Ecología y principios de la Doctrina Social de la Iglesia.

Los principios de la Doctrina Social de la Iglesia son transversales en el desarrollo de la ecología integral, ya que son “el primer y fundamental parámetro de referencia para la interpretación y la valoración de los fenómenos sociales, necesario porque de ellos se pueden deducir los criterios de discernimiento y de guía para la acción social, en todos los ámbitos”[1]. Con los cual, la propuesta ecológica de Francisco aparece estructurada desde dichos principios, para un planteamiento que escuche el clamor de la tierra y de los pobres.

  • Dignidad de la persona humana

La ecología que nos presenta Laudato Si’, que se desarrollará a lo largo del magisterio del actual Papa, es salir de la dialéctica ecológica actual que falla en dos planteamientos[2]: primero, porque absolutiza la defensa del medio ambiente, desentendiéndose de las situaciones de inequidad que padece la mayoría de la humanidad; segundo, porque busca igualar en la misma dignidad a los animales, plantes, ríos, mares, etc. con la dignidad de la personas humana. Ante esto, Francisco recuerda la preeminencia de la persona humana en dignidad:“no hay ecología sin una adecuada antropología”[3]. Desde la cual se hace un planteamiento por el cuidado de la creación.

El Papa de la misericordia con la ecología integral hace un replanteamiento del cuidado de la Casa común, primando un ver, juzgar y actuar misericordioso hacía los más pobres, que “empieza por ver el prójimo en sus necesidades concretas, no reduciendo su persona a número de especie ni sus desgracias a consecuencias inevitables de leyes generales. La misericordia implica un sentido agudo de la dignidad de cada persona y de todas las personas; por eso no pasa de largo, se solidariza con el prójimo, se deja interpelar por su necesidades, moviliza toda la capacidad efectiva de ayuda, la misericordia auténtica no es la mera condescendencia, no se identifica con el asistencialismo y no tiene nada que ver con la sensiblerías o el paternalismo. La misericordia bíblica es solidaridad irrestricta con las causas de los débiles, de los pobres y de los oprimidos, supone la indignación frente a la violación de sus derechos y está estrechamente ligada al sentido de la justicia”[4].

  • Bien común

Partiendo de inviolabilidad de la dignidad de la persona humana y fruto de la interconectividad de la humanidad y el planeta, la ecología integral es inseparable del principio del bien común, dado su rol unificador en la ética social. La Iglesia define este principio como “el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección”[5][6].

El Concilio Vaticano II desarrolla este principio en una lista que no es taxativa: “es, pues, necesario que se facilite al hombre todo lo que éste necesita para vivir una vida verdaderamente humana, como son el alimento, el vestido, la vivienda, el derecho a la libre elección de estado ya fundar una familia, a la educación, al trabajo, a la buena fama, al respeto, a una adecuada información, a obrar de acuerdo con la norma recta de su conciencia, a la protección de la vida privada y a la justa libertad también en materia religiosa”179. Al mismo tiempo, el bien común exige implica el desarrollar en todas las decisiones de la vida social de los países el destino común de los bienes de la tierra y la opción preferencial de por los pobres. La comunión universal fruto de tener un mismo origen en el Dios creador requiere “una preocupación por el ambiente unida al amor sincero hacia los seres humanos y a un constante compromiso ante los problemas sociales”[7]. En definitiva, lo integral de la ecología toma en cuenta a todos.

  • Destino universal de los bienes

La tierra constituye una herencia común, que no puede estar bajo el control de unos pocos, en beneficio propio. Francisco recuerda a San Juan Pablo II y su énfasis en este punto: “Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno[8]. El Papa argentino recuerda, en consonancia con el magisterio social de la Iglesia, que si bien la Iglesia promueve la propiedad privada, esta conlleva siempre una “hipoteca social”; es decir, está subordinado al destino universal de los bienes, ya que la propiedad privada está destinada a la promoción social de las personas: “el medio ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos. Quien se apropia algo es solo para administrarlo en bien de todos. Este principio denuncia la inmoralidad de la acumulación de recursos en manos un pequeño número de países, negando su acceso a la mayoría[9]. Se trata en definitiva de un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y que es responsabilidad de todos.[10]

  • Subsidiaridad

Este principio nos dice que “una estructura social de orden superior no debe interferir en la vida interna de un grupo social de orden inferior, privándola de sus competencias, sino que más bien debe sostenerla en caso de necesidad y ayudarla a coordinar su acción con la de los demás componentes sociales, con miras al bien común”[11].

Con lo cual la ecología integral hace un doble planteamiento desde este principio: por una parte, en clave positivaimpone el deber de saldar la “deuda ecológica”, de los países del Norte con los países del Sur debido a los desequilibrios en el medio ambiente por la extracción, exportación, apropiación y comercio de los recursos naturales, con ayudas económicas, tecnológicas, legislativas e institucionales, con especial atención a los grupos más vulnerables; por otra parte, en clave negativaimpone el deber moral de abstenerse del intervencionismo de los países desarrollados en la vida de los países en vías de desarrollo y en los grupos intermedios para subyugarlos a los intereses de los primeros en aras de un desarrollo desigual de la humanidad[12].

  • Participación

El hombre como ser responsable ante Dios, los demás y ante la creación cumple un rol protagónico en la construcción de una ecología integral. Siendo que el cuidado de la Casa Común es misión de todos. Esta participación implica un doble momento

Primero, una reflexión seria y un diálogo sincero sobre la actual realidad del medio ambiente: “la participación requiere que todos sean adecuadamente informados de los diversos aspectos y de los diferentes riesgos y posibilidades, y no se reduce a la decisión inicial sobre un proyecto, sino que implica también acciones de seguimiento o monitorización constante. Hace falta sinceridad y verdad en las discusiones científicas y políticas, sin reducirse a considerar qué está permitido o no por la legislación”[13].

Segundo, un conjunto de acciones en las dinámicas internas del mundo del la economía, el trabajo, la información, la cultura y “muy especialmente, la vida social y política hasta los niveles más altos, como son aquellos de los que depende la colaboración de todos los pueblos en la edificación de una comunidad internacional solidaria. Desde esta perspectiva, se hace imprescindible la exigencia de favorecer la participación, sobre todo, de los más débiles, así como la alternancia de los dirigentes políticos, con el fin de evitar que se instauren privilegios ocultos; es necesario, además, un fuerte empeño moral, para que la gestión de la vida pública sea el fruto de la corresponsabilidad de cada uno con respecto al bien común”[14].

  • Solidaridad

Todo está conectado y ello nos invita a madurar una solidaridad global fundada en la solidaridad de la Trinidad[15]. La solidaridad que nos plantea Francisco trasciende con creces todo paternalismo, incluso asistencialismo, para afirmar la necesidad de “pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos del Imperio del dinero. […] La solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia”[16]. Dicha solidaridad, no solo es temporalmente actual, precisamente la grandeza de la ecología integral, radia en que busca una justicia solidaria tanto para los habitantes del planeta de hoy y el de mañana, es decir, una ecología intergeneracional, como veremos a continuación.

