «todos nosotros», formado por individuos, familias y grupos intermedios que se unen en comunidad social” (Caritas in Veritate 41)

No es un bien que se busca por sí mismo, sino para las personas que forman parte de la comunidad social, y que sólo en ella pueden conseguir su bien realmente y de modo más eficaz.

Desear el bien común y esforzarse por él es exigencia de justicia y caridad.

Trabajar por el bien común es cuidar, por un lado, y utilizar, por otro, ese conjunto de instituciones que estructuran jurídica, civil, política y culturalmente la vida social, que se configura así como polis, como ciudad.

Se ama al prójimo tanto más eficazmente, cuanto más se trabaja por un bien común que responda también a sus necesidades reales.

Todo cristiano está llamado a esta caridad, según su vocación y sus posibilidades de incidir en la polis. Ésta es la vía institucional — también política, podríamos decir— de la caridad, no menos cualificada e incisiva de lo que pueda ser la caridad que encuentra directamente al prójimo fuera de las mediaciones institucionales de la polis.

“El compromiso por el bien común, cuando está inspirado por la caridad, tiene una valencia superior al compromiso meramente secular y político” (Caritas in Veritate 7)

 

CONCLUSION:

El centro de la vida del cristiano debe ser

CRISTO ENCARNADO – LA IGLESIA – LOS POBRES

como ICONO DE LAS LLAGAS DEL SEÑOR

 

encarnación

“No deben quedar dudas ni caben explicaciones que debiliten este mensaje tan claro. Hoy y siempre, los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio y la evangelización dirigida gratuitamente a ellos es signo del Reino que Jesús vino a traer. Hay que decir sin vueltas que existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca los dejemos solos.” (Evangelii Gaudium 48).

 

 

Aula de Doctrina Social de la Iglesia “Guillermo Rovirosa”

 

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