La sociedad del futuro será cristiana si hay militantes cristianos capaces de llevar al hombre al encuentro con Dios. Este es, también, un quehacer político. 

El militante cristiano debe estar presente en todos los problemas del hombre: económicos, sociales, culturales, internacionales, etc… con una voluntad de lucha y renovación, sabiendo que actuando así está cumpliendo con un deber político.

 

Don Tomás Malagón.

 

A qué llamamos conciencia.

                  ¿Qué queremos significar con la palabra conciencia?. Puede entenderse en el contexto «no tiene conciencia»como falta de honradez. No lo entendemos así nosotros. También como «Darse cuenta de lo que se hace», en contra de «inconsciente». Tampoco nos referimos a esto.

Las motivaciones, expectativas de la persona funcionan según unos intereses. Conciencia sería el mundo interior que provoca esas motivaciones, con sus aspectos ideológicos y volitivos.

CONCIENCIA CRISTIANA cuando la postura de entrega del hombre a Dios es tal que la misma se puede considerar como lo más importante de la vida. Todo lo hace en relación a Dios. El que no obra así no puede decir que tiene una conciencia cristiana. El que todo lo que realiza lo hace buscando la comodidad será un burgués.

La conciencia cristiana presupone una persona que ha profundizado en la experiencia del encuentro con Dios, siendo este el PUNTO CENTRAL de su existencia. Dios juega el papel fundamental en su vida; de lo contrario está negando algo a Dios y no procedería con una conciencia cristiana. Dejaríamos de ser coherentes: decimos esto y practicamos aquello. No somos rectilíneos en el pensar, hablar y obrar.

¿Quién tiene, pues, una conciencia cristiana? El hombre que no quiere ser infiel al Encuentro de Dios (esto no quiere decir que no haya fallos en la vida, lo malo es tenerlos queriendo) y construye todo teniendo a Dios como Punto de Referencia. Y es así coherente y armonioso, rectilíneo. La conciencia cristiana dice relación a dos ámbitos en los que tenemos que actuar: LA IGLESIA Y LA SOCIEDAD.

 

Actuación en la Iglesia.

La actuación en la Iglesia, es propia del cristiano por ser «miembro» de ella, ciudadano en una Iglesia sin murallas ni fronteras. Por el Bautismo entramos en ella y por la Confirmación ratificamos (o no) esa entrada en la Iglesia donde todos tenemos unos derechos y unas obligaciones.

En la Iglesia el MILITANTE CRISTIANO debe formarse para obrar de acuerdo con lo que le pide su sentido de responsabilidad dentro de la Iglesia, ayudando a que la misma sea AUTÉNTICA: la Iglesia de COMUNIÓN  (común unión), buscando la comunión en estos tres planos:

  1. Comunión de bienes, evitando el despilfarro y creando actitudes de compartir, de espíritu de pobreza en la comunicación,…
  2. Comunión de vida: reconociendo a los otros y mutuamente como SOLIDARIOS, como complementarios desde la estima, el respeto, el amor, la servicialidad,…. LA HUMILDAD.
  3. Comunión de acción: «colaborar» (laborar con), integrarse, llevar «vida de equipo»… viviendo unidos como los sarmientos y la vid, como los miembros de un cuerpo.

En esta tarea de comunión todos estamos comprometidos, el MILITANTE CRISTIANO es responsable de la IMAGEN DE LA IGLESIA en el mundo. Esta imagen muchas veces no es adecuada y muchos no creen y se apartan del camino del encuentro con Dios. Lo cristiano les resulta antipático por la mala imagen de la Iglesia. Por eso, los cristianos militantes deben sentirse responsables de la imagen de la Iglesia: desligándola de todo lo que la afea, abriéndola a Dios, abriéndola al hombre actual.