  • Una espiritualidad ecológica

Con esta aportación el Papa busca desarrollar todas las potencialidades que el Creador ha puesto en la persona humana, que le lleva a vivir la ecología, el cuidado de la creación y de los hermanos con categorías sobrenaturales, huyendo de voluntarismo o subjetivismo cerrado en sí mismo, dando así una decidida reorientación a nuestra forma de vivir la actual crisis ecológica: “Quiero proponer a los cristianos algunas líneas de espiritualidad ecológica que nacen de las convicciones de nuestra fe, porque lo que el Evangelio nos enseña tiene consecuencias en nuestra forma de pensar, sentir y vivir”[17]. Así el compromiso por el cuidado de la casa común conlleva una místicade la realidad, para alimentar un apasionado y entregado compromiso por el cuidado de la casa común[18]. Por ello, propone como punto principal de esta espiritualidad ecológica la conversión ecológica.

  • Conversión ecológica

Francisco aplica el concepto de conversión a la ecología, llamando a una conversión ecológica integral que repercuta en todas las dimensiones interiores y exteriores de la vida[19]. Pues, “ante las consecuencias de nuestra hostilidad hacia los demás, la falta de respeto por la casa común y la explotación abusiva de los recursos naturales —vistos como herramientas útiles únicamente para el beneficio inmediato, sin respeto por las comunidades locales, por el bien común y por la naturaleza—, necesitamos una conversión ecológica”[20]. Una conversión que pase por el cambio de conciencias, los modos de desarrollar la vida y las acciones en el mundo, siendo necesaria una conversión personal, del entorno social e institucional que fomenten nuevas políticas para el desarrollo de los pueblos.

  • Conversión personal

La crisis ecológica implica “un llamado a una profunda conversión interior”[21]. Así lo explicaba Francisco al Cardenal Pietro Parolin hablando sobre reflexionando sobre la realidad europea: “una Europa comunidad, solidaria y fraterna, sabrá aprovechar las diferencias y el aporte de cada uno para afrontar juntos las cuestiones que le esperan, comenzando por la pandemia, pero también por el desafío ecológico, que no se limita sólo a la protección de los recursos naturales y a la calidad del ambiente en que vivimos. Se trata de elegir entre un modelo de vida que descarta personas y cosas, y uno inclusivo que valora lo creado y a las criaturas”[22].

Solo sacando todas las potencialidades del encuentro con Cristo y la fe, la persona puede tener una visión de fe de la realidad que le permita valorar la riqueza de la creación en su justa medida, a la vez que examina su conciencia y los estragos que ha causado el pecado tanto personal como estructural en el planeta, aplicando este principio a la realidad latinoamericana llega a decir Francisco: “esta conversión interior es lo que podrá permitirnos llorar por la Amazonia y gritar con ella ante el Señor”[23]. Por ello, se nos recuerda que “el cuidado de la casa común, planeta y mundo, naturaleza y seres humanos, no es opcional para los cristianos, ni una cosa secundaria”[24]sino parte integral de todo aquel que quiera vivir coherentemente la identidad cristiana.

En resumen, una conversión ecológica en el plano personal debe concretarse asumiendo una nueva forma de vivir (conversión cristiana) que implica buscar la virtud de la pobreza entendida como la forma de vivir con lo necesario, huyendo de todo acaparamiento; crecimiento hacia abajo encarnando nuestra vida en el sufrimiento de los prójimos, sabiendo que “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo”[25]; potenciando la humildad y el sacrificio contra el ansia de poder y de una vida acomodada que ignore la injusticia; al igual que un cuestionamiento serio acerca de la compra de bienes de consumo y su origen ético de producción: “los graves problemas ecológicos requieren un efectivo cambio de mentalidad que lleve a adoptar nuevos estilos de vida, <a tenor de los cuales la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, así como la comunión con los demás hombres para un desarrollo común, sean los elementos que determinen las opciones del consumo, de los ahorros y de las inversiones >. Tales estilos de vida deben estar presididos por la sobriedad, la templanza, la autodisciplina, tanto a nivel personal como social”, todo esto alimentados por el agradecimiento, la gratuidad, el principio de interdependencia, reconociendo en la creación un don y una tarea.

  • Conversión del entorno social

Aquí se refiere Francisco a los espacios públicos en los que se desenvuelve la vida de las personas: “Esta conversión debe entenderse de manera integral, como una transformación de las relaciones que tenemos con nuestros hermanos y hermanas, con los otros seres vivos, con la creación en su variedad tan rica, con el Creador que es el origen de toda vida”[26]. Una conversión personal que repercuta en la realidad, sin quedarse clausurada en sí mismo, ya que “La conversión espiritual, la intensidad del amor a Dios y al prójimo, el celo por la justicia y la paz, el sentido evangélico de los pobres y de la pobreza, son requeridos a todos”[27]. Por ello, será necesario el testimonio colectivo de vida por una ecología integral en familias, grupos de amigos, asociaciones, etc. que promuevan una denuncia integral de la crisis ecológica, a la vez que desenmascara el falso ecologismoque oculta un capitalismo totalitario, una lucha frontal contra un sistema organizado en contra de la creación y de los empobrecidos; pues, “La conversión ecológica que se requiere para crear un dinamismo de cambio duradero es también una conversión comunitaria”[28]. En definitiva, generar opinión pública solidaria.

Francisco denuncia una grave situación al interno de la Iglesia: “tenemos que reconocer que algunos cristianos comprometidos y orantes, bajo una excusa de realismo y pragmatismo, suelen burlarse de las preocupaciones por el medio ambiente. Otros son pasivos, no se deciden a cambiar sus hábitos y se vuelven incoherentes. Les hace falta entonces una conversión ecológica”[29].

Ante esta concepción sesgada de la vida cristiana, que separa fe y vida el Concilio Vaticano II hace una fuerte advertencia a los cristianos: “se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta que la propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas según la vocación personal de cada uno. Pero no es menos grave el error de quienes, por el contrario, piensan que pueden entregarse totalmente del todo a la vida religiosa, pensando que ésta se reduce meramente a ciertos actos de culto y al cumplimiento de determinadas obligaciones morales. El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época… El cristiano que falta a sus obligaciones temporales, falta a sus deberes con el prójimo; falta, sobre todo, a sus obligaciones para con Dios y pone en peligro su eterna salvación”[30].

  • Conversión institucional

Ya en 2013 el Papa Francisco explicaba cómo la fe lleva implícita un compromiso profético por anunciar la buena nueva del evangelio, no para un intimismo desencarnado de la vida social, sino que debe implicarse en la salud de las instituciones para que cumplan su fin al servicio de la persona y del bien común: “ya no se puede decir que la religión debe recluirse en el ámbito privado y que está sólo para preparar las almas para el cielo… De ahí que la conversión cristiana exija revisar especialmente todo lo que pertenece al orden social y a la obtención del bien común> […] Por consiguiente, nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos… Una auténtica fe —que nunca es cómoda e individualista— siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra. Amamos este magnífico planeta donde Dios nos ha puesto, y amamos a la humanidad que lo habita, con todos sus dramas y cansancios, con sus anhelos y esperanzas, con sus valores y fragilidades. La tierra es nuestra casa común y todos somos hermanos. Si bien <el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política>, la Iglesia <no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia>”[31]. En consecuencia la conversión ecológica no se limita a lo personal y a los ambientes de convivencia de las personas, tiene que para pasar y renovar las instituciones de la sociedad promoviendo un cuidado de la casa común.

