Ante la propuesta sindical del partido VOX.

Todos los populismos son totalitarios

 

Fuente: https://solidaridad.net/la-palabra-solidaridad-hay-que-respetarla/

 

Huelga decir que en un análisis político no se debe juzgar la dimensión subjetiva de ninguna persona, solo la dimensión objetiva e institucional, aunque somos conscientes de lo difícil que es separar nítidamente ambos planos. Nadie está autorizado moralmente a juzgar a nadie en sus intenciones, pero al mismo tiempo es obligación moral denunciar las instrumentalizaciones de todo tipo sobre todo cuando afectan al Bien Común de la humanidad.

Todo ser humano al formar parte de la comunidad política asume una responsabilidad objetiva, directa o indirecta, de la que no puede sustraerse. La acción y la omisión siempre nos hacen caer en la cuenta de que la neutralidad política no es posible. Por ello, ante el crecimiento de los populismos en sus diferentes versiones es necesario un posicionamiento claro.

Los populismos, tanto el de Vox como el de Podemos, tienden a manipular e instrumentalizar todo en su beneficio demostrando con ello que su esencia es totalitaria.

Los neofranquistas de Vox, desde su nacimiento están intentando instrumentalizar lo católico y a los católicos en beneficio de una opción política ultracapitalista y ultranacionalista. Un nuevo nacionalcatolicismo está naciendo. Nacionalcatolicismo que sin duda ha sido uno de los hechos más trágicos de la España del siglo XX. La identificación entre lo católico y la derecha y la ultraderecha política es una instrumentalización que en España ha costado varias guerras civiles, cientos de miles de muertos, encarcelados, torturados y exiliados tanto en la “izquierda” como en la “derecha”. Volver a repetir esta jugada es promover el guerracivilismo y sobre todo anular la responsabilidad política auténtica de los católicos por el bien común, la justicia social y la solidaridad poniendo en juego su misión evangelizadora. La Iglesia española todavía no se ha recuperado del todo de su dramática identificación histórica con la derecha política a pesar de las luchas de la militancia obrera cristiana durante el franquismo y la Transición. Aceptar la vía fácil de identificar lo cristiano con Vox por parte de algunos católicos españoles es una irresponsabilidad histórica de impredecibles consecuencias.

En este sentido, Vox está permanentemente echando su red en la barca de la Iglesia católica española, intentando convertirse en el representante genuino del voto católico en España. Y, ante ello, hay que afirmar taxativamente que el programa político de Vox es radicalmente incompatible con la doctrina más elemental de la Iglesia Católica. Silenciarlo es ser cómplice de esta instrumentalización.

No solo el programa de Vox es de un ultraliberalismo materialista e individualista salvaje, sino que, de una forma indecente, desprecia la vida y la solidaridad con los inmigrantes empobrecidos, expulsados de sus tierras por el hambre, la miseria y la guerra que genera estructuralmente el actual sistema político-económico global. Vox está colaborando a extender como un cáncer un nacionalismo xenófobo entre la población española y europea más precarizada, enfrentando a los pobres contra los más pobres. Vox engaña cuando pone en el punto de mira del resentimiento popular a los inmigrantes empobrecidos como causa de la precarización social mientras de fondo está defendiendo los intereses de las tradicionales élites amenazadas por el globalismo tecnocrático.

En la otra orilla, se encuentra el populismo de los comunistas de Podemos. Ellos tienden a convertirse en representantes mesiánicos de una pseudojusticia social. Nunca los hemos oído hablar de los 100 millones de muertos provocados por el comunismo a lo largo de su historia. De lo que tenemos sobrada experiencia es de cómo se aprovechan del sacrificio de otros y terminan levantando su dictadura sobre la generosidad de la militancia de los más empobrecidos. Así lo demuestra la historia del proletariado militante de los siglos XIX y XX. Los comunistas de Podemos hacen compatible la buena vida burguesa (la de los dirigentes) con el apoyo a indecentes dictaduras como la de Cuba o la de Venezuela que matan a sus pueblos de hambre. En España, también colaboran a blanquear la historia del terrorismo nacionalista en nombre de la democracia y de la justicia social. Lo “social” en su proyecto siempre acaba convirtiéndose en paternalismo estatalista, para lo cual no duda en tratar de instrumentalizar el sistema educativo como aparato de adoctrinamiento. Tampoco se puede olvidar su defensa permanente del aborto, del suicidio asistido y la eutanasia, que significan, en definitiva, la condena a muerte de los más débiles. Con ello, no dejan de favorecer los intereses del neocapitalismo neomalthusiano global (Soros, Bill Gates, Rockefeller,…) del que se benefician abundantemente.

