Del libro “Otro camino (con Cristo desde los pobres)”. Editorial Voz de los sin Voz n 118
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“Y todo apostolado es un apostolado muerto -aún el mejor organizado-, si no consiste fundamentalmente en una expansión de “amor”.
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“Cuando no se está “en plena vida”, sin otra preocupación que la de amar, se corre el peligro de “servirse” de las miserias ajenas con vistas a la acción y al desarrollo de la empresa que se lleva entre manos, más que en el sentido de la caridad verdadera..
…Existe siempre una gracia de dinamismo y de fe que impulsa a amar a los más miserables, a los que han caído más bajo, a los más postergados, a aquellos mismos que Cristo prefirió, por la razón de que el medico debe atender antes a los que están en estado más grave…
…Este contacto directo con la vida y con el sufrimiento humano da al apóstol una agilidad, un impulso y una Fe extraordinarios aunque en casos especiales Dios puede disponer las cosas de diferente manera. Pero no debe olvidarse nunca aquellas palabras: “Lo que hagáis al más pequeño de los míos, a Mi lo habéis hecho”. Y a cuyas palabras hubiera podido añadir estas otras: “y a través de ellos recibiréis la luz y la fortaleza.”
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“Precisamente porque existen hermanos nuestros en humanidad más alejados del nivel normal de vida y del ideal humano, y porque amamos en ellos a Cristo, vamos a preferirlos a todos los demás, a alojarlos más tiernamente en el corazón y consagrarnos a liberarlos de todas sus miserias. Entonces se mide toda la miseria de un lote determinado de personas, se los apretuja bien firme en el corazón y se pone uno a luchar contra la miseria, atacándola principalmente en sus causas, lanzándose de lleno a la acción y promoviendo todo cuanto pueda favorecer la elevación humana de aquel sector…
…Tan pronto como alguien toma “en serio” la liberación y la salvación del pueblo, este se entrega, y de su masa salen hombres, mujeres y jóvenes capaces de aceptar cualquier responsabilidad y deseosos de elevarse humanamente y de servir. Tan pronto como un pionero se lanza a fondo a una obra difícil, muchos que jamás se habrían atrevido a lanzarse solos le siguen entusiasmados.”
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“La tranquilidad (¡) a punta de bayoneta que se observa en varios países quiere hacerse pasar como el “orden” requerido y deseado por Dios para la implantación de su reino en el mundo.
La injusticia, ocupando el puesto de la “justicia”. El favoritismo político, económico, social y personal, usurpando el lugar de lo que exige la ordenación cristiana de las cosas. La brutalidad, el abuso y el odio organizado, campando con fines políticos. El orgullo y la soberbia, elevados a la dignidad de dioses. Todo este desorden, y mucho más, se considera por los benefactores de tal desorden como el “summum desideratum” de la buena ordenación en los hombres y en las instituciones.”
No importa que millares de personas carezcan de lo más necesario para llevarse a la boca. No importa que la falta de vivienda sea un problema angustioso y palpitante. No importa que millones de seres hayan de emigrar, en un peregrinar sin descanso, a causa del “orden” que se sostiene por la fuerza. No importa que el pueblo este sojuzgado. No importa la mordaza que pesa sobre las fuentes honradas y justas de información. No importa el desorden de unos pocos nadando en la mayor opulencia y de otros innumerables padeciendo hambre crónica. No importa todo este desorden, con tal que la tranquilidad, confundida con el orden, siga reinando.
¿Puede llamarse incitación al desorden (orden) la formación de una mentalidad para sustituir esta tranquilidad (orden) por un regimen más justo, conforme a los deseos de Dios para los hombres?.
¿No es acaso una violencia desordenada la defensa de todo ese desorden? ¿No pugnan con la libertad que, como supremo valor, Dios deposita en todo hombre?.
Los privilegiados de este desorden tranquilo (¡) califican de abuso las medidas equitativas, “justas”, tomadas por la sociedad en defensa del derecho de los no privilegiados.
La esclavitud (desorden) fue considerada en su tiempo como la suma ordenación de la justicia. Su supresión costó rios de sangre y vencer multitud de dificultades, aun dentro mismo de los esclavos. ”
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“La deformación mental en unos y otros, en los que dirigen y en los que obedecen, en los hambrientos y en los saciados, en los libres y en los “esclavos”, exige en los hombres honrados, que han despertado a la llamada del Señor, un esfuerzo continuado para que su llama se siga propagando, aumentándose, al mismo tiempo, su intensidad y calidad.
Sentirse llamado para derribar este desorden entronizado en nombre del orden, donde toda corrupción tiene asiento y todo vicio encuentra cabida y desoír su voz, sólo se concibe en cobardes y materialistas.