Esto conlleva necesariamente a una misión por transformar la concepción de las instituciones en la sociedad, porque “si todo está relacionado, también la salud de las instituciones de una sociedad tiene consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida humana…En ese sentido, la ecología social es necesariamente institucional, y alcanza progresivamente las distintas dimensiones que van desde el grupo social primario, la familia, pasando por la comunidad local y la nación, hasta la vida internacional. Dentro de cada uno de los niveles sociales y entre ellos, se desarrollan las instituciones que regulan las relaciones humanas”[32].

En este papel cobran protagonismo, aunque no absoluto, la vocación particular de los laicos debido a que “todas las realidades humanas seculares, personales y sociales, ambientes y situaciones históricas, estructuras e instituciones, son el lugar propio del vivir y actuar de los cristianos laicos”[33]. Con ello, sin en el mundo muchas veces las instituciones se han convertido en auténticas estructuras de pecado que fomentan la injusticias contra la Casa común,los cristianos están llamados a llevar hasta las últimas consecuencias sus ser imago Deien la búsqueda de la vida asociada para crear estructuras de graciaque generen procesos que cambien la actual situación, que el siervo de Dios Guillermo Rovirosa en su libro Cooperatismo Integraldescribía, como una lucha por la existencia a una cooperación por la existencia. Ya que “la prioridad reconocida a la conversión del corazón no elimina en modo alguno, sino, al contrario, impone la obligación de introducir en las instituciones y condiciones de vida, cuando inducen al pecado, las mejoras convenientes para que aquéllas se conformen a las normas de la justicia y favorezcan el bien en lugar de oponerse a él”[34]. Con ello, ante un mal institucional, solo se puede dar una respuesta institucionalmente y no aisladamente. Es lo que Francisco en Fratelli Tutti llama: “un amor “imperado”: aquellos actos de la caridad que impulsan a crear instituciones más sanas, regulaciones más justas, estructuras más solidarias”[35]. En esta misión de conversión institucional están llamadas también aquellas personas que comparten otros Credos o que incluso se declaran no creyentes, a todos los hombres de buena voluntad; así se puede entre leer en los cuatro sueños que plantea Querida Amazonia: social, cultural, ecológico y eclesial. De tal forma, que la natural lógica y fin de las instituciones conlleva el deseo de todo hombre a buscar el bien común en elmundo institucional[36].

  • El principio de la interdependencia: todo está conectado.

Como ya hemos tenido ocasión de mencionar, este principio surge de la reflexión que hace el Papa sobre el concepto de creación y la comunión en la Trinidad. Con lo cual, la persona humana al ser imago Deiexpresa, o al menos debiera, hacia afuera su ser, al igual que la creación. Podríamos decir, hilando fino, que es una aproximación a una Circumincesiónentre los seres humanos, con la Creación y el creador. Así Francisco llega a la conclusión: “Todo está conectado”[37], que explicará insistentemente tanto en Laudato Si’, como en sus documentos posteriores, Querida Amazonia[38], Fratelli Tutti[39], audiencias y discursos.

Este principio que aporta Francisco para la ecología es fundamental, pues ya “dado que todo está íntimamente relacionado” es imposible un planteamiento serio de la crisis ambiental que vive el planeta planteando dos crisis por separado, la ambiental y la humana. Estamos ante una sola crisis socio-ambiental: “el ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social”[40]. No puede haber una auténtica justicia con la tierra sin una justicia con las personas[41]. Dicha separación es la que ha ocasionado un ver, juzgar y actuar distorsionado; porque por una parte se ve en la creación una fuente inagotable de explotación al servicio de los intereses de unos pocos y por otra parte se sigue pisoteando la dignidad sagrada de las personas con aborto, eutanasia, explotación laboral, nuevas formas de esclavitud moderna, trata de personas, guerras, migraciones obligatorias, países enriquecidos y países empobrecidos, corrupción de las instituciones, ideología de género, destrucción de la familia, etc. Junto con ello, movimientos ecológicos, foros internacionales y congresos que afirman la necesidad de rescatar y promover la solución a la crisis ambiental, ocultando los desastres sobre la ecología humana.

Francisco habla de esta incoherencia en la ecología cuando se pretende plantear dos crisis: “dado que todo está relacionado, tampoco es compatible la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto”[42]; también explicando la estructura de Laudato Si’, afirma que hay un tema trasversal, “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida”[43]

Dada esta íntima relación entre la naturaleza y las personas, la respuestas a la crisis ecológica, no puede ser unilateral, sino interdisciplinar[44]en la que las ciencias aporten lo mejor de sí junto con la religión dando una respuesta integral a un mal que en sí mismo es integral: “su posición en la encíclica y su contenido permiten atribuir a este principio una dimensión metafísica y otra epistemológica. Para llegar a la dimensión metafísica el papa empieza en la superficie. La interconexión, de la que habla, encuentra sus raíces en la propia física de la materia,en la biología -la genética compartida-, y en otro nivel más profundo de la realidad que nunca terminamos de reconocer y comprender,el nivel metafísico. Por lo que se refiere a la dimensión epistemológica afirma que la interconectividad implica utilizar una epistemología holística que integre todas las dimensiones de la realidad, lo que evitaría la ignorancia que suponen los conocimientos parciales”[45]

Esto ya era explicado en 2009 por la Comisión Teológica Internacional: “Solo puede responderse de manera adecuada a las complejas cuestiones de la ecología en el marco de una comprensión más profunda de la ley natural que subraye el vínculo entre la persona humana, la sociedad, la cultura y el equilibrio del ámbito biofísico en que se sitúa la persona humana. Una ecología integral debe promover lo que es específicamente humano, valorando el mundo de naturaleza en su integridad física y biológica. En efecto, aunque el hombre como ser moral que busca la verdad y el bien último trasciende su entorno inmediato, esto lo hace aceptando la misión especial de vigilar el mundo natural y de vivir en armonía con él, con la misión de defender los valores vitales sin los cuales ni la vida humana ni la biosfera de este planeta pueden mantenerse.

Esta ecología integral interpela a cada ser humano y a cada comunidad para que asuma una nueva responsabilidad”[46].

En definitiva, luchar por la solución de la crisis ecológica conlleva a eliminar las casus que generan la explotación exacerbada e injusta del planeta a la vez que se defiende y promueve la dignidad sagrada de las persona: “No puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos”[47].

  • Ecología de la vida diaria. Actitudes de una espiritualidad ecológica

Recuerda Francisco que “todo está conectado, y eso nos invita a madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la Trinidad”[48]. Con ello, se invita a que la espiritualidad sea la fe puesta en praxis, consecuencia de la forma en que el cristiano cree y que necesariamente desemboca en un conjunto de acciones en su vida habitual que manifiestan sus opciones últimas.

