El capitalismo es incompatible con el cristianismo, nos recuerda Rovirosa

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En contraste con lo que era usual en su época, Rovirosa dedica muchas más páginas y energías a la crítica del capitalismo que a la del comunismo, igualmente rechazado por él. Lo que le interesa, principalmente, es desmontar los fundamentos filosófico-teológicos que le sostienen, pues en estos radica, a la par, su perversión y su triunfo aparente.

P. Carlos Ruiz, misionero y teólogo.

Revista Id y Evangelizad Nº 116 (nov 2019)

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Orígenes históricos del capitalismo

Aunque toda la historia está condicionada por la lucha por la existencia en la que los fuertes se imponen a los débiles para explotarles, el capitalismo tiene un puesto de honor en esta opresión. Rovirosa busca las fuentes lejanas del capitalismo actual en el Derecho Romano, el cual, si bien supuso un avance histórico al sustituir la ley de la fuerza por la fuerza de la ley, también contribuyó a estabilizar las diferencias de clase.

Sin embargo, el verdadero desarrollo del capitalismo se produce a partir del siglo XVI, gracias a unas condiciones favorables derivadas de algunas ideas del Renacimiento. Con todo, según nuestro autor, la fecha clave para la legitimación y posterior expansión del régimen capitalista fue el 1 de noviembre de 1745. EntoncesBenedicto XIV promulga la encíclicaVix pervenit, que da pie a justificar cierto tipo de interés en los préstamos de dinero.

Aquel Papa, aunque también sanciona la doctrina tradicional católica que condena las usuras, sin embargo deja una puerta abierta para que los doctos examinen “si en algún caso por razón de alguna circunstancia se puede permitir a los fieles católicos el percibir alguna cantidad por el préstamo del dinero”, ocurriendo aquello que Rovirosa solía repetir: “y éste fue el pequeño agujerito que se ha ido ensanchando, ensanchando, hasta llegar a tener hoy el tamaño exacto del meridiano terrestre”. A raíz de dicho Documento magisterial, los países oficialmente católicos, reacios hasta entonces a legalizar la usura, se unieron a lo que ya practicaban los protestantes, que habían legitimado dicho uso.

La secuencia que describe Rovirosa sobre este fenómeno es la siguiente: el arrendamiento de bienes o de instrumentos de producción no era problema en aquel momento; pero sí lo era el arrendamiento de dinero, desde hacía cuatro siglos: por una parte, algunos mantenían que éste no podía alquilarse y otros decían que se podían otorgar títulos que justificaran su arrendamiento. Los que lo justificaron y lo llevaron a la práctica, en los países controlados por ellos, fueron los protestantes, lo cual les permitió organizar grandes empresas de tipo capitalista, como las Compañías de Indias de Inglaterra u Holanda, que fueron el origen de su imperio colonial. Los países que siguieron con la ‘práctica católica’, a pesar de la oposición jesuítica, quedaron rápidamente rezagados en el campo económico, levantándose voces que pedían que se modificara la ‘vieja rutina’. Y es precisamente el arrendamiento de bienes y de dinero lo que Rovirosa considera como el núcleo del capitalismo.

El movimiento de la Enciclopedia fue un paso decisivo en este camino, ya que minó las convicciones religiosas de países de tradición católica, como Francia, afectando a aspectos como éste. Los gobiernos, más o menos avanzados, dieron leyes reglamentando los intereses de los préstamos, hasta que se llegó a legitimar la usura. Después, se sucede la acumulación de capitales y la invención de la máquina de vapor, que trajeron rápidamente consigo la desaparición práctica de la artesanía y la aparición simultánea del proletariado.

 

El sistema fenerista

A este régimen o ‘sistema de arrendamiento’ lo llamaRovirosafenerismo(del latín fenuso interés por el dinero prestado) definiéndolocomo aquel sistema en el que una persona tiene los ‘títulos posesorios’ de unos bienes y otra persona tiene el ‘uso’ de aquellos bienes. Es el término que mejor define al sistema actual, por tanto, preferible a otras como industrialismo, liberalismo, librecambismo, ya que todas estas denominaciones contienen en su esencia dicho régimen de arrendamiento, pero no dejan claro que éste sea el determinante principal del sistema, apuntando a otras cosas secundarias (el elemento productivo dominante, el tipo de intercambio, la expansión geográfica,…)

El fenerismoo régimen de arrendamiento de todo tipo de bienes se basa también en el alquiler de las horas de trabajo de los obreros a los capitalistas, pero no con libertad y colaboración, sino como una servidumbre, ya que están movidos por la necesidad.

