Como es bien sabido, desde sus orígenes, la Iglesia se ocupa de los pobres. Pero al plante­arse la cuestión social de forma nueva, comenzó una enseñanza nueva. La Doctrina Social sur­gió como respuesta a la situación social producida por la industrialización en el s.XIX. La reflexión social de la Iglesia se produjo, desde su comienzo, en polémica con otras dos reflexiones sobre los mismos hechos (capitalismo y socialis­mos), que con el tiempo se convertirán en sistemas sociopolíticos y en ideo­logías.

 

Concepto de Doctrina Social de lglesia

Bajo este nombre (Doctrina Social de la Iglesia: DSI) nos referimos a la enseñanza pontificia o del Concilio sobre cuestiones sociales aparecida a partir de la encíclica de Leon XIII, “Rerum Novarum” (15-5-1891) añadiendo a ella las ense­ñanzas de los obispos (el Magisterio Episcopal) y  de los teólogos (la Moral Social).

¿Que documentos incluye la Doctrina Social?

 —-
⦁  Encíclica.
⦁  Exhortación Apostólica.
⦁  Carta Apostólica.
⦁  Radiomensaje.

⦁  Una encíclica es una carta que un Papa dirige a toda la Iglesia, o a toda la humanidad o a un sector de ellas. (Encíclica significa carta circular). Se de­nomina —y lo mismo ocurre con otros tipos de documentos pontificios— con las primeras palabras del original latino. De rango semejante es la Ex­hortación apostólica.
⦁  Una Carta Apostólica es un escrito de un Papa, dirigido a una persona o a un grupo, con deseo de publicidad.
⦁  Los Radiomensajes son mensajes papales transmitidos por radio: Pío XII utilizó esta forma de comunicación con la Iglesia, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
⦁  Una Pastoral es un documento de un obispo o grupo de obispos dirigido a los fieles encomendados a su cuidado.
 —-
La DSI existe por fidelidad al Evangelio. Es claro que Jesús invita a vivir una forma de vida y una actitud, que afecta también a las cuestiones económicas, sociales y políticas. Nada de esto queda fuera del estilo de vida cristiano.
 —-
Por otra parte, es evidente que la situación social, económica y política ha ido cambiando en cada país a lo largo del tiempo. Para ayudar a los creyen­tes a responder cristianamente a su deber en esas situaciones cambiantes, el Magisterio de la Iglesia ilumina las conciencias de los fieles, aplicando el Mensaje de Jesús a cada situación.

¿Doctrina? ¿Enseñanza? ¿Pensamiento?

Ya desde su aparición, los primeros documentos sociales de la Iglesia pre­tendían orientar, desde una perspectiva moral cristiana, ante situaciones concretas. Desde fuera de la Iglesia e incluso en algunos círculos eclesiales, se discutió que la Iglesia debiese enseñar sobre estos temas. Se argüía que es­tas cuestiones no pertenecen a la tarea de la Iglesia.
 —-
Los Papas y los teólogos fueron haciendo ver que el Evangelio afecta tam­bién a estas cuestiones. Fue además quedando claro que los que lo negaban lo hacían desde su propio interés, para poder actuar con menor atención a normas morales. Como consecuencia del empeño de la Iglesia por defender su derecho a enseñar sobre estas materias desde una perspectiva moral, se fue imponiendo el nombre de Doctrina Social de la Iglesia. Se utilizó esta ex­presión por primera vez en la respuesta de la Congregación del Concilio al Cardenal Lienart (1929).
 —-
Por eso, Juan XXIII, consciente de que la Iglesia es «Madre y Maestra», hace en Mater et Magistra 218 y ss. una decidida apología de la DSI:
 —-
⦁  Es de perenne eficacia (MM 218), en contraposición con las ideologías que han querido prescindir de Dios y se han disipado como nubes (MM 217).
 —-
⦁  Su principio capital es: el hombre, que  es necesariamente fundamento, causa y fin de todas las instituciones sociales (MM 219).
 —-
⦁  Por eso defiende la dignidad de la persona y puede ser aceptada por todos (MM 220).
 —-
⦁  En consecuencia, debe ser estudiada y practicada (MM 221-227), utilizando el método de ver, juzgar y actuar (MM 236), tarea esta última, que incumbe espe­cialmente a los seglares (MM 240-241).
 —-

Más tarde se fue abriendo paso una doble convicción

 —-
⦁  Los documentos de la DSI están dirigidos a situaciones muy distintas. No son idénticas las condiciones de vida en EE.UU., África, Europa del Este o del Oes­te, América del Sur, etc. Y, por tanto, no son idénticos los problemas que exis­ten en cada una de estas situaciones. Ni son iguales las obligaciones de cada uno: ya la parábola de los talentos indica que quien recibió diez está obligado a dar más que quien recibió cinco.
 —-
⦁  A lo largo de las distintas épocas, van cambiando o modificándose los proble­mas: algunos desaparecen o se solucionan, surgen otros nuevos y todos deben plantearse de nuevo. Por eso las soluciones dadas en una época no pueden sin más aplicarse a otra.
Por todo ello se fue abriendo paso una nueva forma de denominar lo que hasta entonces se había llamado Doctrina. Se van prefiriendo nombres más matizados: Enseñanza Social de la Iglesia, Pensamiento Social Cristia­no, que subrayan que sus contenidos, necesariamente cambiantes, no tienen la misma firmeza que la doctrina sobre Dios, la Eucaristía, etc.
 —-
A partir del Concilio Vaticano II crece la conciencia de que las ciencias socia­les, económicas y políticas tienen una autonomía propia, que el Concilio reco­noce (Gaudium et Spes, 36). Por eso más que de «Doctrina», prefiere hablar de «principios de justicia y equidad inspirados en la recta razón» (Gaudium et Spes, 63).
 —-
Pablo VI (Octogésima Adveniens, 4, 49-50), declaró expresamente que la Iglesia no tiene una palabra única que decir ante los problemas sociales y que una misma fe puede llevar a soluciones distintas. Por eso animó a los cre­yentes a actuar en conciencia, unidos a la Iglesia y apoyándose en su ense­ñanza. Y encargó a las comunidades cristianas, en unión con sus obispos y con el Papa, a descubrir la propia tarea cristiana en las situaciones que les to­ca vivir.

 —-

Más tarde, Juan Pablo II volvió a tratar este tema, especialmente en tres documentos:

⦁  La Segunda Instrucción sobre la Teología de la Liberación (1986), que aun­que no está firmada por el Papa está publicada siguiendo una orden suya.
⦁  La encíclica Sollicitudo Rei Socialis (1987).
⦁  La encíclica Centesimus Annus (1991).

 

Suscripción al boletín semanal