Acudidos a un llamado para cambiar nuestras formas de vivir en este planeta, apostando por los pequeños gestos en la suma de todos provoquen un cambio sistémico en lo político, económico y social[49][50]. Laudato Si’ constituye una llamado a liberarse de las presiones del mercado y del consumismo desarrollando una conciencia ética en la responsabilidad como consumidor en la sociedad, porque “es bueno que las personas se den cuenta de que comprar es siempre un acto moral, y no sólo económico. El consumidor tiene una responsabilidad social”223. Por ello, el consumismo habla del gran vacío que sufren las personas de nuestro tiempo que necesita comprar, poseer y consumir a todos los niveles sin alertar moral que los detengan, el sistema imperialista ha sabido leer esto perfectamente deformando la conciencia moral de las personas, “hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano”[51]. Aunque una ecología integral se propone luchar contra las causas planificadas de la crisis, eso no nos exonera de adquirir determinados comportamiento como contrapeso al mal hecho al planeta. Desde Bolivia se escuchan voces que promueven una espiritualidad integral desde Laudato Si’ en aptitudes concretas, que llaman las “8 R”[52]:

  1. Repensar: siendo que la realidad es dinámica y no inmutable. Debemos volver a pensar nuestra manera de existir en el mundo, de producir, de consumir, de relacionarnos con las personas, animales y la naturaleza.
  2. Respetar: reconocer el valor intrínseco de cada parte de la creación.
  3. Rechazar: todos los productos que sean fabricados por multinacionales explotadoras del planeta. Debemos saber, la cantidad de sangre de las personas y de degradación ambiental del producto que introducimos en nuestra alacena, con el que nos vestimos o consumimos.
  4. Reducir: el consumo de determinados bienes, un consumo responsable que haga presión moral: “es lo que ocurre cuando los movimientos de consumidores logran que dejen de adquirirse ciertos productos y así se vuelven efectivos para modificar el comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto ambiental y los patrones de producción”[53].
  5. Reutilizar: evitando gastos y usos sin sentido
  6. Reciclar: tratando de devolver a la sociedad lo mejor posible los productos para solventar el impacto ecológico.
  7. Reclamar: el que paga tiene derecho a exigir y reclamar como llegan los bienes de consumo a las familias. No podemos ser meros receptores de los vaivenes del sistema
  8. Rezar: que conlleve a una oración encarnada en el sufrimiento de los pobres de la tierra y a la tierra pobre que haga suya el hambre, la sed la enfermedad, la cárcel, al forastero (Cf. Mt 25,35-45) de los hermanos. Así como los gemidos y dolores de la tierra (Rm 8,22). Sabiendo a la oración se lleva el deber de la Iglesia “de dar voz, con la misma valentía, a quien no tiene voz. El suyo es el clamor evangélico en defensa de los pobres del mundo y de quienes son amenazados, despreciados y oprimidos en sus derechos humanos”[54]

Por otra parte, Fidel Aizpurúa y José Izaguirre[55]describen los que Laudato Si’ desarrolla en relación con la espiritualidad y las personas:

  1. La Conciencia: no como un conocimiento intelectual, sino como un “despertar”, “darse cuenta”, “ver”. Ser consciente de que nuestra vida cómoda está sostenida por el sufrimiento de un número ingente de personas explotadas y de un serio daño a la creación.
  2. Integración: como consecuencia lógica del principio de que “todo está conectado”. Una solidaridad intemacionalista. La asociación con otros para reflexionar, orar y actuar generando una síntesis entre la fe y la ecología.
  3. Confianza: en oposición al miedo, sino como desarrollo de la virtud de la esperanza, generadora de procesos sabiendo que “el tiempo es superior al espacio”[56], siendo conscientes de que “no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan”[57].
  4. Transformación: con lo que la espiritualidad adquiere un acento de encarnación, una mística que se desarrolla en actitudes y acciones concreta. Una lucha ecosocialque ponga a los empobrecidos en el centro de toda lucha liberadora, siendo ellos las principales víctimas de cualquier explotación al planeta, repercutiendo en todas las dimensiones de su vida. Porque en definitiva, “¿De qué manera hablar de un Dios que se revela como amor en una realidad marcada por la pobreza y la opresión? ¿Cómo anunciar al Dios de la vida a personas que sufren una muerte prematura e injusta? ¿Cómo reconocer el don gratuito de su amor y de su justicia desde el sufrimiento del inocente? ¿Con qué lenguaje decir a los que no son considerados personas que son hijas e hijos de Dios”[58]

En resumen, una espiritualidad ecológica debe tener sus fundamentos en tres puntos: una concesión empática con la realidad que supere el antropocentrismo y trascienda el materialismo para abrirse a una comprensión sobrenatural de origen y fin de la realidad; una teología sobre Dios y la relación del hombre con Él, que supere los esquemas de dominio, para concebirlo en fidelidad con la Revelación como un Dios de relación trinitaria ad intra et ad extra; por último, una cosmología, una mirada del mundo, es perspectiva cosmocéntrica[59].

  • Ecología y justicia social

En Fratelli Tuttiel Papa, recordando la emblemática encíclica SRS, denuncia la injusticia en la que vivimos, alimentadas por visiones antropológicas reductivas y por modelos económicos, políticos y culturales que descartan, explotan y matan generando opulencia para pocos y miseria para muchos[60]. Con lo cual, el cuidado de la Casa común implica una conversión que también llega a denunciar y renovar nuestra forma de desarrollar la política, la economía y la cultura. Se trata de responder integralmente a la crisis de la creación y del hombre, orientado por el principio de la interdependencia.

  • Ecología y economía

Francisco, recordando a su predecesor, afirma que es necesario “eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente”[61], ya que “así como el mandamiento de <no matar> pone un límite clara para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir <no a una economía de la exclusión y la inequidad>. Esta economía mata”[62]. La propuesta económica de Francisco en relación con la ecología descansa sobre cuatro pilares:

Primerola ecología que desarrolla el Papa propone una actualización reflexiva sobre el sentido de la economía y su finalidad.Porque en cierto “una de las causas del subdesarrollo es una falta de sabiduría, de reflexión, de pensamiento capaz de elaborar una síntesis orientadora, y que requiere <una clara visión de todos los aspectos económicos, sociales, culturales y espirituales>[63]. Así lo hacía saber a los participantes del foro Economía de Francisco,hoy es necesario “re-animar” la economía, “es necesario corregir los modelos de crecimiento que son incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente, la acogida de la vida, el cuidado de la familia, la equidad social, la dignidad de los trabajadores, los derechos de las generaciones futuras… poner en marcha un nuevo modelo económico, fruto de una cultura de comunión, basado en la fraternidad y la equidad”[64].

