La misericordia como proceso político

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Para poner solución a la falta de respeto por el planeta, así como para hallar una solución a los demás problemas graves de la economía mundial y de la injusticia que tan a menudo reina de modo soberano e indiscutible, se ha de poner en movimiento la razón con todas sus facultades, pero con compasión y misericordia.

Porque la compasión y la misericordia harán que los agentes económicos y políticos usen su inteligencia y sus recursos humanos, naturales y materiales, no solo para observar y corregir los efectos de la globalización, sino también para ayudar a los responsables políticos de cualquier nivel -regional, nacional o internacional- a cambiar de rumbo cada vez que se vea necesario.

La misericordia es un proceso político, sin duda (A. Spadaro,«La diplomazia di Francesco», en La Civiltá Cattolica, Quaderno 3975, pp. 209-226).

En la vida pública, política y económica no solo está la verdad, sino también la misericordia.

Jesús lo muestra siendo la encarnación de la misericordia del Padre. El camino que El enseña a recorrer no es fácil, por ejemplo, cuando aparecen tentaciones en los negocios. Los «negociantes» dicen: «Yo puedo hacer hasta aquí, despido a estos trabajadores y gano más que de este otro modo».

En el campo de los negocios es lo que en el campo moral se llama «casuística»: hay que pasar de la casuística a la verdad para llegar a la misericordia. Así uno puede ser justo sin querer contraponer justicia y caridad, como hace la mentalidad casuista, que es un pensamiento enfermo.

En Dios la justicia es misericordia y la misericordia es justicia (Papa Francisco, Meditación matutina, Domus Sanctae Marthae, 24-2- 2017). Actuando así, la política y la economía podrían comprender que es necesario no olvidar nunca en su acción las virtudes de la prudencia y la previsión, otras expresiones del amor de Dios.

La Iglesia sigue siendo confiada, porque conoce el gran potencial de la inteligencia humana cuando se deja ayudar y guiar por Dios, como también conoce la buena voluntad de pequeños y grandes, pobres y ricos, empresarios y trabajadores.

El pensamiento social madurado por la Iglesia, que promueve una globalización de la colaboración entre todos los actores implicados -sociedad civil, gobiernos, organismos internacionales, comunidades académicas y científicas, etc.-, puede y debe servir de orientación para todos (Discurso a una delegación de la Global foundation).

Hablando de usar la inteligencia, es oportuno subrayar que esta debe inspirar también la paciencia necesaria para afrontar los cambios sociales, ya que no es habitual observar cambios radicales en breve tiempo. Es mucho más frecuente ver resultados paulatinamente, y en mucho casos no se ven en absoluto.

Con todo, hay que tener confianza, porque las cosas están cambiando, porque Dios mira y ama a todos y a cada uno, Dios guía y da continuamente su Espíritu Santo para iluminar el camino de cada uno.

Hay que «transitar la paciencia», que significa aceptar que sea el tiempo el que haga madurar al individuo y la sociedad, y que no sea posible hacer que una flor crezca más deprisa tirando del tallo. Hay tiempos que se deben respetar.

«Transitar la paciencia» quiere decir dejar que el tiempo modele y amalgame las vidas de los hombres y prepare los cambios que la Providencia ha previsto para el mundo (J. M. Bergoglio,II nuovo papa si racconta, conversazioni con Sergio Rubine Francesca Ambrogetti,Salani, Milán 2013, p. 65).