ABRIR LA IGLESIA AL HOMBRE DE HOY que es diferente al del pasado. Esto exige una adecuación del lenguaje, liturgia, al mismo sin traicionar a Cristo y al mensaje de los apóstoles. El Vaticano II fue una invitación a esta tarea, buscando una Iglesia más racional, más comprensiva con los derechos del hombre, más sensible con el hombre en teoría y práctica. ABRIR LA IGLESIA A LA ACCIÓN DE CRISTO, del Espíritu Santo y para ello favorecer la experiencia y vivencia del Encuentro con Dios. Así se puede conseguir una imagen de la Iglesia a tono con lo que representa.

¿Quién debe hacer todo esto? Los militantes cristianos, haciendo que la Iglesia sea lo que tienen que ser y cumpla con su misión buscando la eficacia de su acción, evitando que sea trasnochada.

El militante cristiano debe PROVOCAR LA COMUNIDAD  en la Iglesia. Todos somos aptos, tenemos «carismas» que deben ponerse al servicio de la comunidad. La Iglesia debe ser una CORRESPONSABILIDAD, al contrario a los que ha sido tradicionalmente (el papa, los obispos, sacerdotes… los únicos que tenían carismas… y el pueblo, los seglares silenciosos y pacientes). Hace falta una adecuación de la Iglesia donde los seglares pongan eficazmente sus aptitudes al servicio común. El militante tienen en este sentido una gran tarea de la cual no puede eximirse.

 

Actuación político-social.

Política (de polis, ciudad) es lo que afecta a la convivencia civil. Todos somos responsables en este campo de los logros históricos del hombre y de las instituciones que hacen posible estos logros.

El hombre es SER HISTÓRICO y por tanto es diferente en cada época. Es esencial en él la historicidad, el ir inventando en cada momento su paso por el mundo. A lo largo de su vida está llamado a realizarse sacando de sus posibilidades «lo mejor». Son muchas sus posibilidades; cuando las realiza en la línea que debe se llega al logro del hombre.

El desarrollo del hombre como el de una edificación, presupone ir madurando o creciendo en los diferentes estadios o planos en que se sustenta el «logro del hombre».

Estos son:

1º las necesidades biológicas, son como la base, sin que se cubran, el hombre no puede desarrollarse debidamente;

2º el ser económico;

3º el ser social;

4º el ser cultural, saber lo que pasa;

5º el ser político: un estado que le represente debidamente y le asegure sus derechos;

6º el ser humano-personal: desarrollo de la personalidad;

7º el ser moral: el hombre puede ser mejor y desarrolla las apetencias de cultivar la virtud; 8º el ser religioso: cultivar su dimensión trascendente.

                  El hombre en su desarrollo se puede detener en un estadio. Por eso, es importante que en su realización vaya realizando y recorriendo estos planos. ¿Quién garantiza es progresión? En la construcción de este desarrollo personal y cívico, es fundamental el papel de los MILITANTES, que están en la base de todo como elemento de animación y orientación. Y aquí radica la misión política del militante.

La sociedad del futuro será cristiana si hay militantes cristianos capaces de llevar al hombre al encuentro con Dios. Este es, también, un quehacer político.El militante cristiano debe estar presente en todos los problemas del hombre: económicos, sociales, culturales, internacionales, etc… con una voluntad de lucha y renovación, sabiendo que actuando así está cumpliendo con un deber político.

El cristiano debe construir la CIUDAD DE DIOS. En la medida en que se trabaja por el bien de todos los demás se realiza el encuentro con Dios del mismo militante y de los hombres, y se lleva a cabo la realización histórica del hombre. Esta, es lo que constituye el fin de la sociedad y de la Iglesia: alcanzar la LIBERACIÓN, pero no sólo una liberación política (reduccionismo de la liberación humana), sino TOTAL (del pecado) que abarca todas las dimensiones del desarrollo del hombre.

Novedad de este planteamiento.

Esta visión y exigencia es una novedad en la iglesia. Antes el Estado se preocupaba del bien terreno y la Iglesia del fin sobrenatural. Meterse en política era una intromisión. Hoy en el sentir eclesial, esto es falso. Se quiere para el hermano la salvación eterna, pero también la salvación terrena, como exigencia del mandamiento del amor. No se admite una visión de la Iglesia espiritualista, infantil, poco realista.