Segundo, Combate de la pobreza-miseria estructural en el mundo actual. Huyendo de toda manipulación a través del asistencialismo o subsidios internacionales: pues, “en muchos países pobres las ayudas económicas de algunos países más ricos o de algunos organismos internacionales suelen estar vinculadas a la aceptación de propuestas occidentales con respecto a la sexualidad, al matrimonio, a la vida o a la justicia social”[65]. Las respuestas a las causas que generan la cultura de descartede millones de empobrecidos debe ser sustituida por una economía solidaria que no prime el lucro, aunque lo suponga, con decisiones, programas, mecanismo y procesos orientados a una mejor distribución del ingreso, creación de fuentes de trabajo dignas, promoción integral de los pobres donde sean protagonistas y no esclavos[66]. Aún más, cuando sobran recursos para hacerlo. Esta es la gran advertencia que hacía San Juan Pablo II al inicio del siglo: “en el inicio de un nuevo siglo, la pobreza de miles de millones de hombres y mujeres es la cuestión que, más que cualquier otra, interpela nuestra conciencia humana y cristiana. Es aún más dramática al ser conscientes de que los mayores problemas económicos de nuestro tiempo no dependen de la falta de recursos, sino del hecho de que a las actuales estructuras económicas, sociales y culturales les cuesta hacerse cargo de las exigencias de un auténtico desarrollo”[67].

Tercero, la transición hacia las energías limpias.Que tengan en cuenta la deuda ecológica contraída durante décadas con los países empobrecidos. El precio no puede recaer sobre los pobres: “no debemos olvidar -dice Francisco- la historia de explotación del sur del planeta, que ha provocado una enorme deuda ecológica, principalmente por el saqueo de recursos y el uso excesivo del espacio medioambiental común para la eliminación de residuos. Es el momento de la justicia restaurativa”[68]. En este punto, también cobra importancia una conversión en la orientación de las tecnologías para que estén al servicio del cuidado de la naturaleza: “esto implica favorecer formas de producción industrial con máxima eficiencia energética y menos cantidad de materia prima, quitando del mercado los productos que son poco eficaces desde el punto de vista energético o que son más contaminantes”[69].

Cuarto, subordinación de las decisiones económicas a las decisiones políticas,donde toman particular importancia y protagonismo las familias y las asociaciones intermedias. Creemos que no se ha caído suficientemente en cuenta de la profundidad de esta propuesta. Con ello Francisco se está metiendo en las entrañas del sistema económico mundial, con todos sus ramificaciones de ONU, FMI, Banco Mundial, compañías trasnacionales, Organización Mundial del Comercio, paraísos fiscales, deuda externa, etc. promoviendo un mayor control que parta desde la familia, asociaciones intermedias, organismos gubernamentales, Estado. Dicho de otra forma, la propuesta ecológica es refundar la economía desde sus mismísima raíces, haciendo depender su desarrollo del ritmo marcado por la política, respetando la autonomía de cada una; con ello, la política que a su vez sirva para la promoción integral de toda y todas las personas, desde una vida responsable con el planeta. Una estructuración moral de la economía.

De tal forma, que hace un llamado a las personas para que sean protagonistas de la vida económica del planeta y no meros entes pasivos de la constante manipulación económica que se nos impone. La consecuencia de esta afirmación es que también la política necesita hacerse un replanteamiento de su sentido y finalidad: “no se puede justificar una economía sin política”[70].

  • Ecología y política

La ecología integral, propone la imperiosa tarea de que política y economía trabajen de la mano, la economía subordinándose a la regulación de la política, pero en definitiva ambas como siervas y no como amas, por la promoción de la persona humana: “necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana”[71].

Con lo cual, en la ecología integral se proponen como principios rectores de la política:

Primero, el principio del bien común y el de subsidiariedad, como rectores políticos y de convivencia, que confluya en una llamada a la solidaridad y en una opción preferencial por los pobres[72].

Segundo, el desarrollo de un fuerte entramado de institucionales sociales intermedias con fuerte arraigo moral, capaces de hacer presión política por el bien común. También desarrollando experiencias autogestionarias para promover una cultura política al servicio de la creación y de los más débiles: “La sociedad, a través de organismos no gubernamentales y asociaciones intermedias, debe obligar a los gobiernos a desarrollar normativas, procedimientos y controles más rigurosos. Si los ciudadanos no controlan al poder político -nacional, regional y municipal-, tampoco es posible un control de los daños ambientales”[73].

Tercero, una política que afronte el reto de luchar decididamente contra la corrupción y a favor de la transparencia en la toma de decisiones políticas y económicas[74]: “es necesario asegurar que los incentivos para la recuperación, que se están desarrollando e implementando a nivel global, regional y nacional, sean realmente eficaces, con políticas, legislaciones e inversiones enfocadas al bien común y con la garantía de que se logren los objetivos sociales y ambientales globales”[75].

Cuarto, una política con proyección hacia el futuro, es decir, a largo plazo[76]. Lo cual no significa perpetuidad en el poder; sino que siendo el bien común lo que debe orientar la vida política, esta debe ajustarse a un proyecto a largo plazo y no reiniciarse constantemente: “es indispensable la continuidad, porque no se pueden modificar las políticas relacionadas con el cambio climático y la protección del ambiente cada vez que cambia un gobierno. Los resultados requieren mucho tiempo, y suponen costos inmediatos con efectos que no podrán ser mostrados dentro del actual período de gobierno”[77].Con lo cual, la política cumple su fin de ser instrumento para el bien común social y no quedando reducida a “la miopía de la construcción del poder”. Dicho planteamiento tiene como fundamento, los principios aportados por Francisco en su Magisterio y en el de sus predecesores: bien común, principio de la interdependencia, el tiempo superior al espacio, la unidad superior al conflicto, el inicio de procesos y la ecología intergeneracional. Asumir esta responsabilidad de una política en clave de futuro implica salir de “la lógica eficientista e inmediatista” de la política actual para desarrollar una política responsable con su deber primero: la persona humana y el bien común, que a su vez implica el cuidado del planeta.

La relación de la ecología y política en Laudato Si’ debe necesariamente ser completada con la lectura del capítulo V de Fratelli Tutti, son como la dos caras de una misma moneda para una política en clave ecológica. Donde se establece una nueva lectura de la política y su implicación en la realidad, que supere el binomio actual del lenguaje político entre populismo y liberalismo: “El desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan demagógicamente para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de los poderosos”[78]. El Papa Francisco propone el desarrollo de la caridad política[79], fundamentada en: la dignidad de la persona, la asociación solidaria, el bien común y la categoría de pueblo[80]. Con lo cual, el ejercicio de la caridad política se ejercita desde la asociación, es decir, “cuando se une a otros para generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en ‘el campo de la más amplia caridad, la caridad política’”[81]. Renovando desde su interior “las estructuras, organizaciones sociales y ordenamientos jurídicos”[82].Con ello, se supera el caer en “un nominalismo declaracionista con efecto tranquilizador en las conciencias”[83].

