El estado de Roraima (Brasil), con 350 mil habitantes, ya acoge a 40 mil venezolanos, según los datos del Ayuntamiento. Se estima que la cifra aumentará a 55 mil para el próximo julio.
Los inmigrantes venezolanos viven “una realidad cruel y deshumana que reclama respuestas rápidas, eficaces y articuladas de las Iglesias, del estado y de la sociedad en general”. Se lee en la carta de la Comisión Episcopal Pastoral Especial para el Enfrentamiento a la Trata de Personas (CEPEETH) de la Conferencia Episcopal de Brasil (CNBB), tras finalizar la “Misión frontera Venezuela”, realizada entre los días 1 al 4 de marzo, en las ciudades de Boa Vista y Pacaraima, en el estado de Roraima.
La Carta, firmada por el Presidente de la comisión, Mons. Enemesio Lazzaris, Obispo de Balsas, denuncia situaciones preocupantes, como “largas filas de inmigrantes y refugiados en busca de documentación, transporte, alimentación y trabajo; niños desnutridos, enfermos, sin escuela; juventud desocupada y sin perspectiva de futuro, expuesta a todo tipo de vulnerabilidades; mujeres víctimas de violencia, explotación sexual y laboral; personas inescrupulosas explotando la miseria de los hermanos inmigrantes y refugiados en el trabajo y alterando los precios de los alimentos”.
La comisión también pone de manifiesto “la falta de políticas públicas elementales como alimentación, sanidad, higiene, seguridad, educación” manifestando su profunda indignación al “constatar la ausencia y falta de compromiso de los poderes constituidos en dar respuestas” al tiempo que subrayan con dolor “lo mucho que nos falta para vivir el proyecto de Dios que nos hace a todos hermanos y hermanas”.
Pero en medio de esa situación – como escribe Mons. Lazzaris en la carta – la Comisión ha podido constatar también “muchas acciones fraternas y solidarias de personas, familias, grupos, iglesias e instituciones de la sociedad civil”, así como el apoyo de instituciones internacionales y de la Iglesia local que se están dedicando al servicio a los inmigrantes y refugiados venezolanos de forma prioritaria. Las comunidades eclesiales, en sus muchas expresiones (institutos religiosos, parroquias, agregaciones laicales…) están promovido actividades de acogida y apoyo hacia los venezolanos, pero es necesaria una acción decidida del gobierno para adoptar las medidas oportunas para gestionar un fenómeno migratorio de tales dimensiones.
La CEPEETH ha lanzando un llamamiento a la acogida, la solidaridad y la incidencia política de forma articulada en ámbito local, estatal y nacional invitando a la sensibilización e implicación a través de prácticas de servicios voluntarios; participación efectiva y generosa en la campaña de solidaridad de la CNBB; reclamando políticas públicas y la garantía de los derechos; además de la realización de campañas educativas permanentes sobre inmigración y trata de personas. “Que nos empeñemos firmemente en esa misión de acoger, proteger, promover e integrar a nuestros hermanos y hermanas inmigrantes” concluye la Carta.