Principios que deben regir la economía según la Doctrina Social de la Iglesia

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La Doctrina Social de la Iglesia propone algunos principios éticos fundamentales para que la economía esté realmente al servicio de la realización del ser humano y de su vocación a la comunión.

Estos principios son los siguientes:

La economía es a la medida del ser humano cuando en su desarrollo se reconoce, respeta y promueve la dignidad de la persona: la persona debe ser tratada en la vida económica siempre como sujeto y fin, nunca como instrumento.

Para respetar este carácter de sujeto y fin de la economía que siempre debe tener la persona, es necesario promover en la actividad económica la libertad de la persona. Lo cual implica, por una parte, que la economía debe estar orientada a procurar a cada persona los bienes básicos que hacen posible su libertad, con unas condiciones de vida decentes. Y, por otra, que es un derecho fundamental la libre iniciativa de las personas y grupos en la vida económica.

Para que sea posible la promoción de la libertad de la persona en la vida económica, debe promoverse el derecho a la propiedad a la medida del ser humano, siempre dentro del marco del derecho al uso de los bienes de todas y cada una de las personas, bajo la guía del destino universal de los bienes.

Como toda la vida y actividad política, la economía, para reconocer en la práctica la dignidad de la persona, debe regirse por la búsqueda del bien común, al que deben subordinarse los intereses particulares, que es lo que puede hacer avanzar la comunión en la vida social desde la cooperación y la colaboración entre las personas, que también debe buscarse en la actividad económica.

La búsqueda del bien común en la actividad económica es posible solo desde la práctica de la solidaridad y la subsidiaridad, especialmente desde la solidaridad con los empobrecidos, poniendo en primer lugar en la actividad económica las necesidades y derechos de los empobrecidos.