Papa Francisco-II Encuentro de los movimientos populares (Bolivia)- 9 Julio de 2015
No podemos concluir esta larga reflexión sobre el poder de la economía y las finanzas con sus abusos sin retomar del pensamiento y de la experiencia cristiana algún camino sencillo para intentar desactivar la bomba de relojería de la idolatría del dinero, acompañada de corrupción, explotación e injusticias.
Sin embargo, no existe una única receta específica, una medicina universal: ni los papas ni los presidentes tienen el monopolio de la interpretación de la realidad social, como tampoco la propuesta de soluciones a los problemas que afligen a la humanidad.
No hay una fórmula mágica porque la historia la construyen paso tras paso, en el tiempo más que en el espacio, las generaciones que se suceden caminando por el mundo con el corazón atento a los valores más humanos y humanizantes que Dios ha puesto en cada uno.
Con todo, se pueden señalar tres claves:
Ante todo, poner la economía al servicio de los pueblos en su totalidad, y no de unos pocos elegidos, para decir no a una estrategia de exclusión e iniquidad en la que el dinero domina en menoscabo de la persona humana.
En segundo lugar, hay que unir a los pueblos en el camino de la paz y de la justicia, para que ellos mismos sean artífices de su destino, oponiéndose a todo colonialismo práctico o ideológico, que impone alienantes modelos de consumo y una indudable uniformidad cultural.
La tercera tarea -quizá la más importante y ardua de asumir hoy- es defender la Tierra, porque hoy la casa común de todos corre peligro al ser saqueada, devastada y humillada impunemente.