Esto permite la interminable acumulación por parte de una minoría. Quien mejor encarna este proceso es la Sociedad Anónima, que “ha realizado hazañas de inhumanidad que Marx solamente pudo presentir”. Rovirosa llama a este fenómeno absolutismo sacrílego, pues atenta directamente contra la idea del Divino Legislador, que jamás dio al trabajo el carácter de que fuera explotado a favor de una minoría. Dicho absolutismo sacrílego va contra la legítima libertad de la persona, al obligarlaa renunciar a un don de Dios, del que se apropia, indebidamente, la otra parte.

A los que decían que con este sistema los trabajadores tienen el camino abierto para hacerse propietarios y prosperar, les acusa de no querer reconocer que esto nunca ha pasado de mera hipótesis; también critica a los que sólo desean superar los ‘abusos’ con meras reformas que dejan a salvo el sistema. Y al afirmar que la primacía debe ser del trabajo y no de la renta (opone ambos conceptos), sabe que le pueden argüir con la doctrina pontificia que había sancionado la legitimidad del contrato de salario. A lo cual responde que, efectivamente,  si el salario representara en monedael equivalente de lo que el trabajador aporta en trabajo, no sería injusto: “Pero, a ver, que me enseñen algún caso en que esto ocurra. En efecto, esto sería la negación del capitalismo, tanto del occidental como del capitalismo de Estado, que buscan antes que nada y sobre todo lo que ellos llaman elegantemente el beneficio marginal”. Lo mismo podemos decir de la Banca, que asienta su poder en el arrendamiento del dinero pagando un canon mezquino a los que depositan en ella sus fondos, que se utilizan en operaciones de la máxima rentabilidad. Esto es: Unos pocoslucrándose con el dinero de unos muchos.

 

Los principios sagrados del capitalismo

Rovirosa, en su concienzudo estudio del capitalismo, pone también en evidencia las mentiras de este sistema, que son precisamente la negación de lo que éste considera como principios sagrados:

En primer lugar, supone la negación práctica de un derecho que los propios capitalistas defienden como base de todo su edificio: el derecho de propiedad privada o individual como prefiere llamarlo él. El capitalismo, en todas sus versiones, se basa en el arrendamiento de cualquier clase de bienes, que es exactamente la negación del derecho de propiedad individual. El ‘sistema’ se fundamenta en acaparar bienes de todas las clases más allá de las propias necesidades para arrendarlos a los que carecen de ellos. Todos los bienes escasosentran en juego. – Otra mentira de este sistema consiste en haberse presentado como un sistema que funciona bien y que genera riquezas, cuando la realidad es muy otra: “Los resultados están a la vista: para los trabajadores se ha conseguido el proletariado, para los intelectuales el sometimiento a los que pagan o mandan y para la religión el apartamiento progresivo de grandes sectores de la sociedad”. – La tercera mentira, quizás la más dañina, es la negación de la libertad, a pesar de que el sistema se ha querido identificar precisamente con dicho término (“liberalismo”). El fenerismo produce también una sociedad falsa e hipócrita, en la que el robo de guante blanco es bien visto.

 

El principal obstáculo para el Reino de Dios

Rovirosa considera que aquí está el corazón del materialismo actualmente dominante, causa principal de la negación del Plan de Dios y, por consiguiente, del sufrimiento humano. Esto es esencial para entender toda la espiritualidad rovirosiana, ya que nos indica:

Que nuestro autor, más allá de las cuestiones coyunturales y nacionales, sitúa su propuesta cristiana como una respuesta al nuevo paradigma histórico que se produce desde el siglo XVIII, fundamentalmente. Al leer las obras de Rovirosa, una de las primeras cosas que llaman la atención es que los problemas locales los sitúa en un contexto más amplio y con raíces históricas, de manera que esto le permite plantear una espiritualidad de futuro. Que nos aclara que este sistema tiene pretensiones de globalidad y, por eso, desde sus mismos orígenes, contiene un determinado planteamiento religioso y cultural, que consiste no en la oposición frontal al Mensaje cristiano (error cometido por el dogmatismo marxista), sino en la manipulación del mismo; “lo asombroso es la losa de silencio y de olvido que ha caído sobre esto”, sentencia Rovirosa.