Muchos creen que esta llamada de Dios llega únicamente a través de esta o aquella organización, por medio de unas determinadas personas o de otras señaladas instituciones. Quienes así piensan, quieren poner coto a la gracia de Dios. Intentan, en su mediocridad, en su bajeza de miras, equiparar los medios divinos a sus propios medios humanos.
El Señor se vale de medios insospechados para derribar el artilugio del desorden, montado en nombre del orden.
El hombre que permanece unido a la vid (a Cristo), aún en medio del “desorden” reinante, permanece fuera de él; permanece sobre él y desde ésta altura debe actuar para que la luz_se haga en todas las mentes.
La tarea será dura, y la incomprensión, a menudo el pago de desvelos; pero con la asistencia prometida por el Espíritu Santo, con la unidad del Equipo y la colaboración con el sacerdote, poco a poco veremos coronar nuestros esfuerzos.
El Cristo sangrante, que es para el cristiano el prójimo, nos urge angustiosamente a la lucha por el reino del amor. Sólo el Señor, y lo que es obra suya, es “orden”. Ya El advertía: “Mirad que os envío como ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas” (Mt, 10 16-17). La lucha por el verdadero “orden cristiano” exige prudencia y sencillez, más no desmayo; porque el ser perseguido a causa de su nombre es el signo inequívoco de que estamos en la línea que El quiere y desea.
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“Cuando Nuestro Señor Jesucristo, en el Sermón de la Montaña, según el texto de San Mateo, nos habla de la pobreza y de los pobres no se refiere a la miseria y a los miserables.
La pobreza de que habla el Evangelio no es un estado, es una virtud. Y lo mismo la riqueza no es un estado, sino un defecto. Y Nuestro Señor y San Pedro bien lo manifiestan así, en su impresionante diálogo, cuando llaman ricos, no solamente a los que poseen, sino también a los que desean poseer. ¿Quién podrá salvarse?.
En esta virtud, como en todas, el prototipo es la Santa Familia de Nazaret.
El verdadero pobre, -no el que ahora llamamos “el pobre”-, no ambiciona nada para sí, contentándose con el mínimo indispensable, de que habla Santo Tomás. Pero, en cambio, tiene una ambición inmensa de bienes de Dios.”
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Epifanía
“Es patente el peligro de las interpretaciones burguesas de la Navidad… Parece que la fiesta glorificadora de la pobreza y de la humildad se haya de conmemorar exclusivamente con pantagruélicas orgías de culto bestial a la gula… Ni reducirse tampoco a lo típico, a lo folklórico, es el espíritu de la liturgia.
…¡El niño de Belén es Dios¡. Y llenos de amor, los Magos de Oriente vienen a postrarse ante El y a proclamar su Realeza.Frente a la internacionalidad del paganismo y del egoísmo religioso de los judíos, surge el Reino de Dios, superador de vicios y de pecados, vencedor de fronteras y de castas… Todos los hombres están llamados a la santidad. ¡Para todos se enciende una estrella¡ .
La eterna Epifanía-Cristo, la Iglesia, la Eucaristía- se quiere manifestar a millares, a millones de obreros que viven desconocíendo la Navidad, que debe de tener lugar en cada alma… ¡Hemos visto la Estrella!. Con los pies ligeros, con el corazón en vigilia, con los ojos relucientes, con el alma extasiada, hemos captado toda la belleza de la vocación.
Hemos abandonado con gusto la comodidad, la pereza, el pietismo, el “no hay nada que hacer”, las manías tradicionales, el pesimismo, el embobamiento ante cualquier hombre, el fiarnos del dinero, el comulgar con ruedas de molino, tales como la de que “España ya es católica”… Y llenos de alegría, amando con toda el alma a Cristo con fe inclaudicable, ya nada ni “nadie” nos arredra… ¡No nos deslumbran apariencias¡.
¡Hemos visto la estrella; Y para nosotros…esa estrella no se ocultará…
Y es el Papa quien enseña a sufrir la mirra de la incomprensión, de las miradas de los que nos miran con prevención… Y esta mirra nos enseña que sólo la pobreza cristiana, evangélica, nos puede salvar…
¡Predicamos la pobreza!. Es nuestra primera virtud y la clave de nuestro programa social…
…¡Para los cristianos…la riqueza es Cristo!. Y con el incienso de la castidad de nuestros jóvenes y muchachas, con la continencia virtuosa de los matrimonios germinando las nupciales “noches de Tobías”, con la abundancia sacramental de aceptar con altísimo honor los hijos que Dios envía, la familia… será el jardín ideal de los futuros sacerdotes, de la bendición de las vocaciones religiosas… Y no queremos otro oro que el amor, que la caridad, que la libertad de espíritu que asegura la mística sabiduría de buscar sólo la voluntad de Dios, el interpretar fidelísimamente al Papa, el seguir con gloriosa obediencia a la Jerarquía…
¡Queremos luchar por la manifestación de Cristo en el mundo;. Con abandono intrépido, con confianza acrisolada, confiarnos en Cristo…
El Verbo se ha encarnado, se ha hecho obrero… Cristo, el obrero, se quiere manifestar definitivamente al mundo obrero, a toda la humanidad… Irradiadores del espíritu de la Epifanía de los hijos de Dios.