La caridad política se revela como: un amor elícito,que son los actos que proceden directamente de la virtud de la caridad y están dirigidos a personas y a pueblos; y un amor imperado, que son los actos de la caridad que crean instituciones más sanas, regulaciones más justas, estructuras solidarias, porque “los cristianos… como exigencia de su bautismo han de asumir la incumbencia de transformar el mundo y considerar como uno de sus deberes la lucha contra las estructuras de pecado que son consecuencia del pecado original y de la suma de los pecados personales. La vida política, la economía y el desarrollo, como manifestaciones colectivas de la actividad humana, tienen una lectura teológica (Sollicitudo reí socialis,30. 31 y cap V), que ha de ser vivida y puesta en práctica por los cristianos en su afán por iluminar todo con la luz de Cristo”[84]. El Papa nos recuerda la triple dimensión complementaria de la caridad política: personal, ambiental e institucional. Por último, se nos recuerda que el núcleo de verdadera caridad política es un amor preferencial por los últimos y un respeto a su inmensa dignidad.

  • Ecología y cultura

Una ecología integral no se circunscribe a unos determinados conocimientos técnicos o a visiones particulares sobre la realidad. La propuesta del antiguo Cardenal de Buenos Aires implica poner a disposición del cuidado de la Casa común todo el patrimonio histórico, artístico y cultural de los pueblos a la hora de hacer análisis de la realidad y en consecuencia propuestas de solución sobre el medio ambiente: “es la cultura no sólo en el sentido de los monumentos del pasado, sino especialmente en su sentido vivo, dinámico y participativo, que no puede excluirse a la hora de repensar la relación del ser humano con el ambiente”[85].

Con ello, se supera el actual ataque de una especie de deconstruccionismo[86]donde los intereses particulares han manipulado la historia y la conciencia en la búsqueda de la uniformidad cultural potenciado por el fenómeno de la globalización[87]en la era de la sociedad 4.0 y del 5G, es decir, la sociedad digital de nuestro siglo[88]. Porque, “un modo eficaz de licuar la conciencia histórica, el pensamiento crítico, la lucha por la justicia y los caminos de integración es vaciar de sentido o manipular las grandes palabras. ¿Qué significan hoy algunas expresiones como democracia, libertad, justicia, unidad? Han sido manoseadas y desfiguradas para utilizarlas como instrumento de dominación, como títulos vacíos de contenido que pueden servir para justificar cualquier acción”[89]. La consecuencia directa de la pretensión de homogenizar la humanidad, sin respetar lo propio de cada cultura ha sido constantes fracasos en la solución de la crisis ecológica, que terminan pagando los pobres de la tierra. Hay que tener presente, advierte Francisco, que “la desaparición de una cultura puede ser tanto o más grave que la desaparición de una especie animal o vegetal. La imposición de un estilo hegemónico de vida ligado a un modo de producción puede ser tan dañina como la alteración de los ecosistemas”[90]

La propuesta cultural de una ecología integral implica, tener una visión amplia y profunda de la realidad que permita escucharel clamor de la tierra y de los pobres, generando lo que recientemente Francisco ha llamado una cultura del cuidada,“para erradicar la cultura de la indiferencia, del rechazo y de la confrontación, que suele prevalecer hoy en día”[91]. Se habla decultura, como el cultivar desde abajo y desde adentro de los pueblos una nueva forma de vivir y relacionarse; por ello, enumeramos brevemente las acciones concretas de esta cultura del cuidadode la ecología integral.

  1. Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y respectar su dignidad[92]. Valorar el cuerpo en su feminidad y masculinidad. Con ello, el Papa pone en duda todo aquello que tergiverse la identidad de las personas: ideología de género[93], feminismos mal entendidos, etc.
  1. Cuidar el patrimonio cultural de la humanidad, su reserva cultural enriquecen a todos: historia, patrimonio natural, arte, cosmovisión, etc.
  2. El principio de la participación de los pueblos indígenas o habitantes autóctonos de los diversos pueblos: “hace falta incorporar la perspectiva de los derechos de los pueblos y las culturas…requiere el continuado protagonismo de los actores sociales locales desdesu propia cultura”[94]. Ellos “no son una simple minoría entre otras, sino que deben convertirse en los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios”[95]. Las mismas soluciones no siempre sirven para todos los pueblos, por eso el cuidado debe ser “flexible” y “dinámico”.
  3. Pacto global por la educación. Francisco apuesta por crear un nueva cultura ecológica, que permita evidenciar y concientizar la gravedad de la crisis cultura y ecológica que atravesamos. En la que colaboren los diversos ámbitos educativos: escuela, familia, medios de comunicación, universidades, catequesis, parroquias, etc. Se procura recuperar los distintos niveles de equilibrio ecológico: el interno con uno mismo, el solidario con los prójimos, el natural con toda la creación y el espiritual con el Creador[96]. Pudiendo promocionar una ciudadanía ecológicaque no solo sepan datos, sino que también desarrollen hábitos ecológicos. En definitiva, “Salvaguardar y cultivar nuestra casa común, protegiéndola de la explotación de sus recursos, adoptando estilos de vida más sobrios y buscando el aprovechamiento integral de las energías renovables y respetuosas del entorno humano y natural, siguiendo los principios de subsidiariedad y solidaridad y de la economía circular”[97].
  • Ecología intergeneracional

En su exhortación programática Evangelii Gaudium el Papa planteaba un principio que puede orientar la Doctrina Social de la Iglesia: “el tiempo es superior al espacio”[98]. Ello implica trabajar a largo plazo sin obsesionarse por los resultados inmediatistas que han demostrado fracasar en ofrecer soluciones a la crisis ecológica. La ecología intergeneracional, como parte de la ecología integral, conlleva la posesión de una “mirada amplia”, una solidaridad y un trabajo por el bien común que trasciende nuestro presente, sabiendo que la historia de salvación está orientada hacia su consumación y que nos invita a interpelarnos: “¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo?”[99]. En consecuencia, las personas de hoy poseen una responsabilidad con los herederos de la Casa Común: “se trata de privilegiar las acciones que generan dinamismos nuevos en la sociedad e involucran a otras personas y grupos que las desarrollarán, hasta que fructifiquen en importantes acontecimientos históricos”[100].

Hablamos de una eco-prefiguración[101]que permita trabajar por un mundo mejor que el que hemos heredado. Por tanto, se trata de una tensión doble “intrageneracional”, que desde el hoy se esfuerce por potenciar el cuidado de todo lo que habita el planeta con visión “intergeneracional”, que implica una mirada que trascienda a nuestro intereses utilitaristas e inmediatistas. Una cultura del cuidado de la creación implica una dinámica de trabajo con visión prospectiva o en términos cristianos, escatológica. En definitiva, “la responsabilidad de salvaguardar el medio ambiente, patrimonio común del género humano, se extiende no sólo a las exigencias del presente, sino también a las del futuro: <Herederos de generaciones pasadas y beneficiándonos del trabajo de nuestros contemporáneos, estamos obligados para con todos y no podemos desinteresarnos de los que vendrán a aumentar todavía más el círculo de la familia humana. La solidaridad universal, que es un hecho y un beneficio para todos, es también un deber>. Se trata de una responsabilidad que las generaciones presentes tienen respecto a las futuras, una responsabilidad que incumbe también a cada Estado y a la Comunidad Internacional”[102].