Ahora Vox lanza un sindicato manipulando la lucha de los empobrecidos

En este tsunami manipulador contra los más empobrecidos en el que vivimos nos encontramos ahora con el lanzamiento, por parte de Vox, de un sindicato denominado “Solidaridad” en memoria del sindicato polaco de inspiración cristiana que en los ochenta del siglo XX colaboró activamente en la caída del comunismo. Vox es consciente de la fuerza de la palabra solidaridad en la historia del movimiento obrero y por ello intenta manipularla políticamente. Pero la palabra solidaridad tiene un significado y una historia que no se deben instrumentalizar impunemente.

Ya hemos combatido durante décadas la falsa solidaridad del fenómeno de las ONGs, que han prostituido esta virtud social al servicio de los intereses del capitalismo actual, desviando y distrayendo, mediante la promoción del asistencialismo, la atención sobre las causas reales, y por tanto políticas, del hambre, de la explotación y de la esclavitud de la mayoría de la humanidad. Actualmente el fenómeno de las ONGs, en general, es un instrumento directo del neocapitalismo global para gestionar mejor su legitimidad social y poder seguir explotando y dominando.

En una dirección distinta pero no menos perversa, Vox quiere poner en marcha un sindicato llamado Solidaridad solo al servicio de los intereses de los “españoles”. No puede haber mayor contradicción/manipulación.

Se manipula la historia del movimiento obrero, que en sus orígenes era internacionalista; y se manipula especialmente el legado de la lucha de los católicos contra el comunismo y contra el capitalismo en la Europa del Este. No hay que olvidar la insistencia de San Juan Pablo II en dejar meridianamente claro que su oposición radical al comunismo nunca se puede interpretar como un apoyo al capitalismo.

La SOLIDARIDAD merece un respeto

San Juan Pablo II, el papa proletario, nos dejó una definición de lo que es la solidaridad en su carta Sollicitudo rei socialis (38):

Ante todo, se trata de la interdependencia, percibida como sistema determinante de relaciones en el mundo actual, en sus aspectos económico, cultural, político y religioso, y asumida como categoría moral. Cuando la interdependencia es reconocida así, su correspondiente respuesta, como actitud moral y social, y como «virtud», es la solidaridad. Esta no es, pues, un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos. Esta determinación se funda en la firme convicción de que lo que frena el pleno desarrollo es aquel afán de ganancia y aquella sed de poder de que ya se ha hablado. Tales «actitudes y estructuras de pecado» solamente se vencen —con la ayuda de la gracia divina— mediante una actitud diametralmente opuesta: la entrega por el bien del prójimo, que está dispuesto a «perderse», en sentido evangélico, por el otro en lugar de explotarlo, y a «servirlo» en lugar de oprimirlo para el propio provecho (cf. Mt 10, 40-42; 20, 25; Mc 10, 42-45; Lc 22, 25-27).

Por ello, es muy importante que los cristianos reaccionen contra la instrumentalización del magisterio católico que está haciendo Vox.

La solidaridad es de hecho, y como también nos recordó San Juan Pablo II, compartir hasta lo necesario para vivir; es el camino firme y perseverante hacia el Bien Común, es decir, el bien de todos y de cada uno sin excepción empezando por las víctimas de la injusticia, por los más débiles y vulnerables. El Bien Común auténtico tiende a la comunión entre todos y no a separar a los “españoles” del resto. Este nacionalismo no es menos violento que otros nacionalismos peninsulares y europeos. Como bien decía el teólogo protestante, víctima del nazismo, Dietrich Bonhoeffer: “el nacionalismo conduce inevitablemente a la guerra”.

En conclusión: todos los populismos son construcciones ideológicas que, aprovechándose del pueblo, quieren alcanzar el poder total. Al final se levantan muros, fronteras, cárceles, gulags… No permitamos que la historia se repita. La palabra solidaridad exige un respeto semántico, histórico, político, moral y religioso, y no podemos permitir que se instrumentalice impunemente.