Y, finalmente, que la esencia de este materialismo, en su dimensión antropológica y espiritual, consiste en una triple negación:

a) Negación de Dios, lo mismo que el marxismo; pero, en este caso, negación práctica. Se suplanta a Dios por el culto idolátrico del propio ‘yo’, esto es, el egoísmo, sea en versión individual o sea el egoísmo colectivo: priorizar la propia familia, el partido, el sindicato, la nación, etc. El capitalismo pretende sustituir la verdadera religión, utilizando el sofisma que para él tiene valor apodíctico: una cosa es la religión y otra cosa es el negocio. Y es que la aceptación de unas teorías que parecen puramente económicas repercuten en el orden social y en el religioso. La economía (cualquier modelo) influye decisivamente en todas las dimensiones de la vida: “El capitalismo liberal (que no quiere ser más que una teoría económica) influye no solamente en la vida material sino en todo el resto, incluso en lo religioso”. De ahí que Rovirosa no pueda ser más tajante: “El fenerismo es exactamente el anti-Cristo”.

b) Negación de la dignidad sagrada de la persona, ya que se basa en la esclavitud de la mayoría de la Humanidad (sea en su versión primitiva o sea la esclavitud ‘por horas’ en caso del asalariado), que ha quedado dividida entre fuertes o vencedores y débiles o vencidos, que son los pobres, máxime si son mujeres. Aquí hay que encontrar el origen de toda violencia y de toda guerra.

c) Negación de la moral. El capitalismo despersonaliza a la muchedumbre inmensa de sus víctimas, que son los desposeídos, al mismo tiempo que destroza a sus beneficiarios: a éstos con cadenas de oro y a aquellos de hierro. Los poderosos tratarán de desarrollar entre los vencidos todos aquellos aspectos que les incapaciten para cambiar la situación injusta que padecen: les cargarán de trabajos y les ofrecerán el placer como señuelo. La corrupción moral implica que también “los llamados proletarios (…) en general son entusiastas del sistema capitalista, si pudieran ser de los que cortan cupones”.

 

La propuesta económica de Rovirosa: los sectores

Guillermo planteó los Sectores no como una nueva organización dentro de la institución apostólica, sino como un instrumento de la misma para la evangelización y transformación de la sociedad. Su sentido se resume en estas líneas:

Responden a la necesidad de especialización de los militantes (exigida por su propia limitación y por su vocación). Dicha especialización es el tercer elemento constitutivo del apostolado, después del espíritu militante y del equipo.

Por tanto, los Sectores presuponen una cosmovisión y una espiritualidad comunes y adultas entre todos los miembros que los forman; de lo contrario, el fracaso está garantizado.

Su objetivo era que todos aquellos militantes con una vocación común se juntasen y comunicasen sus experiencias y problemas prácticos en los distintos campos de especialización, de manera que se revisase y se planificase lo socio-político desde lo apostólico y no al revés. El sector vino a ser un lugar de encuentro, facilitado por la organización apostólica, sin crear con ello nuevas normas o consignas propias. Como era una pieza esencial de lo apostólico, tenían que tener absoluta independencia respecto a organizaciones temporales.

La distinta especialización de los militantes y los equipos resultantes de ella, se concretaban en cuatro Sectores: apostólico, político, social y económico; muy pronto, Rovirosa prescindirá del primero y tratará sólo de los otros tres. La responsabilidad de lo que realicen los distintos Sectores no recae sobre la asociación apostólica en general, sino sobre los militantes que llevan adelante dichos sectores. Veamos cómo define Rovirosa los tres Sectores finales:

1º. Sector Político: integrado por los equipos que, bajo su responsabilidad, quieren lanzarse al campo político para introducir en él un sentido cristiano en representación de los pobres.

2º. Sector Sindical: lo mismo que para el Sector Político, pero en el terreno sindical.

3.º Sector Económico: los equipos que, bajo su responsabilidad, quieren introducir la moral cristiana en los asuntos económicos.

Los equipos de los tres Sectores están unidos a la organización apostólica para recibir siempre las normas dogmático-morales, pero son libres para determinar en cada situación la solución técnica conveniente para edificar la Ciudad Terrestre según el plan de Dios. Para esta acción estrictamente secular tienen las gracias de estado, supuesto que permanezcan siempre en comunión con la Iglesia.

Sin embargo, el proyecto de los Sectores, tal y como lo planteó Rovirosa, nunca llegó a realizarse en vida del autor, fundamentalmente por dos motivos:

a) Tanto los que querían una HOAC sumisa al Régimen, como los que propugnaban lo que hemos llamado ‘operación democristiana’, entendieron que esto favorecía la independencia política de los militantes, impidiendo su utilización partidista. Los Sectores significaban una acción protagonizada por militantes, con un planteamiento claramente apostólico (porque proponía la lucha por la Justicia como lo sustancial) y sin confesionalismos ni servidumbres. Ya vimos cómo esto le costó a Rovirosa su marginación de la HOAC.

b) Posteriormente, cuando en la HOAC llega a predominar el planteamiento del ‘compromiso temporal’ centroeuropeo, se tergiversa el planteamiento rovirosiano en los siguientes términos: los Sectores dejan de entenderse como lugares de encuentro dentro de la propia organización apostólica (por tanto, donde la cosmovisión predominante era la cristiana) para identificarse exclusivamente con el compromiso concreto en determinadas organizaciones sindicales y socio-políticas. La diferencia es sustancial: mientras que Rovirosa plantea que los Sectores deben centrarse en dar consistencia teológica, moral y espiritual a los militantes que se lanzan al compromiso socio-político, sin olvidar la preparación técnica; la concepción propia de la corriente del ‘compromiso temporal’ pondrá en primer lugar esto último, soslayando lo primero: de esta manera, la cosmovisión política fue suplantando a la cristiana, hasta derivar en la grave crisis de finales de los sesenta y de los setenta.

