Hablar del bien común remite al pueblo y hablar de pueblo convoca al bien común

El papa Francisco ve la política (hoy en horas bajas y muy denigrada) como «una altísima vocación, una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común», desde la convicción de que «la caridad no es solo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas» (FT 181 y EG 205, donde cita CV 2).

Como la política concierne a todas las personas por su naturaleza social, todo cristiano está llamado a ejercer la «caridad social o política» según su vocación y sus posibilidades de incidir en la polis. La dimensión política de la caridad «no es menos cualificada e incisiva de lo que pueda ser la caridad que encuentra directamente al prójimo fuera de las mediaciones institucionales de la polis» (CV 7).

Fratelli tutti remacha la idea de que la caridad social «nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar efectivamente el bien de todas las personas, consideradas no solo individualmente, sino también en la dimensión social que las une» (n. 182). En efecto, hace falta reconstruir una política que piense en «objetivos comunes, más allá de las diferencias, para conformar un proyecto común» (n. 157).

En el Congreso de Estados Unidos, el papa explicó que la razón de ser de la política es «responder a la necesidad imperiosa de convivir para construir juntos el bien común posible, el de una comunidad que resigna intereses particulares para poder compartir, con justicia y paz, sus bienes, sus intereses, su vida social». Y en las palabras comunidad, compartir, bienes y vida está el enganche de la categoría pueblo como sujeto político. Hablar del bien común remite al pueblo y hablar de pueblo convoca al bien común.

En esa misma longitud de onda emite su mensaje Matthias Nebel, al decir que las preguntas fundamentales del bien común son: «¿Qué es lo que queremos llegar a ser como pueblo? ¿Qué es lo que valoramos todos? ¿Cómo lo alcanzamos? Estas preguntas son las que detonan dinámicas de bien común. Son también estas las preguntas fundamentales de toda política. Son concretas. Nos obligan a ser realistas y pragmáticos. Implican un ejercicio valorativo y una coordinación práctica. Pero, sobre todo, abren un imaginario colectivo».

 

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