La Doctrina Social de la Iglesia, como parte de la teología moral, está vincula a la misión de la evangelización.
Una evangelización que anuncia a Cristo que nos salva del pecado y de la muerte y a su vez el misterio del hombre se esclarece en el misterio del verbo encarnado.
En este esfuerzo por conocer el mensaje de Cristo y hacerlo guía de la propia vida, hay que recordar que la evangelización ha ido unida siempre a la promoción humana y a la auténtica liberación cristiana. “Amor a Dios y amor al prójimo se funden entre sí: en el más humilde encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios” (Deus caritas est, 15). Por ello proclamaos ¡MARANATA .VEN SEÑOR JESUS¿. TU SOLO NOS SALVA,… nos salvas de las cadenas internas de nuestro corazón y de las cadenas externas que oprimen a la humanidad
Por ello La Iglesia es entre los hombres la tienda del encuentro con Dios —« la morada de Dios con los hombres » (Ap 21,3)—, de modo que el hombre no está solo, perdido o temeroso en su esfuerzo por humanizar el mundo, sino que encuentra apoyo en el amor redentor de Cristo. La Iglesia es servidora de la salvación no en abstracto o en sentido meramente espiritual, sino en el contexto de la historia y del mundo en que el hombre vive, donde lo encuentra el amor de Dios y la vocación de corresponder al proyecto divino. (CDSI 60)
Al hombre «insertado en la compleja trama de relaciones de la sociedad moderna », la Iglesia se dirige con su doctrina social. « Con la experiencia que tiene de la humanidad», la Iglesia puede comprenderlo en su vocación y en sus aspiraciones, en sus limites y en sus dificultades, en sus derechos y en sus tareas, y tiene para él una palabra de vida que resuena en las vicisitudes históricas y sociales de la existencia humana (CDSI 61)
Por lo mismo, será también necesaria una catequesis social y una adecuada formación en la doctrina social de la Iglesia, siendo muy útil para ello el Compendio de la doctrina social de la Iglesia. La vida cristiana no se expresa solamente en las virtudes personales, sino también en las virtudes sociales y políticas. (Aparecida 3. Benedicto XVI)
El obispo auxiliar de Valladolid, Monseñor Luis Argüello en su libro “Una visión de fe de la Realidad” nos señala que lo que “está en crisis es toda una forma de entender la realidad y de entendernos a nosotros mismos“. Entender la realidad ¿Qué realidad?. Benedicto XVI en su obra “Iglesia, ecumenismo y Política” dice: “… porque los cristianos no tienen ninguna confianza en su propia visión de la realidad. En su religiosidad privada se mantienen firmes en la fe, pero no tienen del valor de reconocer que esta fe tiene algo que decir al hombre en una perspectiva total, que es también una visión de su futuro y de su historia…”
Es cristiano necesita crecer en visión de fe de la realidad (realidad cultural, económica, política, social…). Pero, ¿Qué es esta “realidad”? ¿Qué es lo real? ¿Son “realidad” sólo los bienes materiales, los problemas sociales, económicos y políticos? Aquí está precisamente el gran error de las tendencias dominantes en el último siglo, error destructivo, como demuestran los resultados tanto de los sistemas marxistas como incluso de los capitalistas. Falsifican el concepto de realidad con la amputación de la realidad fundante y por esto decisiva, que es Dios. Quien excluye a Dios de su horizonte falsifica el concepto de “realidad” y, en consecuencia, sólo puede terminar en caminos equivocados y con recetas destructivas. (Aparecida. Benedicto XVI).
Para dar respuesta a esta realidad, a la evangelización del mundo en el que vivimos, es necesario la formación del laicado adulto. Por ello es básico el cultivo de una conciencia inspirada en las enseñanzas de la Iglesia (Doctrina Social de la Iglesia) .
“Donde la conciencia vive, se le pone una barrera a la dominación del hombre por el hombre y a la arbitrariedad humana, porque algo sagrado permanece inatacable, sustrayéndose a cualquier capricho o despotismo propio o ajeno. Lo absoluto de la conciencia se opone a lo absoluto de la tiranía, y sólo el reconocimiento de su inviolabilidad protege al hombre de los demás y de sí mismo, su acatamiento es la única garantía de libertad” (Benedicto XVI)
La vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación al apostolado.
Las circunstancias actuales piden un apostolado seglar mucho mas intenso y amplio, ya que están aumentando la autonomía de muchos sectores de la vida humana, con independencia del orden ético y religioso y con grave peligro de la vida cristiana.
El objetivo de los seglares con su trabajo de apostolado es evangelizar y santifica a los hombres así como perfeccionar y saturar de espíritu evangélico el orden temporal.
Nuestro deber de seglares deriva de la misma unión con Cristo Cabeza. Insertos por el bautismo en el Cuerpo místico de Cristo, robustecidos por la confirmación en la fortaleza del Espíritu Santo, es el mismo Señor el que nos destina al apostolado.
La acción caritativa es el distintivo del apostolado cristiano, abarcando a todos los hombres y a todas las necesidades, cumpliendo antes que nada las exigencias de justicia para no dar como ayuda de caridad lo que ya se debe por razón de justicia; suprimir las causas de los males y no sólo los efectos.
Es necesario poner en marcha medios de formación del apostolado seglar… es necesario crear centros de documentación y estudio, no sólo teológicos, sino también antropológicos, psicológicos, sociológicos y metodológicos para fomentar cada día más las cualidades intelectuales de los seglares en todos los campos del apostolado. (Decreto del apostolado de los seglares del Concilio Vaticano II- promulgado en nov 1965)
Decía Guillermo Rovirosa, militante cristiano en proceso de beatificación, que hoy cuando hablamos de formación de seglares, el 80% de la formación recae sobre, libros, sermones, consejos que nos plantean la necesidad de revisar nuestra vida de pecado personal y un 20% recae sobre la asistencia pasiva a cultos externos y practica piadosas y devocionales. Pero falta el poner en practica el Mandamiento Nuevo de Cristo de amar a Dios en el prójimo, de ser verdaderos cristianos, de ser verdaderos testigos de Cristo, colaboradores en la Redención, constructores del Reino, miembros vivos y operantes del Cuerpo Místico.
Es necesario REAVIVAR LA PARTE DE RESPONSABILIDAD DEL APOSTOLADO SEGLAR. Todos los integrantes de la Iglesia Militante, cualquiera que sea su situación, tenemos: DIGNIDAD, LIBERTAD, RESPONSABILIDAD Y ACTIVIDAD.
+ Aula de Doctrina Social de la Iglesia “Guillermo Rovirosa”