… vivimos y amaos ; sólo por lograr el Reinado de Cristo..¡Estamos en guerra con las tres concupiscencias ¡… Angeles de Belén y estrellas de Epifanía nos guían… ¡Un gozo inaudito nos inunda! ¡Que el evangelio de Cristo, como en una nueva Epifanía, sea conocido por “todo” el mundo obrero¡.
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“…Hemos abierto posada para Cristo el Obrero”.
… Lo reconocemos con ropa de obrero, con las manos encallecidas, con la frente sudorosa, cansado del trabajo… En nuestros hogares no hay lacayos, ni criados, ni riquezas escandalosas, ni viven potentados, que cierran los oídos a Cristo Obrero, como los ricos de Belén. “No hay aquí sitio para el pobre”.
Me sentiría mercenario, extraño a Cristo, si no sintiera palpitar el encanto de mi dignidad obrera, el poema de ser muy de cerca compañero del Maestro. Que no quiso ser diplomático, ni militar, ni burgués, ni intelectual. Obrero, para conquistar a los obreros. Escogió doce obreros para propagar su Evangelio. “Por que en la práctica viva de la Pobreza y del Trabajo está la salvación para todas las clases sociales”. El encadenado por la avaricia, por el hechizo de las opulencias materiales, se hace incapaz de entender el evangelio. Son los nuevos Epulones, que cierran sus oídos a los sollozos de los Lázaros.
Para que lo entendieran, el Verbo se hizo obrero. Perdería el tiempo si no lo comprendiera, si no lo viviera, si no obrara en consecuencia. Si mi cristianismo fuera clamante para declamarlo. Toda la miseria filosófica de los enaltecedores del dinero se estrella ante esta verdad. Todo el encono comunista se desarma ante la práctica sincera de esta doctrina.
Meditando la palabra Evangélica -Hijo del Carpintero-, veo la irradiante luz de la coincidencia entre Cristo Obrero y mi llamamiento. Y humildemente estoy convencido de que Jesus alienta a sus militantes obreros. Como un día a sus Apóstoles… Porque entiendo que “la crisis del mundo no se salva con cristianos sordos al misterio del Trabajo de la Pobreza… Ni con doctores que sepan mucho, y hablen, y escriban magistralmente… si no practican.
Por esto. Cristo, de nuevo, será llamado Obrero y tendrá junto a El a sus obreros… ¡porque ha renacido, con espléndida pujanza, en una legión de obreros que llevan en su corazón -no dinero, no tierras, no odio- sino la presencia real de Cristo Obrero;.”
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“He aquí lo que dice a una cieguita y paralítica, de Reus, Dora de nombre, en una carta confidencial:
“…Estos ocho meses largos de inmovilidad, atado por la pata como los pollos, después de una vida tan atareada como la que yo llevaba, me ha servido mucho, y me han aclarado la vista en muchas cosas. Por ejemplo: he descubierto que ser cristiano no consiste en HACER o NO HACER tales cosas o tales otras, sino en SER CRISTO, amando como CRISTO ama. El HACER Y NO HACER viene determinado no principalmente por lo que está mandado por preceptos y reglamentos sino por imperativos de este Amor de Cristo en nosotros.
Yo tuve la suerte de estar veinticuatro horas clavado en la cruz de Cristo a consecuencia del accidente, siendo la sed abrasadora (mientras al exterior llovía a cántaros) la que presidía los demás sufrimientos de todo el cuerpo y fue el descubrimiento de un mundo maravilloso y desconocido. Eso no lo cambiaría por nada del mundo. Quisieron ponerme un calmante y yo les dije que no era menester, y tuve la suerte de que no me lo pusieran…
Ahora comprendo el gran beneficio que es el disfrutar de la cruz. De Cualquier clase de cruz: la que crucifica al cuerpo y la que crucifica al alma. Pero es necesario estar crucificado en Cristo, puesto que entonces El es ya presente y esta presencia vale todas las “pesetas” habidas y por haber.
La tragedia es la de los pobres crucificados que desconocen a Cristo, como el mal ladrón… ¡Pobrecitos¡. Debemos rogar por ellos…¡.”
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“Siempre estaré donde únicamente los pobres dirijan su vida personal y colectiva.”
https://solidaridad.net/rovirosa-militante-cristiano-pobre8693/