  • Ecología y religiones

Las religiones también tienen una palabra para la promoción de una ecología integral. A pesar del paradigma absolutista de la ciencia, “no se puede sostener que las ciencias empíricas explican completamente la vida, el entramado de todas las criaturas y el conjunto de la realidad. Eso sería sobrepasar indebidamente sus confines metodológicos limitados”[103]. La realidad, siempre dinámica, supera con creces todo intento de encasillamiento de la ciencia, que es instrumento y nunca fin. Por ello, para una correcta compresión de la realidad y por ende para una respuesta integral al drama ecológico: “la fe despierta el sentido crítico, en cuanto que no permite que la investigación se conforme con sus fórmulas y la ayuda a darse cuenta de que la naturaleza no se reduce a ellas…la fe ensancha los horizontes de la razón para iluminar mejor el mundo que se presenta a los estudios de la ciencia”[104].

Las religiones están llamadas “a entrar en un diálogo entre ellas orientado al cuidado de la naturaleza, a la defensa de los pobres, a la construcción de redes de respeto y de fraternidad”[105]. A este respecto Gary Gardner describe la aportación que pueden hacer las religiones sobre el consumismo: “muchas tradiciones religiosas son prolijas en sus advertencias contra los excesos y el vínculo excesivo con el mundo de lo material… La riqueza y el afán de poseer -factores clave en una sociedad de consumo- han estado históricamente vinculadas, bajo el prisma de las tradiciones religiosas, con la avaricia, la corrupción, el egoísmo y otros defectos de carácter. Es más, los grupos religiosos cuentan con herramientas espirituales y morales capaces de abordar las raíces espirituales del consumismo -incluyendo la persuasión moral, las escrituras sagradas y las prácticas litúrgicas y rituales- que pueden resultar complementarias a los argumentos que plantean los grupos ecologistas laicos. Por lo general, las congregaciones locales, los templos, parroquias y ashrams constituyen comunidades unidas por un fuerte vínculo y eso las convierte en potenciales modelos y grupos de apoyo para quienes estén interesados en cambiar sus pautas de consumo”[106].

Conclusión

Con la aplicación del método ver, juzgar y actuar nos ha mostrado que la crisis ecológica ha sido planificada y ejecutada por un imperialismo salvaje que prima el capital por encima de la dignidad de las personas y del resto del planeta. Las causas de ello son: un error antropológico que concibe al hombre como un explotador en constante enemistad con la creación; La preeminencia de la tecnocracia que destroza la solidaridad y el bien común; el relativismo que diluye la verdad o invierte la objetividad a la subjetividad para no tener ninguna contención moral para sus intereses, difundido especialmente por los medios de comunicación; una manipulación de la dignidad de las personas buscando la prometeica idea de perfección, pero desde las ideología particulares. Todo un conglomerado que lleva por nombre ecocapitalismo que procura el afianzamiento de los enriquecidos y la perpetuidad de los empobrecidos.

Francisco nos ha recordado que no existen dos crisis: el ambiente y la humanidad se degradan juntos, es inconcebible defender el planeta excluyendo la defensa de la dignidad de la personas en todas sus dimensiones. Enraizada en la revelación bíblica, nos enseña que no somos dueños,sino administradoresdel don de la creación ante la cual tenemos el imperativo moral de ser responsables por nuestros actos ante Dios y los demás. Porque “todo está conectado” el Papa nos plantea una conversión que profundiza todos los ámbitos de la vida de las personas: economía, política y cultura para transformar la manera de relacionarnos con el planeta y con las personas; es un llamado a transformar desde la raíz nuestras formas de vida por un cultura del cuidado que sea una eco-prefiguraciónde un mundo mejor para que todo cante la gloria de Dios (Cf. Dn 3,57-88.56).

 

Fuente: “LA PROPUESTA ECOLÓGICA DEL PAPA FRANCISCO”  por OSMIN SERRANO GRILLET.  Puedes adquirir el libro en la Editorial Voz de los sin Voz Nº 811.  

 

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NOTAS 

[1]     CDSI, 161

[2]     Cf. LS\ 90-92

[3]     LS\ 118

[4]     R. Aguirre, La Caridad Política,Madrid (SF) 14; decía San Juan Pablo II: “No más Indiferencia y silencio para quien pide comprensión y solidaridad, para quien sigue muriendo de Hambre entre despiltarros y abundancia de bienes”, Mensaje Urbe et Orbi,1991

[5]     GS, 26

[7]      LS\ 91

[8]      LS\ 93

[9]     “Se trata fundamentalmente de impedir la injusticia de un acaparamiento de los recursos: la avidez, ya sea individual o colectiva, es contraria al orden de la creación” CDSI, 481

[10]    CF. LS’, 95

[11]    CA, 48; Cf. QA, 79; CDSI, 185-188

[12]    Cf. J. De Juan Fernández, “La subsidiariedad, un principio para el servicio a la sociedad”, Estudios Mindonienses32 (2016-2017) 657-682

[13]     LS’,183

[14]    CDSI, 189

[15]    Cf. LS\ 240

[16]    FT, 116; A. Domingo, Ecologíay solidaridad. De la ebriedad tecnológica a la sobriedad ecológica, Madrid 1991, 25-36

[17]     LS’, 216

[18]    Con la espiritualidad ecológica se huye de encasillar el mundo que nos rodea y dentro de él a las personas, en un materialismo que ofrece sus propias seguridades a las personas, intentando soslayar la vocación sobrenatural de las personas. Así desenmascaraba Francisco esta realidad ante la actual crisis (asemejándola a una tempestad) que padece la humanidad con la pandemia del Covid- 19: “la tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad […] Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa. No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo. Ahora, mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: ‘Despierta, Señor'”, Bendición “Urbi et Orbi” del Sonto Padre Francisco momento extraordinario de oración en tiempos de epidemia,Viernes, 27 de marzo de 2020

[19]Cf. LS’, 216-221

[20]    Mensaje del Santo Padre Francisco para la celebración de la 53 jornada mundial de la paz 1 de enero de 2020,4

[21]     LS\ 217

[22]    Carta del Santo Padre Francisco al Cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, con motivo del 50 aniversario de colaboración entre la Santa Sede y las instituciones europeas,22 de octubre de 2020.

[23]     QAM, 56

[24]     E. Figueroa Clemente, La Ecología del papa Francisco: un mensaje para un planeta…”,215; Cf. J. Tatay, Ecología integral. La recepción católica del reto de la sostenibilidad: 1891 (RN)- 2015 (LS),Madrid 2018, 495- 502

[25]    GS, 1

[26]    Mensaje del Santo Padre Francisco para la celebración de la 53 jornada mundial de la paz,4

[27]     EG, 201

[28]     LS\ 219

[29]     LS’, 217; “”frecuentemente las voces que se levantan para la defensa del medio ambiente son acalladas o ridiculizadas, disfrazando de racionalidad lo que son sólo intereses particulares”, FT,17

[30]     GS, 43

[31]     EG, 182-183

[32]     LS\ 142

[33]    CDSI, 543; Afirmaba San Juan Pablo II en Christif¡deles Laidque: “el ser y el actuar en el mundo son para los fieles laicos no sólo una realidad antropológica y sociológica, sino también, y específicamente, una realidad teológica y eclesial”, 15.