 

El Sector económico

El Sector económico es el más presente en sus escritos, no porque le parezca el más importante, sino porque es en el que se sentía más vocacionado. Veamos en primer lugar, los principios que deben regir este Sector según Rovirosa:

Derecho de propiedad personal:

Todas las familias tienen que tener su propio hogar y sus instrumentos de producción en plena propiedad. Rovirosa propuso –desde los mismos inicios de la HOAC- una respuesta global, que comenzó llamándose “comunitarismo” y que luego se verá profundizado en el “cooperatismo”:

Autogestión de la economía y de la producción:

Los responsables últimos de la producción y de la comercialización de los bienes y servicios deben ser los propios productores y consumidores; por consiguiente, la empresa debe pertenecer íntegramente a los que en ella trabajan (en diversas responsabilidades), pudiendo utilizar para ello distintas modalidades, que deben garantizar siempre que nadie se va a aprovechar del trabajo de otros (como ocurre en el capitalismo y en el colectivismo) y que se va a fomentar la responsabilidad personal y comunitaria. Esta es la única manera de acabar con la especulación y el lucro, verdadero motor de la economía capitalista y causa del crimen del hambre, de la miseria y de la incultura que degradan a millones de personas.

En la base de esta propuesta está la exaltación de la dignidad de las personas y de su dimensión comunitaria y social, por tanto no se puede aplicar por imposición ni colectivización, ya que el Estado también priva de la libertad y de la responsabilidad social que se debe buscar: La Autogestión también debe llegar al sistema financiero: “La función crediticia está destinada a cambios radicales que la hagan pasar de manos particulares (Bancos) a función pública en sus diversos planos: nacional, regional, provincial y local”.

Revalorización del trabajo y de los trabajadores:

La nueva sociedad se caracterizará principalmente porque “el trabajo gozará del honor que le es debido. Ya no se hablará (ni se pensará) en la estúpida y demoledora división del trabajo en manuale intelectual; no habrá más que trabajo humanorealizado por hombres libres que siguen su vocación profesional”. El objetivo es la primacía del hombre sobre el dinero.

 

Propuestas técnicas superadoras:

Rovirosa realiza, junto a otros militantes, propuestas muy concretas y hasta entra en debates sobre leyes económicas. Así, en 1948 aparece un anteproyecto de Ley de Sociedades Anónimas que debía sustituir a la anticuada legislación sobre la materia. El trabajo estaba firmado por Joaquín Garrigues y seis personas más, auspiciado por el Instituto de Estudios Políticos, un organismo de Falange. Como se habilitó un cauce para que la sociedad civil aportase (aunque era una mascarada), la HOAC aprovechó la ocasión y Rovirosa escribió varios artículos en el ¡Tú!y en el Boletín. También un GOES, alentado por Rovirosa, preparó un anteproyecto de Sociedad Anónima Laboral. La crítica de la HOAC se centraba en el carácter eminentementecapitalista de la nueva Ley, que primaba al capital sobre la persona. Aunque no les hicieron caso, aquella Campaña contribuyó grandemente a prestigiar la HOAC entre la clase trabajadora y a arruinar el fantasma propagandístico de la identificación entre la Iglesia y el sistema franquista. Por otra parte, la idea de la Sociedad Anónima Laboral recibió un fuerte impulso que favoreció su posterior reconocimiento legal. Otras propuestas económicas de Rovirosa o apoyadas por él son:

– En vez de centrarse en hacer ‘Cooperativas de Producción’, que quedarán atrapadas por el sistema económico antes descrito, lo más importante son las ‘Cooperativas de Consumo’, es decir, que los propios consumidores se organicen y presionen a los productores para que prime el Bien Común.

– El proporcionalismo.

– La experiencia una Inmobiliaria mutualista en  Villanova y la Geltrú,

– La comunidad de trabajo Boimondau, que fue una empresa de cajas de relojes socializada por su dueño. Etc.

 

Ilustración ublicada en la revista  satírica suiza Der neue Postillon(Nuevo Mensajero),  Zurich, 1896. El pie de foto original decía: “La nueva relación entre trabajadores y propietarios”