Sin embargo el fin de la sociedad y de la Iglesia se diferencian. Hay fines más amplios por parte de la Iglesia: la liberación histórica es una FIN, pero para la Iglesia no es el último. Por los medios empleados: el Estado debe llevar al hombre a su desarrollo por las leyes y la administración; La Iglesia por el amor de sus hijos. Por los modos: el estado lleva a cabo sus fines mediante los partidos políticos; La Iglesia da importancia a la tarea apostólica de sus miembros, aunque puedan optar políticamente.

Antes se admitía el trabajar en lo político «para hacer apostolado» o apoyar y defender la libertad de la Iglesia (batallas en el terreno de la enseñanza, matrimonio,… pero no en la defensa de los derechos humanos). Trabajar en política era secundario.Hoy esto se concibe así: el trabajo en política es un «fin en sí», aún sabiendo que no se va a «convertir a nadie»… el cristiano trabaja políticamente.. porque eso ya es AMOR. El cristiano, superando la concepción constantiniana (no busca privilegios y/o preeminencias de la Iglesia), busca la libertad para todo hombre. Y así el trabajo político es la manera de amara a Dios (cumpliendo los dos mandamientos a la vez. El segundo mandamiento realizado demuestra que se vive el primero).

Lo cristiano no es algo «añadido» a lo político: darse al hermano es la expresión del acercamiento a Dios y del vivir el amor, ser cristiano. Al querer amar a Dios se nos impone el amor a los que llevan su imagen. Así la fe se vive y manifiesta en la oración y en la lucha por los hermanos.

Antes el trabajo político era algo reducido para elites preparadas a fin de no ser presa de los partidos. Así, en la «Formación de los selectos» del jesuita P. Ayala se creía peligroso la participación política de obreros incultos, pues podían caer en el marxismo. Hoy el peligro no existe si se forma bien a los militantes. Todos tienen  y deben cultivar la responsabilidad política.

Antes se creía que el remedio de la necesidad humana tenía que venir de la «beneficencia». Afloraban obras de beneficencia. Hoy se cree que el remedio de las mismas debe venir de la transformación de las instituciones (sociales, laborales). La caridad «urgente» tiene razón de ser, pero no es suficiente. Hay que ir al cambio del Estado, empresa etc. de modo que el hombre sea fin y sujeto.

Estos «descubrimientos» no se han hecho porque nosotros seamos mejores, sino que son fruto y enseñanza de la experiencia, de la praxis cristiana.

Somos responsables de las instituciones.

Las instituciones son un cauce jurídico para la vida colectiva.

La energía del hombre necesita encauzarse en la FAMILIA (en ella goza, se educa, comparte,…), en la EMPRESA (trabajo organizado y reglamentado), en el SINDICATO (encauza las actividades reivindicativas), en el MUNICIPIO (soluciona los problemas de las familias que los componen), en la PROVINCIA (al servicio de los pueblos, estableciendo servicios de utilidad provincial), en la DIPUTACIÓN, NACIONALIDAD, en el ESTADO.

Las instituciones deben estar al servicio de las personas. Pero lo que ocurre es precisamente lo contrario. El cristiano debe trabajar para que sea así. Las instituciones deben construir una base escalonada, como en una pirámide al servicio de la persona, de modo que todas ellas contribuyan al desarrollo y logro pleno del hombre y no al revés; como cuando se invierte la posición de la pirámide, y las instituciones están por encima de la persona, sofocándola, aplastándola.

El cristiano debe trabajar para que la pirámide esté en su posición y al servicio de la persona. Los que más sufren, si eso no es así, son los pobres y la fe nos exige optar a favor de ellos: consiguiendo el logro histórico del hombre y transformando las instituciones para que sean humanas. Esta es la labor del militante cristiano en su dimensión socio-política.

 

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