[34]     CAT, 1888

[35]    186; Cf. Mons. Luis Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá, comentando Fratelli Tutti, desarrolla este amor y conversión Institucional, “La mejor política”, en: CELAM, Fratelli Tutti: meditadones desde América Latina y el Caribe,Bogotá 2020, 36-38

[36]    Carta del Papa Francisco a Scalfari: “Dialogo aperto con i non credenti”,2013: Obtenido de: https://www.repubblica.it/cultura/2013/09/ll/news/sintesi_lettera_bergoglio-66283390/?ref=HREA-l

[37]     LS\ 91

[38]    Cf. QA, 23 y 41

[39]      FT, 34

[40]     LS’, 48

[41]    “Esto nos impide entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos ¡nterpenetrados. Las razones por las cuales un lugar se contamina exigen un análisis del funcionamiento de la sociedad, de su economía, de su comportamiento, de sus maneras de entender la realidad” (LS’, 39)

[42]     LS’, 120

[43]     LS ‘,16

[44]     LS’, 62, 135,137,183,197

[45]     R. Amo Usanos, “Fundamentos de ecología integral”, Estudios Eclesiásticos94/368 (2019) 8

[46]    En busca de una ética universal: nueva perspectiva sobre la ley natural, 2009, 82

[47]     LS’, 91

[48]     LS’, 240

[49]     LS’, 206

[51]     EG, 55

[52]    J. Núñez (dir.), Guía para la aplicación de la encíclica del Papa Francisco Laudato Si’. Semillas para cuidad la creación,La Paz (2016) 39-41

[53]     LS\ 206

[54]    San Juan Pablo II, Carta a todos los Obispos de la Iglesia sobre la intangibilidad de la vida humana,19 de mayo de 1991

[55]     “Espiritualidad y ecología en Laudato Si'”, Razón y Fe 1404 (2015) 273-282

Cf. EG, 222-225

LS\ 205

[58]    G. Gutiérrez, Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente,Salamanca (1995) 18-19

[59]    Cf. V. Pérez, “Espiritualidad ecológica: una nueva manera de acercarse a Dios desde el mundo”, Theologica Xaveriana60/169 (2010) 191-214

[60]     FT, 22

[61]     LS\ 6

[62]     EG, 53

[63]     CV, 31

[64]    Mensaje del Santo Padre Francisco para el evento “Economy of Francesco”(Asís, Italia, 26-28 de marzo de 2020)

[65]     CHV, 78

[66]     Cf. EG, 204

[67]       Mensaje para la Jomada Mundial de la paz,1 de enero de 2000,14

[68]    Mensaje del Santo Padre Francisco para la Jornada Mundial de oración por el cuidado de la creación, 1 de septiembre de 2020; Cf Á. Umaña Quesada, “La economía política de nuestra casa común: implicaciones económicas y ecológicas de la encíclica Laudato Si'”,en: F. Lombardi – F. Sánchez Campos (eds.), Laudato Si’. El cuidado de la casa común, una conversión necesaria a la ecología humana,Madrid (2018), 207-218

[69]     LS\ 180

[70]     LS\ 196

[71]    LS’,189; “Está en juego el verdadero bienestar de la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro planeta, que corren el riesgo de verse confinados cada vez más a los márgenes, cuando no de ser «excluidos y descartados» del progreso y el bienestar real, mientras algunas minorías explotan y reservan en su propio beneficio vastos recursos y riquezas, permaneciendo indiferentes a la condición de la mayoría. Por lo tanto, es hora de retomar lo que es auténticamente humano, ampliar los horizontes de la mente y el corazón, para reconocer lealmente lo que nace de las exigencias de la verdad y del bien, y sin lo cual todo sistema social, político y económico está destinado, en definitiva, a la ruina y a la implosión”, OPQ6

[72]    “¿Qué ocurre con la política? Recordemos el principio de subsidiariedad, que otorga libertad para el desarrollo de las capacidades presentes en todos los niveles, pero al mismo tiempo exige más responsabilidad por el bien común a quien tiene más poder”, LS’, 196

[73]     LS’, 179; Se pregunta Francisco

[74]    Cf. LS, 182-188

[75]       Mensaje del Santo Padre Francisco para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación,1 de septiembre de 2020, 4

[76]    Cf. LS’, 78

[77]     LS\ 181

[78]     FT, 155

[79]     Un concepto fundamental para la vida de los laicos, como lo propio de su vocación. La caridad pastoral para los sacerdotes, la caridad escatológica para la vida consagrada y la caridad política para los laicos. Aunque ciertamente, el Magisterio que precede a Francisco ha desarrollado este concepto: LG, 31, CHFL, EN 70, pero con Francisco la caridad políticaadquiere carta de presentación con nombre propio en FT. Este es otro de los grandes aportes de Francisco para el magisterio social de la Iglesia.

[80]

[81]     FT, 180

[82]     FT, 183

[83]     FT, 188

[84]     Discurso del Santo Padre Juan pablo II a la Conferencia Episcopal de Paraguay,16 de mayo de 1988, 5

[85]     LS\ 143

[86]     FT, 13

[87]    “El avance de este globalismo favorece normalmente la identidad de los más fuertes que se protegen a sí mismos, pero procura licuar las identidades de las regiones más débiles y pobres, haciéndolas más vulnerables y dependientes. De este modo la política se vuelve cada vez más frágil frente a los poderes económicos transnacionales que aplican el ‘divide y reinarás'” FT, 12.

[88]   J.M. Lasalle, Ciberleviatán. El colapso de la democracia liberal frente a la revolución digital,Barcelona 2019,17-28

[89]     FT, 14

[90]     LS\ 145

[91]    Mensaje del Santo Padre Francisco para la celebración de la 54 Jornada Mundial de la Paz,1 de enero de 2021,1; también llega a decir en dicho mensaje: “De esta escucha atenta y constante puede surgir un cuidado eficaz de la tierra, nuestra casa común, y de los pobres… <Paz, justicia y conservación de la creación son tres temas absolutamente ligados, que no podrán apartarse para ser tratados individualmente so pena de caer nuevamente en el reduccionismo>”, 6.

[92]     LS\ 2,155,

[93]     Cf. Congregación para la Educación Católica, Para una vía de diálogo sobre la cuestióndel Gender

en la educación,Ciudad del Vaticano 2019.

[94]     LS\ 144

[95]     LS\ 146

[96]    Cf. LS’, 210

[97]    Mensaje en vídeo del Santo Padre Francisco a los participantes del Global Compact on Education,15 de octubre de 2020

[98]     222-225

[99]     LS\ 160

[100]    EG, 223

[101]   J. Beneite Martí, “En diálogo con el futuro: ecología política y justicia intergeneracional”, Papeles de Relaciones Ecosociales Y Cambio Global127 (2014) 15-26

[102]   CDSI, 467

[103]    LS\ 199

[104]    LF, 34

[105]    LS’, 201

[106]    “Cómo involucrar a las religiones en la construcción de civilizaciones sostenibles”, Papeles de Relaciones Ecosociales Y Cambio Global125 (2014) 83